IES SAPERE AUDE


jueves, 7 de noviembre de 2019

HONDAS FRAGANCIAS LITERARIAS


Hondas fragancias literarias
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EL PAN DE SEMILLAS
PAULA ROMO VILLALBA (2º G DE ESO)

Una tarde, Rogelio, decidió saltarse su rutina de aseo, que era lavarse los pies y nada más. Llevaba unos siete meses sin lavarse. Ese día tenía una entrevista de trabajo en un Mercadona.
         Al final le dieron un puesto de trabajo. Al día siguiente, cuando se despertó, se encontraba raro. Se miró en el espejo y no se encontró nada diferente en él.
         Llegó al Mercadona, se puso el uniforme y empezó a revisar si algo estaba caducado.
         Primero fue a la pescadería. Mientras revisaba se le empezó a caer el pelo descontroladamente, hasta que se quedó calvo. Toda la pescadería llena de pelo sucio, grasiento, con resto de comida… Luego se dirigió a la sección del pan y se le empezaron a romper a pedazos las uñas. Todas se cayeron encima del pan, y como parecían semillas, la gente empezó a comprarlo pensando que era pan integral.
         Después se dirigió a la parte de los yogures, y fue allí cuando la encargada y todos sus compañeros le dijeron que se tenía que ir por lo menos a ducharse y a arreglar su imagen.
         Él, tras pensarlo, hizo caso, ya que no quería perder su empleo.
         A los dos días se encontró a un montón de gente pidiendo “pan con semillas”, que en realidad eran uñas.
         Pero él ya se había duchado y arreglado, así que la encargada le pidió que volviera a ser como antes. Él ya no podía, así que al final le despidieron, aunque le dijeron que si volvía a ser como antes, recuperaría el trabajo.
         Después de un año volvió al trabajo como antes: sucio y descuidado.
         Volvió a echar las “semillas” en el pan y todo el mundo viajaba a aquel Mercadona para comprar su pan. Y él volvió a su rutina.


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AVATARES DE MARIANGEL
SOFÍA VICECONTE (2º G DE ESO)

Mariangel estaba en su casa tranquilamente, pensando en qué iba a hacer para cenar, hasta que, de repente, se le ocurrió cocinar sus uñas de los pies, ya que no encontraba nada con lo que comer en su humilde vivienda. Se decidió a salir de su casa (a todo esto, llevaba tres semanas sin ducharse), algo triste, ya que la habían echado del trabajo. Por entre la lluvia, Mariangel llegaba al supermercado con una gorra para que no la reconocieran. Agarró un brick de leche y unas hamburguesas precocinadas, llegó a la caja y no había nadie. Se encontraba sola en aquel supermercado. Llegó la cajera, que salía del cuarto de empleados; miró a Mariangel mientras pasaba lo que esta había adquirido. La señora, discretamente, preguntó: “Qué, ¿hace cuánto no se  ducha?”. Mariangel lo más bajito que pudo dijo que tres semanas. Una vez salió del supermercado, reflexionó que era extraño que una persona te preguntase aquello. ¿Sería por el hedor que impregnaba todos los lugares por donde iba Mariangel?
         Consiguió el síndrome de Diógenes. Decía que todo lo que tenía era de valor y que incluso su olor valía como el oro. Sí, llegó hasta tales límites de tal síndrome.
         Tres meses después de que nadie supiese nada de ella, sonó el teléfono en su casa. Era su madre. Al final acudió a su casa y descubrió todo lo que había allí. Era inhumano. Un año después, Mariangel volvía a ser ella; después de ir al psicólogo se descubrió que todo había sido muy traumático para ella. Mariangel se unió a ACdP (Asociación Católica de Propagandistas), ya que toda su familia la había ayudado a levantarse hallando ayuda en la ACdP. Mariangel volvió y todos acabaron felices y contentos.


