“Iba
yo a comprar el pan…”, así comenzaba una columna diaria de Francisco Umbral que
luego daría título a un libro compilatorio de las mismas. Y, haciéndose eco de
esta genial fórmula del no menos genial literato, nuestros alumnos la han
remozado con objeto de, a partir de ella, trazar los muy sugestivos itinerarios
que sus respectivas imaginaciones les han dictado:
Iba yo
a comprar el pan…
Adrián
Camarero (2º A de ESO)
…cuando vi a ET en su ovni. Estaba aparcando su
ovni enfrente de la panadería y abdujo a unas cuantas personas y se fue
volando. Luego llegó otro cuando iba a entrar en la panadería y me abdujo y me
llevó al Área 51. Aparecí inconsciente allí y me hicieron unas preguntas de la
invasión del 20 de septiembre a las 6:00 AM y yo no sabía nada.
Me
volvieron a llevar a la parada; entré y compré el pan, pero cuando salí… Todo
se empezó a volver loco; todos los semáforos se volvían locos y un camión
atropelló a una señora mayor y, de repente, apareció de la nada un ovni enorme
con un alien muy pequeño y me nombró a mí. Me tuve que volver a subir a otro
ovni, pero en este me pudo dar tiempo a ver cómo era: era blanco con muchas
pantallas y en esta ocasión estaba en Chernóbil con 2000 de radiación y yo
friéndome allí. Hube de irme corriendo hasta Valdemorillo, sin parar de correr.
Cuando
llegué a España estaba todo paralizado. Cogí mi barra de pan y estaba intacta. Me
fui en 2014 y volví en 2033 y estaba intacto todo. De repente, estaba todo en
movimiento; llegué a mi casa y se lo conté a mi padre, que no se lo creía.
Pude
observar el proyecto Abigail , pero si lo contaba me mataban, así que no lo
pude contar a nadie, y ya no hubo ningún marciano más en mi vida.
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Iba yo
a comprar el pan…
Pablo
Martínez Rogina (2º G de ESO)
…cuando de repente me acordé de que estaba en
calzoncillos. Entonces fui corriendo por la calle (en gayumbos) mientras toda
la gente me miraba raro y los niños y niñas se reían de mí. Cuando estaba
llegando a la calle principal, me caí por una alcantarilla, pero lo extraño es
que no paraba de caer, hasta que al final, unas manos me cogieron de la espalda
y salieron más y más manos que me rodeaban el cuerpo. No podía escapar, así que
dejé que me engullesen en una muchedumbre de manos y cerré los ojos. Cuando los
abrí, me encontraba en un sitio muy extraño de describir… Era como si cerrase
los ojos y viese todo negro, pero podía ver mi cuerpo (en ropa interior) y
pensé: “¿Qué setas llevaría la hamburguesa que me habían dado en el Mc Donalds?”.
Después de un rato, pestañeé y me encontraba en un ascensor subiendo muy rápido
hacia el cielo. Cuando pensé que había llegado mi momento, desperté. Me madre
me había despertado y me dijo: “Cariño, despierta, es lunes y tienes que ir al
instituto. Y ahí fue cuando empezó la pesadilla…
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Iba yo
a comprar el pan…
Aday
Galera (2º G de ESO)
…cuando una furgoneta un poco rara, roja, en la
que ponía “caramelos gratis” paró frente a mí. Yo, en ese momento estaba muy
nervioso y el de la furgo bajó y me dijo: “Caramelos gratis”, yo le dije que no
podía porque tenía aparato y él me dijo: “¡Pues… alienígenas gratis!”. Yo me
quedé un poco anonadado, pero lo acepté. Me dio un alienígena llamado
“Paul”, no era como los típicos alienígenas malrolleros de las pelis, él era majo; hablaba español y parecía un peluche. Era también bajito y de color “grisáceo”. Estuvimos caminando y hablando durante un buen rato. Yo me llevaba muy bien con la dueña de la panadería porque iba todos los días a comprarle el pan. Le pedí ayuda, porque ir con un alienígena era algo que en mi pueblo y en cualquier sitio no es algo normal.
“Paul”, no era como los típicos alienígenas malrolleros de las pelis, él era majo; hablaba español y parecía un peluche. Era también bajito y de color “grisáceo”. Estuvimos caminando y hablando durante un buen rato. Yo me llevaba muy bien con la dueña de la panadería porque iba todos los días a comprarle el pan. Le pedí ayuda, porque ir con un alienígena era algo que en mi pueblo y en cualquier sitio no es algo normal.
