Y SEGUIMOS IMAGINANDO A ESOS POLIFEMOS
QUE
CON FRECUENCIA NOS ROBAN LA FELICIDAD
**********
UN
POLIFEMO LLAMADO ÁLVARO
SOFÍA
FERNÁNDEZ ROBLEDO (4º F DE ESO)
Hoy
es el primer fin de semana de verano y mirarla desde lejos ya se ha
convertido en mi rutina diaria. Conozco sus detalles más simples y
ocultos, esos detalles que la gran mayoría de gente no se molestan
en observar. Su cabello liso cae sobre su espalda con un color más
claro de lo normal, ella afirma que es gracias al efecto del sol, y
es que el sol la hace todavía más bella. Sus ojos, uno de cada
color, están limitados por la oscuridad de sus pestañas. No suele
vestir nada del otro mundo, le basta y le sobra con una sudadera
ancha y unos pantalones vaqueros que, aunque no se ajustan a su
delgada figura, dejan entrever pequeñas partes de su piel que anhelo
tocar.
Algunos
dirían que esto es una obsesión, opinión que yo no compartía
hasta el momento en el que llegó él. Se hacía llamar Álvaro,
quizás un nombre demasiado común para lo que me hizo sentir. Su
pelo negro azabache contrastaba con sus ojos azules, unos ojos que
fijaron su mirada en ella, en su boca, formada por unos labios
gruesos y una dentadura perfecta. La habló como yo nunca me atreví
a hacerlo, la halagó con los piropos que yo no pronuncié, y
finalmente la enamoró como yo siempre deseé.
Ese
chico despertó mi rabia y jugó con ella. Cuando la volví a mirar
de lejos solo veía sus manos enlazadas a todas horas, su dedo pulgar
la acariciaba en constante movimiento, y de vez en cuando él la
besaba sin avisar, haciendo que el mundo se me viniera encima. Ahora
mi vida no tenía sentido, los libros de género romántico habían
cambiado a sus protagonistas. Antes me recordaban a ella y a mí,
pero ahora el que conseguía a la chica no era yo, sino Álvaro; yo
solo era el tercero y, como dice el dicho popular, tres son multitud.
Para
acabar con este sufrimiento, le escribí una carta como esas que se
escribían antiguamente. Primero le expliqué mi complicada situación
con respecto a su nuevo novio así como mis sentimientos más
íntimos, después la citaba en lo alto del mirador de Madrid;
finalmente firmé con las letra A.P que, aunque puede que pensara que
eran las siglas de mi nombre, se referían a las palabras “Amor
Platónico”, porque ese era el tipo de amor que sentía y me estaba
destrozando por dentro.
Eran
las seis de la tarde y ya me encontraba en el mirador. Cuando ella
llegó, unos diez minutos más tarde, lo único que le dije fue: “Te
quiero”. Su reacción fue algo inesperada, se quedó mirándome
unos segundos y cuando pudo reaccionar se dio media vuelta y se fue.
Mientras mis lágrimas caían en medio de aquellas preciosas vistas,
solo podía pensar en el sentimiento de tristeza que me carcomía.
Siempre quise sentirme a tres metros sobre el cielo como en aquel
libro de Federico Moccia, pero nunca lo imaginé sin su compañía.
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LA
FLECHA DE AMOR PROHIBIDO
ALBA
GERMÁN GONZÁLEZ (4º F DE ESO)
Psique,
hija de un rey de la tierra, era considerada de una belleza sublime y
sobrenatural. Su padre exhibía su asombrosa belleza al mundo entero.
Hombres y mujeres de todos los reinos cercanos y no tan cercanos
viajaban para ver el magnífico espectáculo que Psique ofrecía.
Cuando esto se convirtió en rutina, Afrodita, diosa de la belleza,
enfureció debido a que los hombres ya no iban a admirarla a ella.
Ahora toda la atención estaba puesta en Psique.