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¿ROGELIO, TE DUCHAS?
MARTA GUTIÉRREZ MARTÍN (2º G DE ESO)

Un día Rogelio caminaba feliz y cantando por el campo. Caminaba por el campo solo porque nadie quería estar con él. Era un tipo solitario; con 58 vivía solo, bueno, con siete gatos. Se llamaban uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis y siete. Los gatos siempre se alejaban de su dueño por no ducharse este casi nunca, aunque al final acabaron oliendo como él.
         Rogelio siempre estaba feliz y se creía muy higiénico, pero la gente se suele duchar todos los días, así que, como es natural, en los trabajos importantes no lo querían por su mal olor. Trabajaba de basurero; iba recogiendo basura de la calle; así, al menos, contribuía a la conservación del medioambiente.
         Un día conoció al  amor de su vida; en cuanto la vio supo que debía estar con ella para siempre. Era camarera. Fue a pedirle algo de comer en el restaurante (solo para hablar con ella), pero esta lo miró con cara de asco y de amor a la vez. Rogelio se decidió a ducharse más a menudo si era necesario.
         A la semana siguiente, volvió al restaurante habiéndose duchado todos los días, para conquistar a la chica, pero, para su sorpresa, ella no se había duchado en toda la semana. Se acercó a él y fueron juntos hasta el amanecer.


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LOS EMPLEOS DE ROGELIO
NAIARA BAREA CASTILLO (2º G DE ESO)

Rogelio es un señor que solo se lavaba una vez al mes. Al lavarse solo una vez al mes, cuando iba por la calle, la gente se cambiaba de acera; ponían caras de asco. Rogelio cuando llegaba a casa se sentaba en el sofá y se ponía a ver la tele.
         Cuando llegó la madre de Rogelio, Paula, este estaba durmiendo. La madre echó un montón de perfume e intentó llevar a Rogelio a la ducha, pero en cuanto este escuchó el agua correr se despertó y se negó a ir a la ducha. Solo se lavó los pies.
         Al día siguiente, cuando se despertó, se vistió para ir al trabajo. Rogelio trabajaba de reponedor en un supermercado; cuando llegó empezó a reponer las cosas. El supermercado abrió pero nadie entraba. Rogelio se preguntó que por qué nadie entraba. Nadie lo hacía porque Rogelio olía mal.
         El jefe de Rogelio despidió a este, que se lo contó a su madre, la cual le dijo que si quería tener un buen trabajo tenía que ducharse todos los días. A la madre le costó convencerlo de que se duchara todos los días, pero al final lo consiguió.
         Rogelio empezó a ducharse todos los días, y fue a entrevistas de trabajo. Lo cogieron como secretario en una empresa y dese ese momento se ducha todos los días.


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ROGELIO Y SU AMIGA
MARCOS BARRUECO SAN PEDRO (2º A DE ESO)

El señor Rogelio es un tipo muy aseado, ya que se lava una vez al mes. Él se lava los pies en el bidé y lo hace los miércoles, ya que para él el miércoles es el mejor día para lavarse los pies.
         Un día Rogelio se presentó para ser profesor, pero llevaba 20 días sin bañarse. El entrevistador lo expulsó antes de que dijera nada.
         Otro día, Rogelio se instaló una aplicación de citas porque estaba muy solo. Después de mucho tiempo buscando, se encontró con una chica muy maja y estuvieron hablando por el chat mucho tiempo y quedaron. Rogelio, unas horas antes de la cita, se fue a dar un paseo, pero, sin querer, pisó la cola de un perro, que lo estuvo persiguiendo media hora. Desafortunadamente para Rogelio, se cayó en una montaña de barro y, de paso, le cagó una paloma, y encima le meó un perro. Rogelio no se lo podía creer, ¡qué mala suerte! Solo quedaba una hora para la cita y estaba hecho un desastre, pero, para su fortuna, era miércoles, con lo cual se pudo lavar los pies. Se cambió de ropa y se fue corriendo a la cita. Cuando llegó, la chica lo estaba esperando, peo cuando Rogelio se acercó a ella para saludarla, a la chica le dio una arcada y se fue corriendo. Rogelio olía realmente mal y al final se tuvo que volver a casa solo, pero cuando llegó lo estaba esperando su amiga con una máscara para pasar el rato con él.