Mientras
hablábamos sobre el tema, entró gente a comprar el pan y lo descubrieron. Empezaron
a gritar, pero les dijimos que se relajaran. Poco a poco fuimos explicándoles
la situación, hasta que uno dijo: “¡Yo puedo hacer que todo el pueblo lo
conozca!”. Le preguntamos cómo y él nos contestó: “Soy sobrino del alcalde”. Nosotros
le dijimos: “Pero cómo lo va a hacer el alcalde para que la sociedad lo acepte”,
y el alien “Paul” dijo: “Tengo una idea: yo hace unos 25 años os salvé la vida
de una invasión alienígena. Los de la invasión eran mi familia y los conseguí
convencer para que no hicieran la invasión, y me hicieron caso”. Después de
contarnos aquello, se lo dijimos al alcalde y lo transmitió al pueblo y todos
fuimos felices y “Paul” fue el más popular y majo del pueblo.
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Iba yo
a comprar el pan…
Martina
Hidalgo (2º G de ESO)
…cuando me atropelló un coche. Me desperté y
estaba en un sitio muy grande. Había nubes por todos lados, incluso yo estaba
en una nube. No sabía qué estaba pasando; parecía un sueño; muchas personas me
miraban. Me levanté y pregunté: “¿Dónde estoy?”, y su respuesta fue: “En el
cielo”. No me lo podía creer. ¿Estaba muerto de verdad? Parecía que sí. No me
acordaba de nada y pregunté: “¿Cómo?”. Me dijeron: “Te atropellaron”. Y entonces
me acordé y grité: “¡Es verdad!”. Estaba muy asustado. Pensé en mi familia,
¿estarían preocupados? Supongo que sí.
Empecé
a andar, bueno, a volar; era divertido, pero yo estaba triste. Me acerqué y la
imagen que había, cambió. Apareció mi familia. Estaban tristes y me pregunté si
podía volver a la vida y uno de los que estaban allí dijo: “sí, pero solo unos
pocos pueden, pero aún queda un día hasta que tú consigas revivir”; entonces
todos me rodearon y empezaron a cantar una canción en un idioma muy raro. Todo empezó
a volar y había muchísimos rayos de luz y, de repente, desperté. Estaba en el
hospital tumbado en una camilla y alrededor había muchos médicos.
También
estaba mi familia: mi madre, mi padre y mi hermana. Yo grité de alegría y,
después de unos días en el hospital, me fui a mi casa. Entonces me acordé del
cielo. ¿Sería verdad o solo fue un sueño. No sé, me dije a mí mismo, bueno, lo
que importaba era que ya estaba con mi familia en casa.
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Iba yo
a comprar el pan…
Claudia
Ruiz (2º G de ESO)
…por la mañana.
Era
un día soleado y hacía mucho calor.
Llevaba
un pantalón corto y una camiseta de tirantes. De repente, empecé a notar aire
frío por las piernas. Al principio no era molesto, pero, poco a poco, empezó a
ser cada vez más frío y más fuerte. Miré al cielo y vi que unas enormes nubes
grises se aproximaban hacia mí. El sol se escondía cada vez más hasta que quedó
completamente tapado por las enormes nubes.
Pasados
unos diez minutos, tenía encima un cielo completamente gris. Me cayó una gota
en el hombro, luego una en la cabeza. Empezó a chispear, así que aceleré el
paso. Esas pequeñas gotas sin importancia pasaron a ser cada vez más grandes y
seguidas. Pasados dos minutos estaba completamente empapada. Decidí parar en un
portal hasta que terminase la tormenta. Pasaron diez, quince, veinte minutos, y
todo seguía igual. Finalmente, al cabo de una hora, dejó de llover tan fuerte,
así que seguí caminando. Al fin, llegué a la tienda y pude comprar el pan.
Cuando
salí, todas aquellas nubes habían desaparecido y volvió un radiante sol.
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Iba yo
a comprar el pan…
Alejandra
Barradas (2º G de ESO)
…Era lunes por la tarde a las 17:00 horas, yo,
como de costumbre, iba a comprar el pan hasta que presencié cómo atracaban el
chino de enfrente de mi casa. Vi como un hombre vestido de negro salía corriendo
con una bolsa que supuse que estaba llena de dinero. Sin pensármelo dos veces,
fui tras él hasta llegar a una furgoneta de color negro.