Afrodita
decidió mandar a Eros, más conocido como Cupido, a lanzarle una
flecha a Psique que la haría enamorarse del hombre más horrible y
ruin que existiese. Eros, decidido y convencido, se disponía a
llevar a cabo la orden de Afrodita. El dios del Amor pronto localizó
a Psique y se dispuso a lanzar la flecha. Quiso esperar a lanzarla
cuando pudiese verla la cara, ya que en ese instante ella se
encontraba dada la vuelta y él quería ver cómo sufría al clavarle
la flecha. Y en ese mismo instante, como si Psique hubiese la notado
la presencia de Eros, se dio la vuelta. Ambos quedaron fascinados
ante la belleza singular de cada uno. Fue amor a primera vista.
Cautivados por dicha sorpresa, se hicieron saber el amor que sentían
el uno por el otro. Afrodita, que no tardó mucho en enterarse de lo
sucedido, puso en marcha un plan para matar a los enamorados. A Eros
por desobedecerla y Psique por haberla quitado el honor de ser la
diosa de la belleza. Afrodita, que nunca se exponía ante los
peligros, mandó a Polifemo, uno de sus cíclopes, a matar a ambos.
Este, acatando órdenes estrictas de Afrodita, se enfrentó a Eros en
una intensa batalla. Cuando finalmente Polifemo consiguió abatir a
Eros, Psique -enormemente conmovida- fue a abrazarlo y antes de que
Polifemo la matase, pronunció: “Ni matándonos conseguirás
arrebatarnos el amor”.
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MALDITA FAMA
ALEJANDRA CRUZ CLEMENTE (4º F DE ESO)
Era
evidente que a alguno de nosotros le acabaría pasando, pero… ¿en
serio?, ¿me tenía que pasar a mi? Yo ya sabía que eso de vivir los
siete juntos en una sola casa iba a tener sus consecuencias, y claro
que las ha tenido.
Mi
madre lleva inculcándome desde pequeño que eso del amor entre dos
personas del mismo sexo no es normal. “Min Yoongi, estás demasiado
pegado a ese niño”, “Min Yoongi, ¿cómo vas a dormir con tu
amigo?”. Y bueno, entiendo que aquí en Corea no esté bien visto,
pero… es amor.
Cuando
entré al grupo, BTS, nos dejaron a todos bastante claro que las
relaciones estaban prohibidas, tanto dentro como fuera del grupo,
pero era nuestro primer verano juntos y en nuestras vacaciones
decidimos ir a la playa a descansar, ya que en nuestra agencia no era
muy fácil eso de estar relajados.
Él
era simplemente perfecto, era agradable, risueño, adorable y guapo.
Era guapísimo, al menos para mí.
Ese
verano no pude evitarlo, volví a la agencia con un peso más encima:
me había enamorado de él. Park Ji-min, cantante y bailarín
principal del grupo, de ese mismo grupo en él que me habían
prohibido enamorarme.
Hice
lo que pude por olvidarme de él, le evitaba, le contestaba mal,
intentaba dejarle claro que no me gustaba y que no quería estar
cerca de él, pero era tan insistente… y me gustaba tanto… Se me
iba haciendo cada vez más difícil ignorarlo, y cuanto más me
insistía más me enamoraba.
Un
día me dijo algo que hizo que todos mis esfuerzos por olvidarle se
destruyeran en cuestión de segundos: “Me gustas”. Esas simples
palabras pusieron mi mundo del revés, solo le quería a él,
necesitaba estar a su lado.
Ambos
estuvimos pensando muchísimo lo nuestro, al fin y al cabo formando
parte del grupo estábamos cumpliendo nuestro sueño, nos estábamos
dedicando a lo que siempre habíamos querido y estábamos haciendo
feliz a mucha gente; sin embargo, estando juntos estaríamos
desperdiciando todo el esfuerzo que habíamos realizado hasta ese
momento, pero cada día que pasaba se me hacía más complicado no
poder demostrarle lo mucho que realmente le quería.
Hablamos
con el resto de los chicos y nos dejaron claro que ellos nos
apoyarían, pero ese nudo que llevaba en mi garganta durante casi
tres meses no se iba, puesto que quien realmente me preocupaba era
nuestro jefe. Ambos estábamos ante un gran dilema: el grupo o
nosotros.