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EL MIÉRCOLES
SILVIA GARCÍA VARONA (2º A DE ESO)

Como todos sabemos, Rogelio se lava una vez al mes en miércoles, ¿y por qué los miércoles? Él siempre dice que es un día ideal porque está entre el martes y el jueves. ¿Y por qué el martes y el jueves? Pues es por una sencilla razón: un martes ganó la lotería y se hizo millonario, y la razón del jueves es un poco más larga, ya que se remonta a unos años atrás: después de ganar la lotería se hizo famoso porque compuso una canción que estrenó un jueves, y eso no es todo, el mejor día de su vida fue un jueves cuando conoció a su grupo favorito, Los Beatles. Entonces, tenía que decidir un día para lavarse los pies en el bidé y no se decidía entre martes o jueves, por lo que eligió el miércoles, ya que tal día está entre los otros dos. ¿Y por qué una vez al mes? Porque antes se lavaba también los sábados, pero se le olvidaba porque el viernes y el domingo no le había pasado nada en especial; entonces decidió solo lavarse los pies en el bidé una vez al mes.


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UN HOMBRE Y UNA DUCHA
CARLOS SOLIZ RODRÍGUEZ (2º A DE ESO)

Tom era un hombre al que no le gustaba ducharse; no se había duchado en dos años y eso le complicó la vida: lo habían echado del trabajo; su mujer lo había dejado y el coche que tenía se lo habían embargado porque no había pagado dos multas que debía: una era por aparcar donde no debía, y la otra por sobrepasar los límites de velocidad. Además, no tenía cómo pagar el piso donde vivía. Estaba en la ruina y todo eso por una ducha, la ducha que le cambió la vida. Todo lo anterior pasó porque él no se quería duchar, ya que estando un día en su casa tomando una ducha, se resbaló y se golpeó la cabeza. Desde ese momento no se volvió a duchar.
         Un periodista se enteró de su historia y fue a entrevistar a Tom. Tom se hizo famoso y varias organizaciones lo fueron a ayudar haciendo todo lo posible para que Tom se duchara. Lo llevaron a una ducha y lo convencieron. Tom, con todo el dinero de las entrevistas, se volvió millonario y recuperó su vida.


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LA DIFÍCIL INFANCIA DE ROGELIO
ENRIQUE MARÍN GOMEZ (2º A DE ESO)

Esta vez vengo a contar una historia de un hombre muy peculiar. Cuando era pequeño, su madre le pegaba todos los días menos los miércoles, porque ella lo pasó muy mal de pequeña y se cebaba con él, y los miércoles, no se sabe por qué, pero no le pegaba; por eso a este hombre, llamado Rogelio, le gustan tanto los miércoles. Su día favorito para lavarse los pies y relajarse era el miércoles, pero solo una vez al mes, ya que trabajaba de conductor de ferri (barco) y no tenía mucho tiempo para él.
         Un día, Rogelio decidió mandar currículums a otros negocios. Lo contrataron como arquitecto porque tenía esa carrera. La vida se le enderezó. Tuvo tiempo para lavarse todos los días.
En el nuevo trabajo conoció a una chica con la que se casó y tuvo dos hijos, a los que llamó Dorian y Javier.
         Espero que no les suceda lo mismo que a su padre.


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EL BIDÉ DÍSCOLO
RUBÉN MARTÍN GONZÁLEZ (2º A DE ESO)

Un miércoles estaba sacando a mi perro cuando vi a Rogelio corriendo a su casa a limpiarse los pies. Cuando entró en el baño para limpiárselos… ¡el bidé no estaba! Al parecer alguien se lo había llevado. Rogelio estaba muy nervioso porque no podía limpiarse los pies. Se fue a comprar uno, pero en la tienda a la que fue no había ninguno. Se fue a otra tienda y tampoco había ninguno. Se fue a su casa a buscar bidés por internet, pero el wi-fi no le funcionaba. Estuvo mirando en revistas a ver si encontraba alguno. Encontró el perfecto, pero solo podía adquirirlo en China. Así que compró unos billetes de avión. Salió del aeropuerto el jueves. Rogelio no tenía más opciones que limpiarse los pies en el avión, y eso es lo que hizo. Cuando llegó a China, que ya era viernes, fue directo a la tienda donde vendían el bidé. Entró a la tienda y tuvo la gran suerte de que quedara uno.
         Se compró el bidé y se fue a un hotel para pasar la noche allí. Cuando subió al avión tuvo que esconder el bidé entre muchas maletas para que no lo viesen. Y una vez en su casa llamó a un fontanero para que le colocara el bidé en su sitio. Cuando entró en el baño se dio cuenta de que ya había uno; entonces, lo que hizo fue poner un bidé en cada uno de los baños de su casa.


