¡SEGUIMOS! En
este pueblo "bloguero" están ocurriendo cosas muy extrañas, misteriosas
desapariciones que nos mantienen en suspense… El pie para crear estos sucesos
misteriosos es: “...noche tras noche, algunas personas desaparecían del
pueblo...”
***
EL RUMOR DEL
FANTASMA
Candela Jimena
Bueno (1º C de ESO)
En un
pueblo misterioso de las afueras de Los Ángeles, estaban ocurriendo sucesos
inexplicables: noche tras noche, algunas personas desaparecían del pueblo.
Primero los ciudadanos creían que las personas que desaparecían se habían
mudado, así, de repente, sin avisar. A
todo el mundo le parecía raro, pero nadie decía nada. Excepto Sara, una niña
que vivía con una familia que no le hacía mucho caso. A ella le resultaba
demasiado extraño lo que estaba pasando. Así que, tras pensárselo mucho,
decidió preguntar a sus padres, a ver qué pensaban sobre el tema. Después de un
largo rato hablando entre ellos, le dijeron que todo era una tontería, que la
gente se había mudado porque el alcalde era pésimo, y que, sin duda, no habían
avisado para que no les impidiera irse; nada más. Sara no estaba muy segura de
aquello. Tras unos cuantos días espiando e investigando, Sara descubrió que
había un rumor sobre un fantasma que deambulaba por las noches por el
misterioso pueblo. Sara no le dio importancia, era un simple rumor; pero no era
así…
Seguía desapareciendo gente y Sara
estaba cada vez más asustada. No dejaba de darle vueltas al rumor del fantasma.
Al día siguiente, decidió ir a pedir ayuda al alcalde de Los Ángeles. Entró muy
decidida y pidió cita para hablar con él. A los pocos minutos, la secretaria le
dijo que ya podía entrar. Sara se sentó frente a él y empezó a hablar; le contó
que había un rumor sobre un fantasma en el pueblo, y que nadie hacía nada al
respecto; estaban desapareciendo personas y y no sabía qué hacer. El alcalde
respondió que era solo un rumor, y que la gente se estaba mudando a unos
chalets que acababan de construir en el pueblo de al lado. Sara se fue a su
casa pensativa. “Parece que el alcalde está ocultando algo…”
Esa
misma noche, Sara seguía pensando y pensando… Su madre la llamó para que
pusiera la mesa; bajó en el acto. Mientras cogía los cubiertos, oyó un ruido
extraño; empezaron a apagarse y encenderse las luces. Sara no sabía qué pasaba;
al instante, se abrió la puerta de par en par… ¡Y se vio al fantasma! Sara
salió corriendo por todo el pueblo. Cada vez que miraba hacia atrás veía al
fantasma perseguirla. Se quedó acorralada en una pared. Cuando el fantasma se
acercaba, ¡se le cayó la máscara al suelo! Sara no se lo podía creer. Era… ¡el
alcalde! El hombre, avergonzado y asustado, le contó a Sara que asustaba a los
ciudadanos para que se fueran del pueblo y así poder construir un campo de golf
en las instalaciones donde se encontraba el pueblo.
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EL PUEBLO
MISTERIOSO
Valeria Calvo Chugur
(1º E de ESO)
Había
una vez un pequeño pueblo en mitad del campo a las afueras de la ciudad. En
aquellos tiempos yo vivía allí con mis padres y mi hermano. Yo era una niña muy
curiosa a la que le gustaba investigar. Nuestro pueblo tenía mala fama, ya que
corrían rumores de que hacía unos años había desaparecido gente.
Una tarde, decidí ir a casa de una
amiga; toqué la puerta, pero, sorprendentemente, sus padres me comunicaron que
no la habían visto desde que se fue a comprar el pan. Desconcertados,
empezamos a buscar con desesperación a mi amiga, pero ni rastro de ella.
Pasaban los días, y me daba la
sensación de que había menos población. Preocupada, me pasaba las noches en
vela intentando encontrar alguna pista. Noche tras noche, la gente desaparecía
del pueblo…
Al día siguiente, me desperté después
de dormir dos horas y me fui a la cama de mis padres como de costumbre. Pero,
para mi sorpresa, ellos no estaban. Me quedé perpleja. Notaba cómo poco a poco
una lágrima se extendía por todo mi rostro, pero me armé de valor, cogí un
cuchillo de la cocina y salí a la calle.