Pasó
un tiempo y seguíamos sin saber qué hacer. A veces nos veíamos a
escondidas, con cuidado de no ser pillados por ninguna cámara,
cuando de repente pasó lo que más temíamos: nuestro jefe nos pidió
una reunión a solas. Ahí supimos que todo se había acabado,
nuestro sueño se iba a destruir, o eso pensábamos.
Nunca
pensamos que una reunión en solitario con nuestro jefe podría
hacernos tan felices, después de todo nos había cogido cariño. A
pesar de que descubrió que entre nosotros había algo más que
amistad, después de pensarlo mucho decidió respetarnos, pero nos
pidió discreción. Nada nos podría haber hecho más felices,
después de tantos meses de lucha por fin puedo sentirme seguro a su
lado y demostrarle sin miedo lo muchísimo que le amo, lo muchísimo
que amo a Park Jimin.
Lo
siento, mamá, no te habrá salido un hijo “normal”, pero te
puedo asegurar que es enormemente feliz.
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LA
HISTORIA DE MI ABUELO
GABRIELA
ÁLVAREZ TAGLIANI ( 4º F DE ESO)
Querido
diario:
Esta
es una historia de la que me gustaría no olvidarme por eso te la
cuento a ti, porque por mucho tiempo que pase, siempre la recordarás.
Estaba
sentado en el sofá con mi abuelo y, como todas las tardes, mi abuelo
me contó una historia de cuando era joven, o como él decía “de
sus tiempos mozos”.
—Hoy,
Miguel, te voy a contar una historia muy especial. No va ser como las
que te suelo contar en las que hay batallas y luchas. No, esta
hablará sobre el amor.
—Jope,
abuelo, yo quería una con peleas —dije un poco molesto.
—No
te preocupes, estoy seguro de que te va a gustar —dijo con una
sonrisa en la cara.
—Bueno
vale, pero empieza ya que me aburro.
—Está
bien, está bien—respondió—. Mi abuelo se acomodó en su silla,
bebió un sorbo de su café y empezó a contarme su historia:
Estaba yo en la plaza con mi mejor amigo, habíamos terminado el
Bachillerato y ya era verano. Nos sentíamos genial, habíamos
terminado una etapa, empezaría otra y en medio podrían pasar muchas
cosas. Un día nos fuimos a una fiesta en la plaza para celebrar el
fin de curso, estaban todos nuestros amigos y, aunque a mi no me
apetecía ir, iba a ir una chica muy especial para Peter, mi mejor
amigo, y no podía negarme, ya que él me ayudó a conquistar a tu
abuela.
—¿Y
qué pasó? Peter y la chica... ¿cómo acabaron?
—Paciencia,
todo a su tiempo justo.
Mi
abuelo volvió a dar un sorbo al café y continuó la historia de él
y su amigo Peter. Un rato después de llegar a la plaza, Peter se
armó de valor y fue a hablar con la chica. Yo me encontré de
casualidad con María, tu abuela, y me quedé un rato hablando con
ella; cuando vi que Peter no regresaba, lo cual significaba que le
estaba yendo bien con la chica, acompañé a María a su casa y nos
despedimos con un beso tan apasionado que nos queríamos separar
nunca.
—Ay,
abuelo, ¡qué asco!
—Jajajaja,
pues que no te dé mucho asco, porque dentro de poco serás tú el
que quiera dar besos.
—De
eso nada, yo no voy a besar a nadie.
—Bueno,
bueno, no hablemos de más que nunca sabes lo que te puede deparar el
futuro.
Y
así, como la mayoría de las veces, mi abuelo tenía razón. Unos
pocos años después me enamoré y acabé besando a un chico, que
terminó siendo mi pareja hasta el día de hoy. A mi abuelo siempre
le gustó meterse conmigo y hacerme bromas cuando era pequeño.
—De
acuerdo, abuelo. Venga, prosigue la historia.
