IES SAPERE AUDE


miércoles, 18 de septiembre de 2019

EN TORNO AL "ANIMISMO"


Tenemos el gusto de dar comienzo a esta literaria y humanística singladura al abrigo del académico marco en aras de hacer llegar al mayor número de lectores los magníficos escritos de los alumnos del “IES Sapere Aude” de Villanueva del Pardillo. En esta ocasión los inquietos estudiantes han incursionado en el “ANIMISMO”, entendido en las acepciones 2ª y 3ª recogidas en el Diccionario de la Real Academia:
Imaginando que muebles o electrodomésticos adquirían vida han perpetrado magníficos escritos. Aquí ofrecemos tres seleccionados de entre los llevados a cabo por los alumnos de 3º F de ESO:



MARLY
María Grau Flores (3º F)

Mi abuelo tenía una biblioteca. Era enorme, como las de las películas: una sola cuadrada con estanterías que llegaban hasta el techo y una mesa redonda en el centro. El suelo estaba casi por completo cubierto con alfombras, mantas, cojines y algún que otro colchón, para leer cómodamente.
Me encantaba ir allí; cada semana escogía un libro para leer y gracias a ellos empecé a conocer a grandes poetas, escritores y dramaturgos desde muy pequeña. Siempre iba los lunes, después de clase y me pasaba toda la tarde leyendo.
Tenía por costumbre llamar a la puerta antes de entrar, pero ese día no lo hice. Estaba muy emocionada porque había sacado muy buena nota en un examen, y entré corriendo para contárselo a mi abuelo. Me quedé petrificada, todavía con el pomo de la puerta en la mano sin saber muy bien cómo reaccionar. Mi abuelo estaba manteniendo una conversación acalorada con la estantería, o eso parecía. Por un momento temí que se hubiera vuelto loco, hasta que me fijé mejor y vi que el mueble estaba algo encogido, con las baldas de arriba inclinadas hacia abajo, como en señal de arrepentimiento. Entonces, temí haberme vuelto loca.
Mientras intentaba procesar lo que veía, lo que me estaba resultando bastante difícil, porque parecía que mis ojos habían roto toda comunicación con mi cerebro, mi abuelo y, aunque pareciera imposible, la estantería se giraron hacia mí. Estuvimos unos segundos que parecieron horas callados, sin saber qué decir. Al cabo de un tiempo, titubeé:
—Tú… tú estabas… La estantería… —de nuevo, lo que pensaba mi cerebro no concordaba con lo que salía por mi boca.
—Cariño —contestó mi abuelo— este es Marly. Marly, esta es mi nieta.
Parecía que me estuviera presentando a otra persona. Pero la ya extraña conversación llegó a su punto más surrealista cuando Marly contestó: “Encantado”.
Creo que en ese momento me desmayé. Cuando desperté, en los cojines de la biblioteca con un libro en la cara, pensé que todo había sido un sueño. Hasta que mi abuelo me record el incidente diciendo:
—Creo que tenemos que hablar sobre lo que ha pasado antes.
Y entonces me explicó que Marly no paraba de tirarle libros a la cabeza y que había tenido que amenazarla con reemplazarla por una estantería de IKEA. Mi expresión le indicó que eso no era lo que yo esperaba de su explicación y entonces me dijo que, antes que suya, la biblioteca había sido de su abuela, y que él también se desmayó cuando descubrió su peculiar secreto. No sabía por qué era así, pero Marly le había hecho compañía desde siempre y era su mejor amigo. También me dijo que aquella biblioteca algún día sería mía… siempre y cuando le prometiese guardar el secreto.