Me adentré en un bosque, hacia un pantano cercano. Y, al llegar allí, vi a
lo lejos una masa enorme y grisácea en medio de aquel pantano. Me quedé
atónita, ya que ese ser se iba acercando a mí. Poco a poco se oían unos gritos
de angustia que provenían de esa cosa. Decidí esconderme detrás de un árbol y
ver qué hacía ese ser.
Pasaron
unos minutos y, para mi sorpresa, esa cosa estaba a cuatro metros de mí. Me
abalancé hacia ella con el cuchillo y le rajé. De su enorme estómago salían
muchas personas. Reconocí entre ellas a mis padres y a mi amiga, y todo el
mundo me lo agradeció. Esta historia nunca la olvidaré.
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EXTRAÑAS DESAPARICIONES
Greta Ortoll de
la Mata (1º E de ESO)
María
dormía plácidamente sin imaginarse lo que esa noche sucedería. De repente, se
despertó de golpe. Había oído un ruido. Intentó volver a dormirse, pero no
podía; le había entrado sed. Bajó a la cocina y se puso un vaso de agua. Cuando
se disponía a volver a subir, se sobresaltó: había visto pasar una sombra por
la ventana. Un minuto después, alguien llamó a la puerta. María, asustada,
preguntó: “¿Quién es?” Y nadie contestó.
Era una mañana tranquila cuando los
padres de María se disponían a despertarla. Pero no sabían la sorpresa que les
esperaba. María había desaparecido. Llamaron a la policía y éstos les dijeron
que ya era el tercer caso de esa mañana. De hecho, otra de las desaparecidas
era precisamente la mejor amiga de María.
Y así continuó todo. Noche tras noche,
cada vez había más desaparecidos.
El inspector Mc Kellein llevaba ya una
semana investigando, pero todavía no tenía ni idea de quién era el culpable.
Decidió ir a la pastelería del pueblo para interrogar al pastelero. Éste le
dijo que no había visto nada extraño últimamente, pero el inspector insistió.
De pronto, el pastelero recordó algo. Hacía una semana, dos niñas habían estado
ahí, junto con la mayoría de desaparecidos. Se sacó algo del bolsillo y le dijo
al inspector: “Esto se lo dejó un cliente justo la misma tarde en la que
vinieron esas personas”. Y le dio un papel doblado. Entonces, el inspector lo
comprendió todo. Desdobló el papel. Ahí estaba la respuesta.
En el papel había escrita una fecha,
una hora y un lugar. Cualquiera que hubiese visto el papel sabría que algo
sucedería ese día en ese lugar, a esa hora. Así que, la extraña sombra
simplemente había tomado precauciones capturando a todo el que pudiera haber
leído el papel, pero cometió un grave error: se olvidó del pastelero. ¡Qué
extraño!
A la mañana siguiente, todos los
desaparecidos aparecieron en el patio del Ayuntamiento. Seguramente,
pasada la fecha del papel, la misteriosa
sombra había soltado a todos para que no tuvieran más pistas sobre quién era
él.
Al fin, María pudo vivir en paz con sus
padres en aquel pequeño pueblo.
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ESA
COSA….
Aroha
Velasco García (1º E de ESO)
Había
muchas nubes en el cielo y la humedad en el ambiente te hacía sentir frío. Era
casi de noche y yo estaba en la cocina ayudando a mi madre con los platos
cuando alguien llamó a la puerta. Yo fui y abrí, pero no había nadie. Me
extrañó, pero seguí con lo mío. Cerré la puerta y me di la vuelta dispuesta a
volver a la cocina cuando el corazón se me paró de repente. No podía gritar ni
moverme; aunque no lo veía con claridad, sabía que había algo ahí enfrente de
mí. No sabía qué era, pero sé que estaba allí mismo, delante, cerca....
Vi que tenía a mi madre agarrada, ella
parecía asustada al igual que yo; nos miramos, y esa fue la última vez que nos
vimos. No pude hacer nada, aquello me empujó y salió por la puerta, así, sin
más, sin dejarme responder a lo que acababan de ver mis ojos.