—Vale,
ya voy. Al final Maria acabó entrando en casa y yo volví a la
plaza a ver si encontraba a mi amigo. Nada más llegar a la plaza, lo
encontré apoyado en una farola con una sonrisa de oreja a oreja; le
pregunté qué tal le había ido con la chica y me contó que se
habían ido a dar una vuelta, y al final de la velada se despidieron
con un beso que no le dejaría dormir en unos cuantos días. Acompañé
a Peter a su casa porque estaba demasiado en las nubes como para
centrarse en llegar bien a su casa. Pasaron los días y todo iba
bien. Peter empezó a salir con esa chica y yo seguía estando con
María, a veces quedábamos los cuatro, otras solo María y yo, y
otras únicamente Peter y yo para hablar de nuestros cosas. A
mediados de julio organizamos un viaje para irnos de tour por Europa,
Peter y yo estábamos muy emocionados, era nuestro tercer viaje
juntos y sin padres. Las semanas anteriores al viaje, Peter empezó a
sentirse más cansado y fatigado, le costaba más de lo normal hacer
las cosas y se pasaba el día tosiendo. No le dimos importancia,
queríamos ir al viaje y lo llevábamos planeando durante una semana.
Finalmente llegó el primer día de nuestro viaje tan deseado. El
plan era ir primero a Alemania, luego a Suiza y acabar visitando
distintas ciudades de Italia. Los primeros días en Alemania todo fue
bien, Peter mejoró con su fatiga y su tos casi desapareció, pero el
día antes de que nos fuéramos a Suiza Peter cayó desplomado en
medio de la habitación donde estábamos. Llamé a una ambulancia y
lo acompañé al hospital, avisé a sus padres de lo sucedido y
antes de darme cuenta estábamos los tres sentados en la habitación
esperando que el doctor nos dijera qué había ocurrido. Yo creo que
los tres pensamos que sería una simple deshidratación o un fuerte
dolor de cabeza que se pasa con dos o tres días de descanso. Y ojalá
hubiera sido eso porque ninguno de los tres estábamos preparados
para escuchar esas palabras.
—¿Qué
pasa, abuelo? ¿Qué le pasa a Peter? —dije con voz nerviosa y
sobresaltada mientras cerraba los puños con fuerza.
En
ese momento mi abuelo no sonreía como solía hacerlo, ni me hacia
bromas con el tema del amor y los besos, estaba triste; yo lo noté y
aunque mi abuelo se quedó callado unos minutos, yo ya suponía cuál
sería la respuesta del doctor.
—El
doctor vino a la sala de espera y nos dijo que Peter tenía un cáncer
terminal, también nos dijo que nos nos culpáramos por no haber
podido detectarlo antes, a veces la enfermedad es imprevisible.
Entramos en la habitación donde estaba Peter, intentabamos no llorar
pero era casi imposible; cuando vi a Peter en la camilla no estaba
triste, estaba sonriendo y lo primero que me dijo fue: “Siento
haber estropeado el viaje”. En ese momento lloré como nunca había
llorado jamás, mi amigo estaba en una camilla sufriendo y yo no
podía hacer nada, me sentí muy impotente y lo único que podía
hacer era estar feliz por Peter. El doctor nos dijo que solo le
quedaba un año de vida como mucho, y así fue, en un año vi cómo
mi mejor amigo se consumía poco a poco.
—Lo
que más recuerdo de esos momentos, Miguel, no son los médicos y las
enfermeras yendo y viniendo, ni los miles de cables que tenía
conectados; no, lo que más recuerdo es esa sonrisa de oreja a oreja
que tenía siempre, daba igual cuánto sufriera, él siempre sonreía
para que todos estuviéramos contentos. Así es como termina esta
especial historia. Miguel, espero que siempre la recuerdes igual que
yo lo hago, porque si se me olvida algún día, quiero que tú me la
recuerdes. También quiero que me recuerdes lo afortunado que soy por
poder estar donde estoy y por poder vivir mi vida de principio a fin.
