IES SAPERE AUDE


jueves, 3 de octubre de 2019

Laborales posibilismos... y demás historias.



Inspirados en las profesiones que refiere el célebre cantautor Ismael Serrano en su canción "Podría ser...", sobre la lacra del paro, nuestros siempre talentosos alumnos han seleccionado la que más les ha llamado la atención y la han trascendido a su delicioso antojo, siguiendo sendas de sugestiva inverosimilitud. He aquí algunas muestras:

Podría ser… Nigromante
Adrián Rosell Torres (3º F de ESO)

Era un día lluvioso de otoño, yo iba con el coche por la autopista. Había sido un día fatigoso; yo estaba agotado. Volvía a casa por la noche y, debido al cansancio, me perdí. No conocía aquella carretera, que, aparte de ser oscura, con el añadido de la lluvia, no se veía nada. Cuando me quise dar cuenta, estaba derrapando; en una brusca curva se me volcó el coche y, casi conmocionado por el golpe, pedí a Dios que no me llevase aún; le dije que haría lo que me pidiese.
         Me desperté a la mañana siguiente y estaba solo en aquella habitación fría; tenía una carta encima de mi estómago en la que ponía: “Tal y como acordamos, un trato es un trato”, y me dijo que hiciese un negocio: que me hiciese nigromante. Yo, confuso, acepté el tato. Compré un local en el centro decorado con temática lúgubre; puse en la entrada “Nigromante”, y allí hablo con los parientes fallecidos de la gente, negándome a cobrar; mi trabajo consiste en enviar el mensaje de mis clientes a sus fallecidos. Es un trabajo que me llena. Me encanta.
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Podría ser… Jardinero en Marte
Hugo Villares Martínez (3º F de ESO)

La semana pasada me despidieron, pero mi mujer y mi hija no lo saben, porque no quería herir sus sentimientos.
         Al final de la semana me animé a dirigirme al paro: cogí dos autobuses y… ya estaba allí, donde todos los años se montaban revuelos porque no había trabajo para la gente, y eso que luego falta gente para los trabajos…
         Al proceder a ponerme en la loca cola, calculé el tiempo para que me tocase y... era de... ¡catorce horas!, ¿cómo...? ¡Madre mía, catorce horas para que me tocara...!
         Decidí irme, porque el tiempo es caro, y para tirarlo… entre tanto, pensaba en qué trola contarle a mi familia para no herir sus sentimientos.
         Al ir a entrar en el bus, noté cómo una fuerza tiraba de mi brazo hacia atrás… era un señor mayor. Se presentó y me propuso un trabajo muy extraño: ¡Jardinero en Marte!
         Me quedé impresionado, pero me pareció buena idea.
—Pero, ¿tendría que abandonar a mi familia?
—No, ja, ja, ja…
—¿Entonces?
—Te los podrías llevar; allí hay un mundo como este, lo que pasa es que allí el tiempo transcurre muy lento, por ejemplo, un año aquí, allí son como diez días.
—¿Y los sueldos?
—Allí no hay sueldos, sino trueque para facilitar las cosas, pero a los nuevos les regalan bastantes cosas.
—¡Ah…!
—Pues… qué, ¿te animas?
—Venga, vale, vamos a empezar con la aventura.
[3 años más tarde]
Yo ya estaba trabajando en mis campos rojos; teníamos una casa muy tecnológica, porque allí todo iba mucho más adelantado. Mi mujer y mi hija estaban encantadas porque todo era precioso. Y, además, con la poca gravedad que había podíamos ir saltando a donde quisiéramos; era todo genial.
         Pero un día todo empezó a decaer y nos quedamos en la ruina, pidiendo en las calles de Marte y robando a los más humildes. Todo no podía ir bien toda la vida…
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Podría ser… Pirata honrado
Adrián González Álvarez (3º F de ESO)