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UNA VIDA TRAUMÁTICA
ENZO SALINAS DA SILVA (2º G DE ESO)

Rogelio era un chico normal, con una vida normal y con un trauma enorme con el agua debido a que su madre murió al resbalar en una bañera un mes atrás, a lo que siguió el suicidio de su padre, que, atormentado por una vida solitaria, sin la mujer a la que más había amado en el universo, saltó desde una presa y cayó en un agua como cemento, debido a la grandísima velocidad que cogió, alcanzando los 200 km/h. Lo más traumático fue que su hijo lo vio todo; ni el mejor psicólogo consiguió curar la temible psicosis traumática que tuvo. No se duchó en dos meses y solo bebía líquidos una vez cada dos días, quedándose en condiciones vitales pésimas que se sumaban a una fuerte drogadicción.
         Un día lo encontraron lleno de sangre, echando espuma por la boca, con los ojos rojos. Enseguida lo trasladaron al hospital y lo operaron neurológicamente durante quince horas. Después apareció un bombero que le dijo: “Chaval, puedes superar lo que tú quieras y no permitas que nada ni nadie se cruce en tu camino”. Eso hizo que se internara y se quitara todos los males que llevaba encima y viviera feliz el resto de su vida.


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COTIDIANOS APUROS 
(monólogo interior)
LÍA MORALES GONZÁLEZ (4º E DE ESO)

Tengo un montón de sueño, quiero seguir durmiendo, pero me tengo que levantar, ya que tengo que ir a clase. ¿Y hoy qué  me pongo? Vale, esta sudadera, y estos vaqueros, y estas botas.
         No sé si plancharme el pelo o dejármelo rizado, nada, mejor me lo dejo natural, que me tiene que crecer. Me voy a poner un poco de corrector, porque tengo un montón de ojeras.
         Tengo que desayunar rápido, que, si no, no llego. ¡Hala! ¿Y mis cereales? Jope, se los ha debido de acabar mi hermana.
         Hoy casi se me olvidan las llaves de casa. Vale, a ver, llevo todo, ¿no? La mochila, el casco, los guantes, las llaves de casa, de la moto… sí, está todo. Uf, no tiene casi gasolina, le voy a poner. Hala, ya voy tarde como siempre.
[…]
         Buah, qué pereza, toca Educa, y hace muchísimo frío, por favor, que toque dentro, en el gimnasio.
[…]
         Vale, necesito llegar a casa, ya me aburro muchísimo…
[…]
         Por fin voy a comer y me voy a echar una siesta enorme, y hoy me voy a tomar el día libre, que llevo estudiando todos los días y luego hago un poco de ejercicio. ¡La alarma! Casi se me olvida, que si no me duermo hasta la noche.


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MONÓLOGO INTERIOR
NOELIA ARANGO MENESES (4º E DE ESO)

Era fin de semana, estaba en el salón viendo una peli mientras que mi hermano encendía la chimenea, porque hacía muchísimo frío. Al ver la chimenea encendida por primera vez este otoño empecé a pensar en el frío y la Navidad, que estaban a la vuelta de la esquina: “Qué frío tengo, que se dé prisa. Ya casi se acerca la Navidad y no tengo un duro, voy a tener que cuidar viejos o sacar a pasear perros. Qué pringada soy. Tampoco tengo ropa para esta Navidad. ¿Por qué todo tiene que ver con el dinero? Qué pereza. ¿Vendrá toda la familia? Uf, es que somos un montón. Vamos a tener que poner el metro de la línea seis como una mesa si queremos caber todos. Ja, ja, ja. Qué pringada soy; me río yo sola de mis propios chistes.
         Espero que venga Samuel, es mi primo lejano, muy lejano… ¡Ostras! Mi prima viene justo en un mes de Colombia a pasar las Navidades. Es preciosa. Qué ganas de verla, hace tres años que no la veo. Estas Navidades van a ser las mejores, yo lo veo. Espero que venga mi tío Jaime, me meo de risa con él. Siempre cuenta chistes que no hacen nada de gracia y yo me río de la cara de vergüenza ajena que ponen los demás. Pobrecito mío…
         Lleva media hora intentando encender la chimenea de los huevos. Voy a ayudarle.