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VACACIONES
DE VERANO
LUCÍA
GALÁN JIMÉNEZ (4º F DE ESO)
Se
acercan esos días de verano que todos esperamos para que nos den las
vacaciones. Este año mi padre tiene pensado ir a un hotel de 5
estrellas que está situado en una isla grande y lujosa. Mi padre es
el típico hombre al que le gusta presumir de dinero, es un creído.
A mí en cambio no me gusta presumir de ello, siempre he sido más
humilde. Nunca he tenido muy buena relación con él, será por eso
por lo que no me apetecía ir con él. Cuando yo era pequeño mi
padre nunca estaba en casa, siempre estaba trabajando y las únicas
personas que me cuidaban eran mi madre y mi tía materna. Mi madre
murió en un accidente de tráfico cuando yo tenía quince años. Un
año después, mi tía se mudó a otra ciudad con su familia, yo
quería irme con ella pero me daba pena dejar solo a mi padre aunque
él nunca estuviese conmigo. Tuve una época un poco complicada y no
me quedó otra que apañármelas solo en casa. Ahora que tengo
diecisiete ya llevo mejor la muerte de mi madre y la relación con mi
padre, así que si lo pienso bien, tampoco es tan malo ir con él de
vacaciones.
Aquel
día el despertador sonó pronto. Eran las seis de la mañana, eso
significaba que en dos horas tenía que salir de casa para ir al
aeropuerto. Eran ocho horas de avión. Cuando llegué me sorprendió
bastante el hotel. Era enorme, cómodo, tenía varias piscinas y
jacuzzis, incluso una pista de tenis y otra de volley y las
habitaciones eran gigantes. El primer día que llegamos decidí no
hacer nada más que instalarme en la habitación y descansar.
La
semana se me pasó muy rápido, me lo estaba pasando genial y encima
había conocido a un grupo de chicos de mi edad con los que me
llevaba muy bien. Este finde uno de ellos celebraba una fiesta en su
yate privado y, por lo que decía la gente, tenía pinta de ser un
fiestón.
—Papá,
esta noche no me esperes, que me quedo a dormir en casa de un amigo.
—Vale,
hijo. Ten cuidado y pásalo bien.
Salí
de la habitación y mis amigos me estaban esperando abajo. Fuimos los
primeros en llegar a la fiesta, ya estaba todo preparado, había todo
tipo de comidas y bebidas. A las 23:30 se empezó a llenar el yate de
gente que no conocía y a las 00:30 empezaría a tocar el DJ. Pasaron
las horas superrápido, después de tanto bailar decidí dar una
vuelta y me encontré con ella. Era una chica guapísima y no sé si
fueron los efectos del alcohol o qué, pero cuando pasó por mi lado
sentí cómo se me paraba el corazón durante un segundo y me
bombardeaba cada vez más fuerte. Cuando por fin pude reaccionar fui
tras ella, pero ya la había perdido de vista. La fiesta terminó
pero yo no hacía más que pensar en ella. Ojalá volviera a verla
pronto.
Eran
las ocho de la mañana cuando llegué a la habitación del hotel, me
tumbé en la cama y descansé un buen rato. A las 13:30 me desperté
pensando en ella y decidí dar una vuelta a ver si con un poquito de
suerte la veía.
—Ni
rastro de ella.
—Pero
¿ seguro que la viste ? —me preguntó Mario.
—Claro
que la vi, me acuerdo perfectamente de ella.
—No
sé, Rubén, ayer bebiste un poco.
—Ya,
pero no estoy loco y te aseguro que la vi.
—Bueno,
pues a lo mejor te puedo conseguir su nombre, hay muchos a los que
conozco de la fiesta.
—¿Me
harías ese favor?
Y
después de esta conversación con su amigo se quedó más tranquilo.
Al
final, Rubén consiguió el nombre de la chica y, gracias a eso,
empezaron a seguirse en instagram, quedaron varias veces y terminaron
siendo novios. Pero Mario conocía a Lucía desde la guardería y
siempre había sentido algo por ella, así que se puso tan celoso que
consiguió separarlos. A Mario lo expulsaron de la universidad por
robar y, por fin, se quedaron Rubén y Lucía tranquilos, sin que
nadie los molestase.