Estaba amaneciendo en un pequeño pueblo muy pobre en el cual vivían a base de sus pocos cultivos y su ganado. Aquella mañana todo el pueblo iba al pequeño puerto casi sin embarcaciones a hacer algún trueque con la sobras de sus cultivos, pero aquella mañana iba a pasar algo especial, lo llevaba diciendo toda la semana una vidente muy conocida en el pueblo.
         Se iba aproximando la hora de comer cuando, de repente, se vio aparecer en el horizonte un gran barco de madera dirigiéndose hacia el pueblo. Los habitantes daban por hecho que eran piratas y todos empezaron a correr asustados y a esconderse, menos una persona, la vidente, que se quedó en medio del embarcadero. Cuando el barco empezó a atracar, la gente empezó a asomarse por las ventanas de aquellas casas casi derrumbadas por el nivel económico.
         Un pirata se bajó del barco y la vidente se dirigió hacia él y el pirata dijo: “No os preocupéis, vengo a ayudar, soy el famoso pirata honrado que anda por los pueblos pobres dando dinero que ha recuperado de los malvados piratas.
         La gente se tranquilizó y empezaron a salir de sus casas. El pirata dejó al pueblo mucho dinero y todos se pusieron felices.
         El pirata era feliz haciendo aquello, ya que de pequeño él era uno de aquellos pobres, y solo quería vengarse de los piratas malvados que saqueaban a la gente.
         El pirata se estaba haciendo famoso en las zonas pobres y aquello llegó a oídos de los malvados. Se pasaba todo el día por los peligrosos mares luchando contra los otros piratas para dárselo a los pobres, todo con la ayuda de su pequeña tripulación, la cual había ido consiguiendo en pueblos donde devolvía dinero.
         Era todo genial y estaba haciendo feliz a mucha gente, pero no sabía que su próxima batalla iba a tener secuelas. Iba navegando y un compañero gritó: “¡A babor, comandante!”; otro gritó: “¡A estribor!”. El pirata se dio cuenta de que les estaban rodeando tres barcos, los cuales empezaron a dispararles con potentes cañones. También lazaban antorchas con el fin de derribar el barco. Mientras el barco ardía, empezó a hundirse y los malvados piratas acabaron con el famoso pirata honrado y su tripulación, y los piratas siguieron saqueando pueblos pobres durante años.
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Podría ser… Médico de flores
Nacho García Parras (3º F de ESO)

[24-1-2005]
—Mi profesión es algo peculiar; a mí me gusta que todo ser vivo tenga derecho a la salvación; a la cura. La gente dice que estoy loco porque escucho a las flores y las entiendo. Soy empático con ellas.
         Un día cualquiera, en mi turno de mediodía, después de operar a una amapola, salí a tomar el aire y vi a lo lejos un niño corriendo, pidiendo ayuda; venía con una maceta con una rosa de un color muy raro. Esta estaba medio caída, y gritaba como si estuviera muriendo.
         La metí directamente en a mi consulta y empecé a operar de inmediato. Tenía cáncer de clorofila. Al final no pude solucionarlo y hoy en día sigo teniendo ese trauma.
[24-1-2025]
—Hace veinte años del suceso en aquella clínica floril, en la que algunos de los médicos, que habían fallado en algunas de sus operaciones, comprobaron de primera mano cómo explotaba el edificio entero. Un tipo iba gritando: “¡Que les jodan a los vegetarianos, viva la carne, viva la obesidad, viva la marihuana!”; después de sus declaraciones fue abatido y se le hizo una prueba en la que dio positivo en drogas.
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Podría ser… Médico de flores
Astrid Carbajal León (3º F de ESO)