Grité:
“¡Al atracador!”; él se giró, me cogió del brazo y me tiró dentro de la
furgoneta. Me puso un trapo para que no gritara y a los tres segundos me dormí
hasta que desperté en una calle donde no había estado nunca, así que no era El
Pardillo. En ese momento entré en pánico, no sabía dónde estaba, ni qué hora ni
nada.
Me
volví hacia la derecha y vi cómo el atracador se aproximaba lentamente hasta
que me cogió de la mano y me llevó a una parada de bus. Estaba impactada, por
eso no dije nada en todo el camino. Él esperó conmigo hasta que pasó un bus (el
626) y me dijo: “Súbete a este. Te llevará a casa”. Y, efectivamente, llegué al
Pardillo sobre las 20:00. Entré a mi casa y mi madre me preguntó: “Ale, ¿y el
pan?”, y respondí: “¡Ostias, se me ha olvidado!”.
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Iba yo
a comprar el pan…
Iker Otiñar
(2º G de ESO)
…y compré pan que sabía a pan con masa de pan,
agua de pan y harina de pan. Comí empanada de pan con pan. De postre comí pan y
de merienda tomé un zumo de pan. ¿Se podría decir que estoy empanado? Con mi
cuaderno de pan hice los deberes de pan con un bolígrafo de pan azul y un
subrayador de pan fosforito.
Al
día siguiente fui al instituto de pan en un autocar de pan y de almuerzo pan. En
Educa jugamos al fútbol con una bola de pan sobre un campo de pan.
En
la cafetería de pan compré pan y el menú: sopa de pan con filete empanado de
pan.
Después
jugué al Ipad de pan al Brawl Espam con el mejor Brawler que es una barra de
pan con cara de pan.
Empezó
la extraescolar: Bicicleta de montaña de pan con pan y después me fui a mi casa
de pan y aquí acaba mi redacción escrita con una hoja de pan en clase de pan
sobre una mesa de pan, sobre todo, con pan de pan hecho con pan.
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Iba yo
a comprar el pan…
Mayelin
Rodríguez (2º G de ESO)
…como cada semana, siempre me tocaba a mí sacar
la basura y de paso ir a comprar el pan, y lo entiendo, dado que alguien con
cola de conejo o dientes de ratón quisiesen salir a la calle.
Mi
familia solamente está compuesta por híbridos. Dicen que tu animal siempre es
beta hasta que cumples los 15 años y descubres qué animal de la Trilogía
Biológica eres; por ejemplo, mi padre es un beta de conejo y mi madre una alpha
de ratón, mientras que mi hermano era un beta de leopardo.
Lo
sé, no eran los mejores híbridos, pero gracias a mi hermano, la trilogía de mi
familia mejoró, ya que no es fácil nacer siendo un leopardo.
Yo,
apenas con 15 años era la única que aún no había revelado su animal, y estaba
nerviosa por ello, ¿qué híbrido raro seré?
No
tenía un pensamiento muy idílico sobre qué sería, no me quería ilusionar, no
soy la típica chica utópica que se hace ilusiones, y menos obre mi anatomía.
Como
siempre me tocaba ir a comprar el pan, gracias a Dios que el chino me atendió
rápidamente, ya que me empezaba a sentir un poco rara; sofocada, y tenía un
dolor de cabeza horrible, como si me estuvieran apuñalando con un cuchillo
justo en el cráneo.
Mis
síntomas prosiguieron y empeoraron hasta que ya no pude caminar más, mis
piernas temblaban y, dudo que fuera por el frío, pude dar unos pasos más hasta
quedar enfrente de un local cerrado.
Lo
que más se oyó fue un grito impregnado de terror saliendo de mis labios. ¡Tenía
cuernos!
Rápidamente,
fui corriendo a mi casa; alarmada, hablé con mi madre, la cual tan solo
sonreía.
Después
de unos días, mi cuerpo cambió completamente. Ahora tenía una pequeña y esponjosa
cola que era parecida a la de un conejo; también tenía unos cuernos enormes.
Era
una híbrida de reno alpha.