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UN
POLIFEMO PERRUNO
ALBA
GENEROSO VERA (4º F DE ESO)
Clara
era alta, morena y de ojos verdes. Era una chica muy maja, agradable
y amante de los perros. Vivía en un piso en el centro de Madrid con
su perro Bruno, un bulldog francés no muy grande, blanco y de ojos
oscuros y grandes. Su perro era lo más importante para ella, estaba
todo el día con él. Clara solía atraer a muchos chicos, pero a
ella no le acababa convenciendo ninguno de ellos y, como no
encontraba el amor por ninguna parte, decidió descargarse una
aplicación para ver si así conseguía encontrar a su media naranja.
Pasó el tiempo y conoció a un chico llamado Mario. Era alto,
fuerte, moreno y de ojos azules. Clara decidió quedar con él un día
para seguir conociéndolo y poder hablar en persona. Se citaron una
noche en un bar céntrico de Madrid, no dejaron de hablar durante
toda la noche. Clara volvió muy contenta a casa, por primera vez
sentía que se entendía con alguien a las mil maravillas. Siguieron
quedando más días. Clara empezó a estar más en la calle con Mario
que en casa con Bruno. Su pobre mascota se pasaba el día solo.
Mario
y Clara eran una pareja magnífica, pero Bruno se hartó de estar
solo así que decidió poner fin a la relación aprovechando que
Mario iba de vez en cuando a la casa de Clara. Desde ese día cada
vez que Mario iba a casa de Clara, Bruno le ladraba y le molestaba
hasta conseguir ponerle de los nervios, y así una y otra vez hasta
que dejó de ir a casa de Clara. Esta tuvo que elegir entre quedarse
con Mario o con Bruno. Finalmente, Clara decidió quedarse con Bruno,
pues al fin y al cabo él siempre había estado con ella. Mario no se
lo podía creer: le habían dejado plantado por un perro.
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AMORES
QUE VAN Y VIENEN
LUCÍA
GENEROSO VERA (4º F DE ESO)
Está
historia trata de una pareja llamada Laura y Daniel. Se conocían
desde hacía mucho tiempo, los dos vivían en Madrid en la misma
urbanización, iban al mismo colegio y desde pequeños ya eran muy
amigos. Después en el instituto fueron a diferentes clases. El
último curso, en segundo de bachillerato, Daniel tuvo que irse a
vivir a Barcelona debido al trabajo de su padre; así que dejaron de
verse, pero aun así seguían manteniendo contacto. Fueron pasando
los años y cada uno fue haciendo su vida, se dejaron de hablar,
incluso Laura perdió el número de teléfono de Daniel.
Doce
años después, cuando Daniel y Laura ya tenían treinta años, él
volvió de nuevo a Madrid en busca de Laura, la chica de la que había
estado enamorado desde siempre, pero ella no lo sabía. En ese
momento, Laura llevaba cerca de un año con un chico llamado Álvaro.
Daniel la buscó por el barrio pero nadie sabía de su existencia.
Sin embargo, en el momento menos esperado oyó una voz muy parecida a
la de Laura y cuando se dio la vuelta vio que era ella. Laura lo vio
y fue corriendo a abrazarlo. Estuvieron hablando durante horas, por
un instante Daniel había perdido la esperanza de recuperar a Laura
ya que le había contado lo de Álvaro, pero él no se iba rendir así
como así.
Laura
empezó a quedar con Daniel todos los días aunque Álvaro y ella
seguían juntos. El tiempo pasaba y Laura empezó a enamorarse de su
amigo de la infancia. Además poco tiempo después, Laura pilló a
Álvaro con otra chica. Muy decepcionada, llegó a casa y cortó con
él. Fueron unos días muy tristes para ella, pero Daniel no se
separaba de ella. Por fin se decidió: le confesó que estaba
enamorado de ella. Ella le respondió con un beso y comenzaron a
salir juntos. A veces los amores de la infancia vuelven para hacerte
feliz.