Un día en la cafetería de mi pueblo, me estaba tomando un café con mi mejor amiga, Tiana. Desde muy pequeñas, nos gustaba hablar de las profesiones, y siempre había alguna vez en la que fantaseábamos con qué queríamos ser de mayores, pero luego cambiábamos de opinión.
         Ese mismo día, Tiana me contó que su madre le había dicho que sería mejor tomar una decisión definitiva con respecto al trabajo que deseáramos ejercer de mayores. Normalmente elegíamos ser profesoras, ingenieras, escritoras e incluso una vez le dije que quería ser abogada, aunque Tiana no me creyó. Pero siempre pensábamos que había cosas mejores y que no teníamos que conformarnos con lo primero que se nos viniese a la cabeza.
         Cuando el camarero nos trajo la cuenta, Tiana se desmayó sin razón aparente. Pedí al camarero que llamara a una ambulancia para llevar a mi amiga al médico.
         Cuando llegamos al hospital nos atendió, según nos dijeron los empleados, el mejor doctor del hospital, aunque a mí, a primera vista, no me lo pareció.
         Era un hombre alto, delgado, de cabello rubio y ojos verdes; su piel era de un color canela, pero lo más curioso de todo era que tenía una mirada muy triste.
         Estaba muy preocupada por Tiana; pensé que perdería a mi mejor amiga, aunque no sabía si pasaría. En eso, llegó el doctor y me fijé en una rosa marchita en el bolsillo de su bata, en el que tenía la mirada aun más triste. Le pregunté:
—¿Cómo está mi amiga?
—Se pondrá muy bien —me dijo.
—¿Puedo hacerle una pequeña pregunta?
—Sí.
—¿Por qué lleva una flor marchita en el bolsillo de su bata?
—Una excelente pregunta —me respondió— así que tendré que contarte la historia de esta flor: Hace catorce años, el dieciséis de diciembre de 2005, mi esposa y yo tuvimos una hija. Cuando ella cumplió los seis años, mi hija cayó enferma; de la misma forma como le pasó a tu amiga, se desmayó. La llevé al hospital en el que trabajaba y me dediqué a cuidarla, pero unos días después ocurrió un terremoto, y el hospital colapsó. Al no encontrar a mi hija, pensé que la había perdido para siempre. Si la tuviera aquí, estaríamos celebrando sus catorce años junto con su madre, pero ella también murió  de cáncer hace dos años.
         Al principio su historia me pareció muy triste, pero fue allí donde me di cuenta de que la fecha de nacimiento de mi amiga coincidía con la de la hija del doctor, y que era dieciséis de diciembre, Tiana estaba cumpliendo catorce años.
         Unos días después de que Tiana se recuperara regresé al hospital y tomé una muestra del cabello del doctor con su debido permiso, y se las di al encargado del laboratorio, junto con unas muestras del cabello de Tiana.
         Unos días después, llegaron los resultados, y me asombré: el doctor era el padre biológico de Tiana.
         Mi mejor amiga se mudó con su padre y quedé encantada de que ella estuviera feliz, porque ella me hacía feliz a mí.
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Podría ser… Probador de espejos
Jorge Gimeno Lizarraga (4º E de ESO)

Soy probador de espejos, pero no uno normal, sino el mejor de todos los probadores de espejos.
         Pero empecemos por el principio: en todos lados, hasta en mi casa, siempre me han tenido asco; dicen que soy un chulo, un egocéntrico…
         No sé por qué, la verdad, si soy perfecto y todos los demás están por debajo de mí. De ahí surgió mi profesión.
         Me dedico a ir por todo el mundo probando espejos, claro, necesitan a alguien tan perfecto como yo para esa profesión, porque si no, el espejo se rompe.
         He ido desde Dubai hasta Los Ángeles a trabajar; me llaman los famososo para que les cate los espejos y les diga si son de calidad.
         Hay que ver si el cristal es de arena del Sahara porque es el mejor y luego comprobar que el espejo es completamente plano. He visto unos desastres durante mi trabajo. El más fuerte de todos fue el protagonizado por un cliente que pagó dos millones por el espejo, que era más deforme que él.
         Este trabajo exige dedicación y belleza, por eso no todos pueden dedicarse a él.
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Podría ser… Médico de flores
(Paula Lamata Echevarría (4º E DE ESO)

Aquel era un triste día para Eugenio, una de las flores de las que estaba a cargo había dejado de lucir ese rojo tan vivo para convertirse en un para de hojas secas sin vida ni color. Su dueña estaba destrozada, lo cual le hizo a Eugenio sentirse peor por no poder salvarla de aquel pesticida.
         Eugenio era un ser admirable; no todo el mundo hubiera sido capaz de aguantar la presión del sinsentido de comprar una flor para luego no  regarla o bañarla en productos químicos.
         Todo el mundo le conocía porque era el mejor médico de flores de toda la ciudad. La gente incluso afirmaba que después del quirófano, sus plantas olían mejor y les nacían más felices.
         Aunque mucha gente lo adorara y tuviera la casa llena de coloridas flores, aquel trabajo también tenía una parte mala: operar a una flor requería de un pulso y dedicación enormes, y cuando no todo salía como esperaba se sentía muy culpable.
         A pesar de eso, Eugenio no cambiaría su trabajo por nada en el mundo.
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Panes y panes 2
Iker Otiñar Crecente (2º G de ESO)