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UN LARGO PASEO
(monólogo interior)
PAULA LAMATA ECHEVARRÍA (4º E DE ESO)

Era ya tarde y volvía a estar trabajando todo el día en mi tienda:

—¡Qué cansada estoy! No puedo esperar para llegar a casa y tumbarme en el sofá con mi cena precalentada y mi mantita de pelo sintético. Me duelen tanto los pies por estos tacones, solo se me ocurre a mí ponerme estos objetos de tortura para estar de pie todo el día… Espera, parece que estoy oyendo algo que viene de la calle paralela, no sé qué puede ser a estas horas. Prefiero no pensarlo, seguro que es algún borracho vagando por la calle. Qué pereza me da este tipo de gente. Cada vez el ruido es más extraño. Empiezo a dudar de que sea un borracho; me está entrando curiosidad… venga, vale, voy a echar un vistazo. ¡Quién me mandará a mí meterme en estos líos! ¡Con lo cansada que estoy! Pero imagínate que es un cachorro abandonado y se convierte en mi mejor amigo. Ya nos estoy imaginando tumbaditos los dos en el sofá. Venga, vale, voy a acercarme. Estoy cerca. Cada vez noto mi corazón latir con más fuerza. ¡Ay, Paula, relájate! Lo llamaré Max. El ruido cada vez es más fuerte. Espera, creo que ya lo veo. No me lo creo, es un señor sentado en un banco con una botella de vodka en la mano. Y yo muerta de sueño. Si ya sabía yo que nunca podría tener suerte. ¡Con lo a gusto que estaría yo en mi casa!

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Relato desgarrador de hoy y de siempre llenos de dolor intenso, pasión desmedida y zozobra espiritual para almas atormentadas y románticas
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CUARTO MILENIO EN EL ROMANTICISMO
SARA PÉREZ PUERTA (4º D de ESO)

Carmen, una gitana de veinte años acababa de dar a luz a su primer hijo y, al verle y acariciarle por primera vez, lo tuvo claro: Basilio, se iba a llamar Basilio.
El niño, poco a poco, se fue convirtiendo en un hombre, y al cabo de los años se fue pareciendo cada vez más a su padre. Como era el mayor, Basilio tenía que cuidar a sus hermanos pequeños y ayudar en el trabajo a su padre. Era un muchacho amable, educado y lo daba todo por su familia.
Cuando Basilio cumplió los dieciocho años, su padre fue brutalmente asesinado en un ajuste de cuentas entre su grupo gitano y otro de hombres sudamericanos. El muchacho estuvo sin salir de casa mucho tiempo, y en un arrebato por la pena se mudó al otro lado del barrio, solo. Cuando decidió volver a salir a la calle, empezó a juntarse con los gitanos más conflictivos de la zona, les contó lo de su padre y decidieron vengar su muerte.
Una noche, Basilio llegó a casa del trabajo y se metió directamente en la ducha, dejando la puerta abierta. Escuchó pisadas por el pasillo, pero no le dio importancia y siguió a lo suyo. Después las puertas se pusieron a dar portazos y las luces comenzaron a apagarse y a encenderse solas. Basilio, sin saber qué hacer, se fue a su dormitorio. Al llegar allí se encontró su cama hundida, como si hubiera alguien que él no pudiera ver tumbado.
Sin pensarlo salió de casa y fue al consultorio de una bruja. Al salir de allí estaba igual que cuando entró, con dudas y sin saber qué hacer.
Esa noche, se metió en la cama con miedo, y le costó conciliar el sueño. Cuando se durmió, se le apareció la imagen de su padre de joven y le dijo que no quería que acabara igual que él.
Al despertarse, Basilio lloró y lloró de dolor, pero también sintió alivio al saber que su padre le cuidaba desde el cielo.
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Valientes aventuras y caballerosas situaciones de algunos de los más insignes escribas de la corte de Villanueva del Pardillo
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UN SUEÑO FRUSTRADO
UNAI AGUADO CALATAYUD (3º B de ESO)