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LA
DROGA, EL POLIFEMO QUE QUISO MATARME
MARÍA
BLÁZQUEZ COBO (4º A DE ESO)
Era
verano de 2014, acababa de cumplir diecisiete años y ya me había
dado mi primera sobredosis. Me desperté en el hospital con mi
hermano y mi padre, ambos dormidos. Menos mal, tenía más vergüenza
que miedo.
Aguanté
treinta y seis días limpia hasta que me encontré a Alyssa. Nuestra
relación no era la de un camello y su adicto, o eso creía yo. Nos
conocimos tres meses antes de que yo comenzara con la etorfina y el
cloretilo, luego nos metimos juntas en la cocaína y el xanax.
Alyssa
repudia todo lo medianamente relacionado con la rutina, la
mediocridad o lo normativo. Ella siempre me dice: “todo o nada”,
es difícil de soportar a veces. Pero todos mis “amigos” se
alejaron de mí cuando se enteraron de lo de mi madre, todos me
juzgaron cuando empecé a meterme. “No querrás acabar como ella”
era lo que se reflejaba en sus miradas. Y mi cara respondía de
manera muy poco sutil: sí, somos las dos unas yonkies.
Bueno,
continuando con la historia. Llevaba treinta y seis días limpia
cuando me encontré con ella. Esperaba un “enhorabuena” o un “te
he echado de menos”, pero no. Recibí un abrazo, pero a medida que
avanzó la tarde me di cuenta de que Alyssa se sentía traicionada,
sentía que la había dejado sola, que ya no era de las suyas.
Insistió mucho en que fuéramos de fiesta, yo no quería ir, tenía
miedo de recaer. Pero al final accedí, con la condición de que ella
no consumiría. No me acuerdo muy bien de lo que ocurrió en la
fiesta, pero sé que inhalé popper y consumí cannabis.
Gracias
a todo esto, entendí que quien te quiere nunca te querrá ver así,
nunca querrá que te destroces el tabique, los pulmones o el hígado.
Las relaciones que te da la droga, la droga te las quita. Ahora
estaba sola, por muy duro que fuese, éramos mi problema y yo contra
todo.
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POEMAS
SOBRE EL TRISTE CAMBIO CLIMÁTICO
FECHOS
AL GLORIOSO ESTILO DE LA FUERTES
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FLOTANDO
ROBERT
SEBASTIAN VERES (1ºF DE ESO)
Este
mundo nos está aguantando,
pero
poco a poco lo estamos matando
por
culpa de nuestro increíble maltrato.
Creo
que si sigue así se terminará cansando
y
nos dejará flotando en el espacio.
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CAMBIO
CLIMÁTICO
NATALIA
GALLARDO BARTOLOMÉ (1ºE DE ESO)
El
cambio climático empezó hace ciento ochenta
años,
antes de que existiera reciclar.
Yo
huí de todo aquello que estaba en
los
alrededores, de la suciedad
y
de la contaminación.
Las
causas son de las más diversas,
como
la gasolina.
En
los últimos años, en los bosques,
se
ha elevado la contaminación
por
culpa del calentamiento global.
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EL
MAR
SARAY
UZCATEGUI ESPELETA (1ºF DE ESO)
Sin
azul no hay verde,
sin
agua no ha vida.
Ese
es el problema
del
clima: está cambiando
por
nuestra culpa.
Si
reciclamos, la curamos.
Porque
pronto morirá.
No
tiréis el plástico al mar,
si
no, los peces morirán.
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¡LA
MADRE TIERRA ESTÁ HARTA!
STEPHANIE
REYES CRUZ (1ºE
DE ESO)
A
todos nos preocupa el medio ambiente.
¡La
madre Tierra está harta!
El
aumento del calentamiento global afecta
a
la vida silvestre.
La
Tierra está calentándose porque hay más gas,
más
CO2.
¡Muchas
plantas y animales mueren,
porque
el clima cambia!
**********
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