Trabajo trabajando en una profesión que es una profesión sobre profesiones. ¿Se podría decir que soy profesional?
         Me dedico a dedicar  cosas que se dedican con dedicación.
         Soy probador de pan que prueba el pan con pan. En mi anterior historia se me olvidó mencionar que vendo pan mordido porque compruebo que esté hecho de pan con pan y que sepa a pan con sabor a pan y sobre todo con forma de pan con pan.
         Mi hermoso trabajo, que se trabaja trabajando con trabajo es lo más, porque como siempre y no paso hambre. Al día muerdo 100 barras de pan porque yo lo valgo.
         Esto funciona así: pruebo el pan, lo vendo y me dan dinero. Con el dinero compro ingredientes de pan, lo hago, le pego un bocado y lo vendo y así me alimento; es una muy buena estrategia. Pero bueno, ese es mi bonito, brillante, hermoso y sabroso trabajo de pan con pan hecho de pan con sabor a pan que sabe a pan.
         Hablando de trabajo, esta redacción la he hecho trabajando en un trabajo que se trabaja trabajándose de forma muy trabajadora y, sobre todo, trabajada.
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Podría ser… Probador de espejos
Iratxe Fernández Costa (4º E de ESO)

El lunes pasado mi tío Juan me llamó para contarme cuál era su nuevo oficio. Cuando le contesté me dijo que le habían contratado en una pequeña empresa llamada “Tu mejor reflejo”, allí, me contó que era un nuevo probador de espejos para ver si se reflejaba bien y me comentó si algún día me gustaría ir con él a verlos; al instante le dije que sí, y aquella misma tarde vino a buscarme a casa y nos fuimos juntos a aquella empresa. Al llegar vi varias salas llenas de espejos, algunos eran normales, otros con diferentes marcos o de distintas formas, pero, por último, había una sala final con los espejos defectuosos, y yo decidí entrar mientras mi tío iba a decirle a su jefe que venía conmigo. Cuando entré en aquella sala me miré en los espejos, y si me quedaba más de diez segundos mirando a uno, me iba a un mundo paralelo, algo parecido a Narnia; entonces yo me quedé mirándolo y me transporté hasta allí, al principio me encantaba, pero cuando me di cuenta de que no sabía volver, me aterré.
         A las dos horas de estar allí atrapada, empecé a escuchar la voz de mi tío gritando mi nombre, por lo que empecé a gritar para que supiera en qué espejo estaba atrapada.
         De pronto, se escuchó un golpe muy fuerte. Cerré los ojos y, cuando los volví a abrir, resultó que ya estaba fuera con mi tío, que había roto el espejo para sacarme de allí.
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El jardinero en marte
Adrián Camarero Jurado (2º A de ESO)

Hace muchos años, en los ochenta, hubo un jardinero que se llamaba Benito que se fue a Marte. Benito se llevó muchas semillas para plantarlas allí a ver qué pasaba. Y crecieron todas las semillas y había trigo, zanahoria, tomate…
         Después de tres años vinieron los de Telecinco y salió en Sálvame. Se hizo muy viral; después, al mes siguiente, salió en el libro de records Guiness del noventa, y cobraba millones porque hacía la comida a los del Real Madrid, pero en 2019 algo malo iba a pasar: Marte se destruyó , y Benito cayó en depresión porque se iba haciendo más pobre y terminó debajo de un puente con ratas y comiendo restos de la comida de los bares, pero un hombre le ayudó: crearon un cohete y fueron a ver si había explotado Marte y… no era cierto, ¡Marte estaba intacto!
         Había explotado Júpiter, entonces se volvió millonario y se fue a vivir con el presidente de España, llamado Francisco Benito, y crearon una empresa llamada “En Marte el trigo no se deshace”. Pero le dieron el pan crudo al presidente del Barça y Cataluña se independizó. Y esta fue la historia de Benito Pérez y Francisco Benito, presidente de España.
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“Podía ser”
Ana Fernández Esteban (4º E de ESO)

Si yo fuera pecadora de estrellas soñaría despierta cada día.
Si yo fuera pecadora de estrellas iría cada noche a las afueras del pueblo, al campo, donde solo se aprecia soledad, vegetación, oscuridad y un precioso silencio que me llena por dentro. Contaría a cada estrella cada uno de mis miedos, de mis preocupaciones, de mis pensamientos más profundos, de mis errores… y no solo los míos; también les trasladaría los problemas de la gente que me pidiera ayuda. Ellas guardarían tu rabia y la convertirían en pasión. Con su luz guiarían tu camino.
         Estoy segura de que lloraría a cada destello desprendido; sonreiría a cada silencio transcurrido; bailaría en la oscuridad bajo sus cegadores focos y me inspiraría en todos los momentos en los que siento a la madre Naturaleza abrazándome.
         Sé que moriría a gusto sabiendo que cada constelación está llena de alma.

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