Érase una vez un chico delgaducho, bajito y de facciones desagradables. Venía de una familia de esclavos. El joven chico tenía un sueño: ser caballero y luchar en las filas del rey. Cada vez que podía, se escapaba para practicar con un palo largo y afilado a modo de espada.
         Un buen día, mientras practicaba, un apuesto caballero le vio, y este pensó que para ser un esclavo tenía madera de caballero. Así pues, le ofreció irse con él a una escuela de caballeros en la que era profesor. El joven, al ver al caballero con esa imponente armadura y su blanco corcel, no se lo pensó dos veces y aceptó irse con él a aquella escuela. El joven chico, al aceptar el trato, dejaría su hogar y su familia. En realidad, no le importaba mucho ya que sacrificaría todo para llegar a cumplir su sueño.
         El caballero y él tardaron tres días hasta llegar a la escuela. Una vez allí, le enseñaron dónde estaba su habitación, el comedor y el campo de entrenamiento; al verlo sintió una emoción indescriptible, tenía muchas, muchísimas ganas de entrar allí y convertirse en un auténtico caballero.
         Al cabo de dos años de puro entrenamiento, de dolor y sacrificio, el joven caballero estaba preparado para su primera batalla. Se la había imaginado en un claro de un bosque con su corcel blanquinegro y su espada plateada. En frente de él estaría el caballero oscuro, un caballero que sembraba dolor y miedo por todos los lugares por donde pasaba.     
          Pues bien, así sucedió. Se encontraron, los dos, cara a cara, cada uno con un caballo, una armadura reluciente y su espada. El chico fue cabalgando hasta él lo más rápido que su caballo pudo, pero el otro se quedó inmóvil ante su oponente. Cuando ya le iba a clavar la espada, este lo esquivó de una manera asombrosa y le clavó la suya en el abdomen atravesando por completo su armadura.
         Así acabó la trágica historia de un joven chico que tenía un sueño: ser caballero. Un sueño que le costó la vida.
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RELATO MEDIEVAL
CAROLINA COLVÉE ROMERO (3º B de ESO)