Se hizo de noche y todavía no sabía qué
hacer. Si lo contaba, la gente no me creería. Así que me acosté, con mis
lágrimas mojando la almohada.
A medianoche, me desperté con un grito.
Procedía de la calle, por lo que me asomé a la ventana para ver qué sucedía.
—¡Mi marido! —gritaba la señora—. ¡Esa cosa se lo ha llevado! —decía muy
nerviosa mientras agitaba los brazos.
—¡Señora! ¿Qué ha ocurrido? —preguntó otro vecino desde su ventana.
—No paraban de llamar a la puerta, así que fui a ver qué pasaba. Vi que no había
nadie, así que la volví a cerrar. Me di la vuelta y… ¡Allí estaba! ¿Mi marido
ha desaparecido junto a esa cosa!
Pensé en lo que me contaban; era lo
mismo que me había pasado a mí.
Transcurrieron días y, noche tras
noche, la gente desaparecía del pueblo junto a aquel ser que nadie sabía
describir. Los vecinos fueron a otros lugares a vivir, por miedo al extraño
ser… Yo ahora vivo en una ciudad muy grande, haciendo creer a la gente que no
recuerdo nada de mi infancia, ni la historia que te acabo de contar.
**********
Además,
muchos alumnos han desarrollado (siguiendo la unamuniana senda) su más
existencial flanco a través de unos relatos en los que los personajes por ellos
creados se les han rebelado, llevando el inicial planteamiento de las tramas
por muy otros derroteros que los inicialmente previstos
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EL
DIBUJANTE
Javier
Rodríguez Gómez (3º F DE ESO)
Una
vez allá por el año 1967, un dibujante que se llamaba Jhonson Henkins tenía un
lápiz que todo lo que dibujaba cobraba vida. Dibujaba cosas extrañas como
personas con seis brazos y personas con ocho cabezas. Como el dibujante no
tenía muchos amigos, jugaba con sus creaciones. Pero un día, mientras jugaban a
esconderse, pasó uno de ellos por un baño y se miró al espejo; entonces se dio
cuenta de que el dibujante lo había hecho muy feo, y llamó a sus hermanos, y
todos eran muy feos. Se cabreraron con el dibujante y fueron a atacarle, pero
este se encerró en una habitación. Mientras sus creaciones golpeaban a la
puerta, él estaba llamando a la policía, pero no le creían, así que se las tuvo
que apañar solo.
Cuando salió afuera con un bate, mató a
todos, pero uno al morir cayó sin querer encima del lápiz y lo rompió. Al
romperse el lápiz no podía hacerse amigos y murió de soledad.
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DÍSCOLO PERSONAJE
Diego Carvajal Herrero (3º
F de ESO)
Un
día más, Tomás recibió una colleja en el pasillo del instituto. Agachó la
cabeza y siguió caminando sin mirar atrás. Desde hacía meses, un grupo de
chicos liderado por Matías no paraba de molestarlo. Aunque no iban a su misma
clase, el acoso era continuo en los patios, en los pasillos… por lo que Tomás
no tenía ganas de levantarse por las mañanas y sentía miedo a todas horas.
Tenía miedo de contárselo a sus padres, y mucho menos quería decírselo a sus
profesores, ya que estaba muy seriamente amenazado.
Una mañana, al ver Matías solo a Tomás,
decidió ir a molestarlo, pero, de repente, se quedó paralizado:
—¡No
quiero hacerlo, Tomás, en realidad no me cae mal!
—¡Me
da igual!, es mi historia y te ha tocado el papel de abusón —contestó el autor.
—Pero
no tengo razones para pegar a Tomás.
—No
hacen falta razones, es mi historia y ya he decidido lo que tienes que hacer.
—Prefiero
ser su amigo en lugar de su enemigo.
—No
me dejas alternativa; tendré que eliminarte de la historia.
A la mañana siguiente, el conserje
encontró el cuerpo de un chico en el baño del instituto. Llamaron a la policía
e identificaron el cuerpo de Matías. Las pistas apuntaban a un suicidio, pero
no se pudo demostrar nada, ya que la nota parecía estar escrita por otra
persona.