****************************************************************************
LA AMIGA MÁS CÓMODA
Alba Rueda Carro (3º F)

Era un jueves 5 de septiembre, quedaba un día para mi cumple. Estaba súper emocionada, pero no sabía qué regalos quería, porque lo único que quería nunca se iba a hacer realidad: “resucitar a mi abuelo”.
Me fui a la cama, me puse los cascos a todo volumen con las típicas canciones que te deprimen mucho más y al final tu cara parece el Amazonas, pues esas. Empecé a preguntar en voz alta: “¿Por qué los abuelos no son eternos?”. Comencé a llorar esperando que alguien de mi casa me escuchara y me consolara. De repente oí una voz femenina que no había escuchado en la vida, me quité los cascos y la volví a escuchar, pero no se llegaba a entender lo que decía, era como si le estuvieran tapanco la boca, me levanto y oigo: “Ay, hija, gracias, casi no podía ni respirar”. Me giro lentamente con miedo y veo que la almohada de la cama tenía dos ojos azules enormes y algo aterradores, y como por debajo de ella una boca en la cama. Pegué un grito que se me escuchó hasta en América, bajé las escaleras lo más rápido que pude y busqué a mi familia, cuyos miembros se hallaban en la cocina. Llegué y, para mi sorpresa, estaban todos paralizados. Me alarmé muchísimo y llamé a una amiga que no me contestó. A la desesperada subí arriba para comprobar que no estaba mal de la cabeza, y no, no lo estaba; la cama estaba de pie y yo al no saber qué hacer me desmayé…
¿Dónde estoy?, ¿por qué estoy dormida?, esas fueron mis preguntas al medio despertarme. Estaba encima de mi cama, pero no en el suelo, sino en el cielo. ¡Mi cama está volando!
La cama al ver que ya estaba consciente me preguntó que si estaba bien; le respondí que sí, aunque no sabía muy bien qué responder. En vez de preguntar me limité a observar lo bonito que era el cielo desde allí arriba.
La cama me preguntó: “Oye, ¿cuál era ese regalo de cumple que tanto querías?”. Le respondí algo confundida: “Me gustaría ver a mi abuelo aunque sea la última vez”. Ella me contestó: “Pues no es tan imposible como pensabas”. Aterrizamos en una nube gigante y al fijarme bien en el panorama, allí, allí estaba mi abuelo sonriéndome y diciéndome: “¿Me has echado de menos?”. Corrí como un rayo hacia él y le di el abrazo más fuerte que he dado a alguien en la vida; llorando los dos de la emoción le pregunté entre sollozos: “¿Jugamos una última vez a la pelota? (que era algo que hacíamos todos los días antes de que falleciera), a lo que él me respondió: “No me apetecería hacer nada más”. Jugamos durante horas, pero de repente algo me distrajo; era la alarma. ¡Todo había sido un sueño!, miré a mi cama y la abracé muy, muy fuerte, le di las gracias por darme el mejor regalo del mundo.


****************************************************************************
¡LA NEVERA ESTÁ VIVA!
Lucas Rava Donadi (3º F)

Un día, sábado diez de marzo, me levantaba temprano para estudiar. Bajé las escaleras y me dispuse a prepararme una taza de Neskuik fresquita cuando…, de repente, la nevera se empezó a mover y me habló y me ofreció la botella de leche y yo, agradecido, pero a la vez asustado, la cogí y me preparé el Neskuik al mismo tiempo que charlaba con la nevera. La nevera me decía que amaba el frío y que no soportaba el calor y que lo que más le gustaba era recibir nuevos productos en su interior, porque eso significaba nuevos amigos.
Pasado el tiempo le pregunté a la nevera su nombre y ella con mucho gusto me dijo que se llamaba Frixi 3000 y yo le dije que la llamaría Frixi, porque el 3000 quedaba feo. Frixi me dijo que a ella le encantaba que le quitáramos los productos del interior porque le hacía cosquillas. Al día siguiente, Frixi y yo fuimos a dar una vuelta por la carretera, pero regresamos rápidamente porque Frixi empezaba a sentir calor en su interior.
Pasaron los años y Frixi lamentablemente se estropeó, porque un cable se rompió y ya no podía funcionar y lastimosamente falleció.



1 comentario:

  1. Buenos días! Soy madre de una alumna del centro, y acabo de descubrir esto buceando en la web del centro. Felicidades por esta iniciativa. Yo soy articulista y tengo un programa de radio e RNE sobre familias, así que me toca de cerca esta propuesta. Aprovecho la ocasión para saber si este espacio es coincidente con el Club de Lectura del centro. Querría hablar con el responsable de este espacio y/o con el del club, porque estoy buscando una familia que me de su testimonio sobre un programa de radio que vamos a dedicar a la lectura en familia. Me podéis llamar al 606175699 o escribir a rakavilla@yahoo.es. Espero vuestra respuesta. Muchas gracias, por todo. Saludos.

    ResponderEliminar