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Iba yo
a comprar el pan…
Jimena
Fuentes (2º G de ESO)
…una mañana soleada, con 32º. Eran las doce de
la mañana. Salí de mi casa, bajé las escaleras y comencé a caminar hacia la
panadería más cercana. Sentía que se me olvidaba algo. ¡Claro! No había apagado
la televisión. Volví a casa, apagué la tele y salí, ahora sí, camino a la
panadería. En cuanto comencé a andar, sentí que me observaban. Miré a todos
lados y vi una furgoneta blanca, la cual me seguía. Ya estaba lejos de casa
para volver corriendo, con lo cual corrí hacia la panadería. Estaba cerrada,
bueno, no estaba cerrada, pero no había luz, ni gente atendiendo. Llamé al
encargado o encargada y nadie contestó. Me asomé por la puerta y ya no parecía
haber ninguna furgoneta blanca, ni de ningún otro color. No había personas, ni
coches. Pensé que era muy extraño, pero de todas maneras, salí. Me encontré a
un pobre hombre con pinta de ¿pastelero? ¡Oh, no! No era un pastelero. Era el
panadero atado con manos y pies. Le pregunté que qué le había pasado, y
entonces noté un fuerte golpe en la cabeza y caí al suelo.
Me
desperté. Parecía una especie de vehículo. En ese instante, lo primero que se
me vino a la cabeza fue la furgoneta blanca. Miré a mi izquierda y vi al pobre
panadero. Intenté hablar, pero tenía cinta americana en mi boca. Volví a mi
sueño profundo. Pensé que me habían inyectado alguna sustancia. ¿Me volvería a
despertar?, me pregunté.
¡Au!
Una torta me cayó en el moflete derecho. ¡No estaba muerta! O, por lo menos, no
del todo. O estaba en un cuarto oscuro, con paredes y suelo de cemento. Había dos
sillas, en las cuales estábamos atados el panadero y yo, y una mesa llena de
pistolas, sustancias, cuchillos, balas…
El
atacante se fue. Tenía la cara tapada y ropa negra. No sabía quién era. Tampoco
es que se pudiese saber.
Ya
no teníamos cinta americana, así que le pregunté su nombre al panadero y que
qué había pasado. Me dijo que se llamaba Antonio y que sabía lo mismo que yo.
¿Saldríamos vivos?
El
secuestrador volvió. No hablaba, no nos miraba. Solo hacía el mal. Se empezó a
escuchar una voz desde un pequeño altavoz situado en el techo. Decía que no era
una simulación y que alguien moriría ese día. Nos intentamos desatar mientras
que el hombre de negro preparaba algo. Se acabó el audio y volvimos a caer
dormidos por efecto de ciertas sustancias bastante ilegales. Despertamos en
otro cuarto, atados a una pared. Había una sierra gigante. Se encendió una luz.
Era mi mejor amiga. La voz le dijo que eligiese entre los dos. Su mejor amiga o
su tío. Tenía una palanca con la cual podía decidir. Ella decidió…
(A)-Matarme a mí: …la sierra se encendió. Me puse
a gritar. Pero sentí que la familia era lo primero. Intenté escapar, pero no
pude. Me acababan de cortar por la mitad. Antonio quedó libre, o eso espero,
pero nunca lo pude ver.
(B)-Matar a su tío Antonio: …la sierra se
encendió. Comenzó a moverse. Partió en dos al pobre Antonio y fui liberada. Corrí
hacia Silvia y le di un fuerte abrazo. Le di las gracias, pero le dije que no
lo debería haber hecho. Estaba todo lleno de sangre. De sangre de alguien
inocente y me sentía muy mal.
Salimos corriendo de allí. Estábamos en una cabaña
en medio del bosque. Corrimos hacia la autopista y cogimos un autobús. Mi mejor
amiga estaba llorando. Se sentía muy mal. Volvimos a nuestras casas y se lo
comentamos a nuestros padres, pero no nos creyeron. Al día siguiente Silvia no
fue al instituto. Fui a su casa a ver qué le pasó:
(A)-Se suicidó:…no podía con la culpa y se
clavó un cuchillo. Comencé a llorar. Después de los hechos, entré en una gran
depresión que continúa a día de hoy.
(B)-Estaba traumatizada:…y no iría al instituto en
un tiempo. Necesitaba pensar y reflexionar sobre la vida.
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