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YO
Y MI CREACIÓN
Gabriela
Domínguez de Miguel (3º F de ESO)
Yo
soy una niña de catorce años; vivo en España y tengo un hermano más pequeño. Me
encanta escribir todo tipo de historias y tengo mucha inspiración. Pero hoy en
clase de Lengua el profesor nos ha mandado escribir una redacción muy rara y
particular. Yo estaba inventándome un personaje; él se llamaba Pancho; era un
perro de un tamaño pequeño, con mucho pelo y con los ojos muy grandes. A Pancho
le gustaba estar mucho con su familia…
—No,
no, no y no… no sabes nada de mi vida, ¡creadora estúpida!
Yo, flipando le digo muy indignada:
—¡Qué
dices! No me insultes, un poco de respeto…
—Yo
soy un perro que odia a la gente, y más a ti.
—Pero,
¿por qué me odias?, dame las gracias, que te he creado; sin mí no serías nadie…
—Ya
lo sé, pero yo no te he pedido que me crees ni que me llames Pancho, ni ser
perro...
Yo me estaba empezando a frustrar, pero
tenía que acabar la redacción, porque, si no, Diego, mi profesor, me pondría un
cero. Y seguí escribiendo…
…A
Pancho le gustaba mucho correr y saltar por el campo…
—Señorita,
te estás equivocando, yo soy un vago; prefiero esperar a que se vayan mis
dueños y ponerme la tele y comer palomitas sin parar.
—¡Pancho…
qué dices! Los perros no pueden hacer eso; tú tienes que hacer lo que yo diga.
—Creadora,
yo hago lo que quiero, para eso es mi vida y no quiero que mientas. Yo odio
correr.
—Perdona,
yo me llamo Gabriela y me estás empezando a cansar, pero quiero que hagas lo
que te digo.
—Creadora,
¿sabes qué?: después de comer palomitas llamo a mis colegas que están en sus
casas sin sus aburridos dueños y hago una fiesta por todo lo alto con comida,
bebida y con la música súper alta.
—Pancho,
es imposible hacer eso, te voy a coger de las orejas y te voy a matar.
—Ja,
ja, ja… qué gracia.
—¿Por
qué te ríes?
—Creadora,
me río porque no me puedes hacer nada, a menos que te introduzcas en la
historia.
—Muchas
gracias por la idea: voy a crearme en la historia y te voy a matar.
Empecé a escribir y me creé. Yo era la
cuidadora de perros y empecé a buscar la casa de Pancho. Tiempo después la
encontré. Estaba allí sentado, en el sótano, comiendo palomitas como me dijo.
—¿Sabes
quién soy? —le pregunté.
—Claro,
mi creadora. Te reconocería desde muy lejos.
—¡Pancho,
te voy a matar!
—Si
me matas tu historia se acaba, es mejor que nos llevemos bien.
—Vale,
Pancho, has ganado.
De repente, sonó el timbre. Corriendo,
acabé de escribir la redacción y me prometí a mí misma no volver a crear a
Pancho.
**********
DÍSCOLO PERSONAJE
María
Grau Flores (3º F de ESO)
Era
viernes por la noche y David había quedado con unos amigos para ir al concierto
que daban en su pueblo aquella noche. Tenía muchas ganas de ir porque también
iría Mónica, una chica que estudiaba en su facultad. Había hablado con ella un
par de veces. Era guapa, estudiosa, deportista y muy maja. Esperaba poder
pedirle una cita. Iba pensando cómo decírselo de camino, en el metro. Un par de
paradas después, se bajó y se encontró con Pablo, uno de los amigos con los que
había quedado. Juntos salieron a la calle y fueron con los demás.
El concierto empezó a las 11’30, con
media hora de retraso. Estaban en la pista bailando y, según pasaba el tiempo,
David se iba poniendo más nervioso. Al final, decidió ir a hablar con Mónica.
La buscó entre la gente y se acercó a bailar más cerca de ella. Pero entonces
vio que un chico algo mayor que él, a quien no conocía, la cogía por la cintura
y le daba un beso.
—Nooooo,
no, no, no, no… —dijo David— ¡No puedes hacer esto! —parecía muy enfadado.
Hablaba mirando al techo, sin dirigirse a nadie en concreto…
—…
¡Cómo que a nadie en concreto…! —ahora parecía indignado— ¡Me refiero a ti!
¡Tienes que deshacerlo ahora mismo!
—¿A
mí?
—A
quién sino.