—¡Oh, papá, por favor! Solo déjame salir un ratito, anda. Te prometo que en el mercado no me fiaré de nadie. ¡Te lo juro! —repetía el príncipe una y otra vez.
Pero nada cambiaba. La respuesta dada por su padre era siempre la misma, un gran y rotundo:
—¡NO! Ya te he repetido mil y una veces, Ricardo, que no permitiré que, a mi amado hijo, heredero del rey, lo vean merodeando por callejuelas oscuras cual plebeyo pidiendo limosna.
         El pobre príncipe ya estaba cansado. Siempre tenía que cumplir todas aquellas normas inútiles que lo único para lo que servían era para hacerle pasar un mal rato. Así que decidió irse a explorar aquella noche, y cubierto de una capa negra de pies a cabeza, se marchó.
         En cuanto llegó al mercado, quedó fascinado por la cantidad de cosas nuevas que veía y oía. Jamás había experimentado tal cantidad de olores deliciosos. Especias, flores exóticas y dulces.
         En ese momento decidió no volver al castillo. Buscó una posada, y una bella muchacha le atendió. Casi no le salían las palabras, pero al final consiguió murmurar:
—Habitación… ehhh… noche…. Por favor. —Al instante se sonrojó, percatándose de que había quedado como un tonto, y rectificó, carraspeando—: Una habitación para una noche por favor.
—Claro —respondió ella con una voz dulce, y le dio unas llaves que pertenecían a la habitación número 21—. Suba las escaleras y el segundo pasillo a la derecha.
         Aquella noche, el príncipe Ricardo apenas consiguió conciliar el sueño. Tenía demasiadas cosas en qué pensar. La bella señorita que le había atendido, su fuga y cómo se ganaría la vida ahora. Barajó sus opciones y al final decidió que las historias que le había contado su padre durante años servirían para algo.
         Al día siguiente, después de tomar un delicioso desayuno que le preparó Gloria, la hermosa posadera, salió a la calle con unos ropajes que había sacado de una tienda andrajosa y comenzó a contar historias a la gente que pasaba. Tuvo bastante éxito y en pocos meses ya era famoso en toda la región.
         Gloria y él se enamoraron perdidamente y pasaron atardeceres preciosos juntos. Mientras, el rey se había vuelto loco buscándole por todos los confines de su reino. Había colgado carteles con una recompensa estratosférica para el que le trajera a su querido hijo de vuelta, pero al llevar esos trapos sucios y el pelo en la cara, nadie le reconocía.
               Pero un buen día, mientras contaba una historia, cometió un error:
—… el ogro era tan feo, tan feo, como aquel hombre de allí —dijo señalando hacia un hombre tuerto de facciones toscas casi neandertales.
         El hombre se acercó, sacó un cuchillo y, apretándolo contra la garganta de Ricardo, le preguntó:
—¿Es que crees que tengo cara de ogro?
         La gente salió corriendo, dejándole solo ante aquella bestia.
—No, señor —respondió él con la voz entrecortada, sintiendo la presión del cuchillo.
—Entonces, ¿por qué me has comparado con uno?
—Solo era para darle realismo a la historia.
—Me has ofendido, y lo pagarás caro —dijo el hombre. Ricardo empezó a tener miedo, notaba un ápice de locura en los ojos y la voz de aquel hombre, así que supuso que no dudaría en cortarle el cuello si tenía oportunidad.
         Los ojos de aquel hombre se quedaron fijos en algo que estaba pegado en la pared de detrás, y exclamó:
—¡Eres tú!
         Ricardo se giró para ver uno de los carteles que anunciaban su desaparición. Su atacante reía de forma histérica, y ese fue el momento en que el chico se dio cuenta de que ya había abandonado toda cordura.
—Tu papi te busca, ¿sabes? —dijo echando escupitajos—. ¡Se puso muy triste cuando te fuiste! A mí nunca me cayó bien ese viejo. ¡Se aprovecha de nosotros!
       Ricardo vio con el rabillo del ojo un movimiento detrás de una ventana y, horrorizado, vio a Gloria observándole, con la cara cubierta de lágrimas.
—¡Se lo tenía merecido! —exclamó el hombre—. De hecho, ¿por qué no hacerle sufrir un poquito más? ¿Eh? Menuda cara que va a poner cuando encuentre el cadáver de su hijo delante de su puerta.
         Riendo a carcajadas, cosa que le daba a su cara un aspecto más siniestro aún, tiró a Ricardo al suelo. Este, petrificado, veía cómo el cuchillo se le venía encima con toda la fuerza de aquel energúmeno y…
—¡CORTEN! Buen trabajo, chicos. Muy reales las lágrimas de Gloria. Tomaros un café, descansad un rato y repasaros el guion. ¡Volvemos en una hora!
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Pero, ¿qué pasa con los calcetines?  Parece que, entre los pobladores de esta literaria revista, esta prenda tiene vida propia y nos juega malas pasadas. Los calcetines también juegan, y más.... vamos a verlo.
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UN AGUJERO OSCURO
PAULA SOLLA GARCÍA (3º D DE ESO)

Érase una vez, un niño llamado Óscar. Era un niño peculiar, pues era muy cuadriculado y milimétrico, en el sentido de que no le gustaba que lo sacaran de su rutina diaria.  Óscar no tenía muchos amigos,pero los que tenía eran de verdad. Su mejor amigo se llamaba Juan.
         Un día, yendo al colegio, se dio cuenta de que llevaba un calcetín diferente en cada pie. Al verlo, Óscar se puso muy nervioso e inmediatamente se fue a su casa a buscar el calcetín correcto. Ya en su casa, estuvo buscando el calcetín durante minutos y  minutos, pero no encontró nada. Primero fue a su habitación y, ¡nada! Luego, al salón y, por último, a la lavandería y miró en la lavadora. Al introducir la mano hasta el fondo para revisar si estaba el calcetín, notó una fuerza extraña que le aspiraba la mano hacia algún lugar.
     Óscar empezó a investigar aquel extraño suceso y, al cabo de seis meses de experimentos, teorías, etc..., descubrió la razón por la que desaparecían tantos calcetines: en todas las lavadoras hay un agujero oscuro muy, muy pequeño, que absorbe los calcetines y los envía al espacio.