—Pero
yo no puedo hacer nada, yo soy el narrador, solamente cuento lo que pasa.
—Entonces
me gustaría hablar con tu superior, ¿quién es?
—El
autor.
En ese momento, David gritó aun más
fuerte:
—¿Autor?¿Qué
narices estás diciendo?
Una voz en “off”, que solo David podía
oír contestó:
—Hago
lo que me parece mejor para la historia, lo que más gustará al público.
David estaba tan enfadado que parecía
que de un momento a otro iba a empezar a salirle humo de las orejas:
—¡Pues
a mí no me gusta! Te exijo que rectifiques ahora mismo.
Ahora, el que estaba más enfadado era el
autor. Parecían participar en un concurso para ver quién era capaz de ponerse
más rojo. En ese caso yo sería el juez, porque era el único que podía verlos a
los dos. Bueno, me estoy desviando del tema. El autor dijo:
—¡Tú
a mí no puedes exigirme nada! ¡Si no eres capaz de aceptar mis órdenes, me veré
obligado a tomar medidas!
Oh, oh. Uno de los focos, casualmente
situado justo encima de David se descolgó del techo y se cayó. Por suerte,
logró apartarse a tiempo. Pero poco después, antes de recuperarse del susto, el
codo de una mujer que bailaba a su lado colisionó sin querer con su nariz y
empezó a sangrar… Sintiéndolo mucho, me veo obligado a dejar de narrar antes de
que alguien resulte herido de gravedad. Todos vivieron felices y comieron
perdices.
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LA
REBELIÓN DEL PROTAGONISTA
Adrián
González Álvarez (3º F de ESO)
Una
suave bruma matinal envolvía con su manto las zonas más altas de las montañas;
por allí cabalgaba un gran caballero conocido en el continente por sus grandes
batallas. Cuando estaba llegando a la cima empezó a oír las afiladas espadas
chocando entre sí y ese agudo ruido que provoca el toque de esos fuertes
metales. Al llegar arriba, un bando enemigo estaba entrenando en aquella fría
mañana. Cuando vieron al caballero en su caballo, todos se abalanzaron sobre
él, ya que matar a aquel caballero era conseguir la fama mundial. El caballero
sacó su espada y empezó a matar a los soldados de aquel pequeño bando. Cuando
empezó a cansarse y a pensar que iba a ser derrotado, se dirigió al acantilado
de la montaña para suicidarse, y, de repente, sin que yo, el autor de esta
increíble historia, escribiera nada, dijo el caballero dirigiéndose a mí: “No
voy a hacer eso, llevas escribiendo mucho y llevo trabajando duro mucho tiempo,
y ahora me dices que me suicide, yo, el protagonista”.
Yo, el autor, y este personaje estuvimos
discutiendo mucho rato. En tanto tiempo que llevo escribiendo historias, nunca
me había pasado algo así: el personaje protagonista se estaba negando a hacer
lo que yo escribía; él me dijo que era un personaje muy importante y que
debería seguir en la historia, porque si no, no sería lo mismo y caería en
picado. Yo le dije que hiciéramos un trato, en el cual yo cambiaba la historia
y él seguía vivo y siendo el protagonista, pero a cambió, él nunca podría
volver a rebelarse contra su autor y
creador.
El caballero aceptó el trato y la
historia se siguió escribiendo con el caballero vivo y continuando con sus
éxitos en el campo de batalla. Y nunca más se rebeló contra su autor.
**********
LA
REBELIÓN
Alba
Rueda Carro (3º F de ESO)
Irma
era una chica rubia de ojos verdes claros como el pasto. Era un poco feílla la
pobre, así que se ponía una bolsa en la
cabeza para disimular su cara…
—Eh,
tú, ¿cómo que fea?, ¡tú sí que eres fea!
—Espera,
espera, tú no eres real, ¿qué haces hablándome?
—Pues
mira, guapa, que sepas que cada personaje que creas se vuelve real, y tenemos
un serio tema del que hablar, vamos que me has llamado fes y creo que tú no te
has mirado al espejo.
—¡Qué
locura, el personaje que he creado se me está rebelando y encima me está
llamando fea, la muy desagradecida…
—Pero
bueno, que te estoy oyendo, o es que todavía no sabes de qué va el tema. Bueno,
ahora vas a coger y me vas a hacer guapísima, con ojos morados, alta y con un
novio guapísimo, ¿estamos?
—Sí,
claro, te voy a dar a ti todo eso por la cara, tú flotas.
Coge un cuchillo y me amenaza con
matarme aquí mismo.
—Cuidado,
cuidado, ¿qué haces con eso en la mano?, te puedes hacer daño, cosa rara.
—Oig,
¡que me llamo Irma, y no soy una cosa, simple humana! Y a la que voy a hacer
daño es a ti como no me describas como te digo.
—¡Que
no te voy a hacer con ojos morados, ¿estás loca?, en todo caso me haría yo así.
—Vale,
yo puedo escribirme sola. No te necesito.
Se acerca con el cuchillo en la mano y
yo echo a correr.
—Estás
fatal de la cabeza, si no eres real no puedes matarme.
Paro de correr, pero ella no.
—¿Eso
crees?
Y, la verdad es que sí podía, sí, y
tanto que lo hizo.
Érase una vez… una chica de trece años
llamada Irma, era la más guapa del mundo entero: rubia, de ojos morados y con
un novio guapísimo…
**********
LA
TINTA REBELDE
Lucas
Rava Donadi (3º F de ESO)
Érase
una vez un chico llamado Juanjo que vivía en un pueblo medianamente grande
llamado Mate, en las afueras de Buenos Aires, en Argentina. Un día soleado,
Juanjo se dirigía a un encuentro violento con la mafia argentina, cuando
¡Juanjo se me rebeló!:
—No
señor, yo no pienso ir a ninguna parte.
—¿Por
qué?, se supone que tú tienes que hacer lo que yo escribo.
—Yo
no tengo problema, pero, eso sí, contra la mafia no me meto ni en pedo.
—Está
bien, cambiaré el texto.
—Perfecto
Juanjo se dirigía hacia una heladería
llamada La Veneciana, en la ciudad de La Plata. Juanjo estaba feliz porque iba
a comer su helado favorito, de dulce de leche granizado.
—No,
yo eso ni lo pruebo, eh.
—Eres
muy pesado, te lo comes y ya.
—No,
yo me como el de fresa y limón.
—Está
bien.
Juanjo, al final, se comió el helado de
fresa y limón. Era una elección muy, pero que muy, rara, pero bueno...
—Como
que rara, ¿eh?
—Lo
siento, pero tienes que admitirlo, ¿vale?
—No,
no y noooooo, me lo cambias rapidito.
—Te
vas a enterar…
De repente, Juanjo se tropezó con un
palo y se cayó y se golpeó la cabeza contra el suelo y murió al instante.
—Al
fin me he deshecho de ese pesado —me dije—, ya no escribiré con esta tinta.
**********
DÍSCOLOS PERSONAJES
Marta Soler
Herrero (4º E de ESO)
Estoy
escribiendo una historia de amor entre dos personajes: Samuel y Lorena, y
cuando se iban a besar…
—Lorena:
Ni en sueños me voy a besar yo con este tío. Es un pesado
—Samuel:
¿Pesado yo? Eres tú la que está todo el día quejándose por todo.
—Autor:
Eh, qué sucede, por qué no queréis estar juntos, tenéis una historia muy bonita
los dos.
—Lorena:
Eso lo dices porque la has escrito tú. Además, a mí me gusta Juan.
—Samuel:
¿Cómo que Juan?; él es mi hermano.
—Lorena:
¿Y qué pasa? Estoy enamorada de él y pensamos escaparnos juntos a otro libro.
—Autor:
¿Qué tiene de malo el mío?
—Samuel:
Pues sabes qué, Lorena, yo estoy enamorado de Claudia; nos besamos a escondidas
en los vestuarios.
—Lorena:
¡Es mi mejor amiga! Cómo se te ocurre…
—Samuel:
Pues igual que tú con mi hermano.
—Lorena:
No te quiero volver a ver. Adiós.
—Samuel:
Lo mismo digo, ¡adiós!
El autor, alucinado, vio como al irse
sus personajes las hojas de su libro se empezaron a tornar blancas y sin
contenido. Y así fue como el autor perdió el libro en el cual llevaba
trabajando dos años.
***********
HOMENAJE A DON MIGUEL DE UNAMUNO
Marta del Pozo
Peñafiel (4º E de ESO)
Era
una mañana de invierno cuando me levanté muy inspirada para seguir escribiendo
mi historia, que trataba de un príncipe y una princesa que estaban enamorados,
pero la princesa se daba cuenta de que en realidad no estaba enamorada del
príncipe, sino de otro chico. Cuando llegué a aquel punto solo me quedaba
encontrar el final a la historia, así que me senté y me puse a escribirlo.
Decidí que la princesa tuviese que
hablar con el príncipe y contárselo, y eso al príncipe no le sentaría muy bien;
acabaría llorando desconsoladamente. Cuando terminé la historia, de repente,
escuché la puerta. Me levanté y abrí.
Para mi sorpresa, era el príncipe, que
se había presentado en mi casa porque se había enterado del final de la
historia y no estaba de acuerdo.
Me miró con cara de enfado y me dijo:
—La
princesa no puede enamorarse de otro, ni mucho menos dejarme. Te pido que
cambies ese final.
Yo estaba bastante confundida, así que
respiré unos segundos y le contesté:
—Lo
siento, pero me ha costado mucho escribir el final, así que no lo cambiaré.
El príncipe se quedó pensando y, más
tranquilo, me dijo:
—Está
bien, no tienes por qué cambiar el final, pero, siendo así, solo te pido que yo
también pueda tener la oportunidad de enamorarme de otra princesa.
Le dije que necesitaba pensarlo y que
se lo diría cuando supiese la respuesta.
Unos días después me presenté en su
casa y le dije que no cambiaría el final, que lo sentía mucho. Al fin le hice
razonar y me dijo que lo aceptaría aunque no le gustase.
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EL NIÑO QUE SE REBELÓ PORQUE A SU NOVIA SE LA QUITARON
Adrián
Camarero Jurado (2º A de ESO)
Hace
dos años había un niño llamado Benito Pérez. Su novia se llamaba Susanahoria.
En las fiestas de Villanueva del Pardillo de 2017 la novia de Benito Pérez se
lió con un niño llamado Dani, y Benito se enteró y se empezó a rebelar
contra todo el mundo, e incluso contra
mí, sí, el que lo creó.
Le dije que no se pelease con Dani,
pero no me hizo caso y se empezaron a meter guantazos con la mano abierta, hasta que le pegaron un puñetazo a Benito dejándolo en coma crítico. Se despertó
antes de ayer y le dije que no se levantara, que se iba a hacer daño, y se me
rebeló y me dijo: “Porque lo digas tú lo tengo que hacer…”, y se rompió las
piernas y se las amputaron, y me dijo que me iba a partir a mí también las piernas con sus
piernas, y le dije: “¿Cómo?, si no tienes piernas”, y me contestó: “Me da
igual, te las parto”, y le dije que lo intentara, que no me iba a encontrar
porque estoy en su mente, y me dijo que yo estaba loco, y le dije que no, que
todo había cambiado. Yo le contradecía y él me decía lo que tenía que hacer, y
me decía que le hiciese la comida, a lo que yo le respondía que se la hiciese
él, a lo que me respondió: “Pues me voy a comer”, y le contesté: “No puedes,
porque no tienes piernas...”. Y esto fue lo
que pasó con Benito Pérez, con Susanahoria, con Dani y conmigo. Al final el
niño tuvo otra novia y ahora está contento.
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¿CÓMO DISCUTE UN PAN? (DIÁLOGO).
PANES Y PANES (3)
PANES Y PANES (3)
Iker Otiñar
Crecente (2º G de ESO)
Yo-Érase
una vez unos amigos de pan que eran caníbales porque comían pan…
Pan-Espera,
espera, espera, espérate esperando de forma esperada: ¿Cómo que caníbales?
Yo-Sí,
es mi Historia, empana’o, yo hago lo que quiero.
Pan-Te
equivocas, soy el protagonista y soy importante.
Yo-Cállate
y trabaja trabajando ya en mi Historia escrita por un escritor que escribe, que
soy yo.
Pan-Cállate
tú de forma callada y mantente en silencio que esta es mi historia escrita por
mí.
Yo-¿Pero
qué me estás contando de forma contada? Si no puedes escribir en una hoja, si
ni siquiera existes…
Pan-Pero
soy el protagonista y hago lo que quiero, por eso es mi historia, porque habla
de mí.
Yo-Te
propongo que si me dejas hacer una historia graciosa no hablo más de ti.
Pan-Vale.
Yo-Como
iba diciendo: Érase una vez un pan que esta vez no era caníbal porque me obligó
obligándome de forma obligada a modificar la historia, pero me estoy hartando y
le doy la vuelta a la hoja…
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Por
eso el pan realmente sí era caníbal, porque comía pan de pan con pan que sabe a
pan con sabor a pan y forma de pan. Y ¿por qué hablo de él como quiero? Pues
porque él solo se puede comunicar en la primera cara de esta hoja.
Como te he dicho diciendo de forma
redicha, él no me puede fastidiar, fastidiándome, de forma fastidiada, la
Historia redactada en una redacción que se redacta.
El pan tenía cara de pan y por eso me
entraban ganas de ahogarle de forma ahogada en una barra de pan con pan y,
bueno, amigos amistosos que le dedican tiempo temporal a la lectura leída de
mis redacciones redactadas, os agradezco agradecidamente que la hayáis leído,
pero bueno, mi redacción finaliza a la de 3: 1… 2… 3.
EL DESCONTROL
Marta
Gutiérrez Martín (2º G de ESO)
Era el
primer día después de verano; estaban todos los alumnos deprimidos como yo. No queríamos
que acabara el verano, pero se acabó. En mi clase estaban Marta, Paula, Naiara…
y muchas más niñas con nombre bonito. Y después estaba yo, Xenophiliousla.
Todas las chicas tenían novio, menos yo, en 2º de Bachillerato, era raro no
tener novio, pero yo era fea, y me llamaba Xenophiliousla…
—¡Eh!,
para, para, para… —dijo Xeni.
Me rayé y dije:
—¡Qué!
En un instante mi personaje de cuento
salió del libro:
—No
permitiré que me trates así —dijo—. Primero me llamas Xenophilious y después me
dejas sin novio y apartada… No, no. ¡Qué te he hecho!
Me paralicé; no me lo creía, pero tuve
que reaccionar:
—Yo te
he creado, por favor, vuelve a la Historia, no es cosa tuya.
—Eh,
perdona, sí es cosa mía, chavala, ¿vale? Yo soy la "prota"; si quieres que vuelva
trátame mejor —me dijo.
—Vale,
vale, cambiaré un poco la historia —dije yo.
De repente, vi una luz negra y me
desperté encima del papel con la Historia. Pero estaba terminada y terminaba
con que conseguía un novio. No sé si pasó lo que pasó de verdad, pero sabía que
yo no había escrito esa Historia.
**********
MI HISTORIA
Pablo Martínez
Rogina (2º G de ESO)
En una
villa lejana, hace mucho tiempo, en una casita vivía un herrero noble que
vendía sus armas al palacio real. Cada día acudía un caballero del castillo
para recoger las armas:
Herrero—Buenos
días, caballero, ¿qué quiere que le venda hoy?
Caballero—Lo
de siempre, viejo amigo.
Herrero—Vale,
pues… un momento… ¿por qué me salen las palabras de la boca como si estuvieran
programadas? ¿Qué me está pasando?
Narrador—Cállate
y sigue el programa.
Herrero—¡Y
una mi*****!
Narrador—¡Corten!
¿Pero se puede saber qué narices te pasa?
Herrero—¡Soy
un hombre libre y puedo hacer lo que quiera con mi vida! De hecho… ¡Ya no
participo en tu historia!
Narrador—¿Cómo
dices? Gracias a mí has cobrado vida y harás lo que yo te digo, porque si no…
Herrero—Si
no, ¿qué?
Narrador—¿Me
estás desafiando? Vale, vale…
Y el herrero murió por un caballo que
le dio una coz y se cayó por un precipicio.
Fin
Narrador—Bueno,
la verdad es que me da pena, lo voy a revivir.
Herrero—¡Ni
puñetera gracia! Si quieres que participe en la Historia, necesitaré que me
hagas rey.
Y el herrero volvió a morir por un
meteorito.
Narrador—Qué
se cree que le voy a dar vida para que me venga a tocar las narices. Bueno,
¡acción!
En una
villa lejana, hace mucho tiempo…
Fin.
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