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POEMA DEL CALCETÍN PERDIDO
VERA SÁNCHEZ RODRÍGUEZ (3º D DE ESO)

Siento una luz cálida,
siento un suelo frío,
las gotas del rocío caen sobre mi lacio vestido.
Siento vacío,
la sangre de mis ramas se mezcla con la negra tierra.

Veo un zorro oscuro,
telas de araña cristalinas,
veo un gran lago caer desde la colina.
Siento frío,
un calcetín se me ha perdido.

La luz se va apagando,
los sueños desaparecen.
Ya no hay alegría,
la tristeza ya no está.
En este pozo sin fondo me quedaré,
acompañada de mi zorro yo estaré.
Y mi calcetín blanco sigue sin aparecer.


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LA HISTORIA DE CALCI
ANNA BALLESTERO VALLVERDU (3º D DE ESO)

Calci era un calcetín que vagaba perdido por el armario buscando a su hermano. Hace varios meses, Joan, el dueño de Calci, y su hermano Tin se olvidaron sin querer de tirar a Calci a lavar. Desde entonces, Calci vive una enorme depresión; no soporta estar alejado de su hermano y está agotado de buscarlo por el armario.
Un día, mientras Calci descansaba, Mara, la madre de Joan, metió la mano en el armario. Calci vio que esa era su oportunidad de ir a buscar a su hermano a la lavadora. Y eso hizo; se lanzó a los brazos de aquella señora y emprendieron su camino hacia la máquina. Lamentablemente, allí no encontró a nadie. Después de subirse a la lavadora, se fue al tendedero. Allí tampoco encontró a Tin. Calci se sentía muy desesperado, estaba a punto de tirar la toalla.
Al día siguiente, salió del tendedero y se dirigió, por fin, hacia su cajón. Y para su sorpresa, allí encontró a su querido hermano. Estaban muy felices.


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AUTOBIOGRAFÍA
AROHA VELASCO GARCÍA (3º E DE ESO)

Yo era de la talla treinta cuando ocurrió aquello. Lo digo porque ahora andaré por la talla treinta y dos de lo viejo y dado de sí que estoy.
Estaba, como siempre, con mi gemelo llamado Derecho (yo me llamo Izquierdo, que no lo había dicho todavía) en uno de los cajones de nuestra dueña. ¡Me encantaba ese cajón! Allí estaban todos nuestros amigos, pero también estaba allí Calcetinopla. Ella era muy extraña; en mi primer día en la casa, vi cómo mi dueña cogió dos calcetines que yo todavía no había conocido y los ató de tal manera que nunca se pudieron desatar el nudo. Mi dueña jugaba con ella como si fuera una muñeca, y hasta le puso cara. Ahora está al fondo del cajón, donde no llega la luz, donde no se pueden distinguir sus ojos de su boca, su cabeza de su cuerpo…
Un día, después de haber pasado por la lavadora, no vi a mi hermano (o, mejor dicho, gemelo). Le busqué con la mirada, pero no le veía. Temí que le hubieran hecho lo que le habían hecho a Calcetinopla o algo peor. Pasó un día y siguió sin aparecer. Deseé muchas veces que no le hubiera pasado nada malo. Al cabo de un tiempo, vino mi dueña, abrió el cajón y me sacó bruscamente de él. Luego, recorrí toda la casa hasta llegar al salón. ¡Allí estaba mi gemelo! Todo era muy extraño, porque, además, la cara de mi dueña tenía una expresión de intenciones no muy buenas para mi hermano y para mí. La sensación fue algo intensa mientras me retorcía contra mi hermano.

—¡Ya está! —dijo cuando por fin acabó.

Luego, se dirigió con nosotros en la mano hacia la habitación de su hermano.

—¡Toma! —le dijo —¡Tu Calcetinopla!

Lo único bueno de esto es que nunca volveré a perder a mi gemelo.

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HAIKUS en 1º de la E.S.O.

Se  ha propuesto esta actividad para el alumnado de 1º A con el objetivo de atraerlo hacia una parte de la literatura, la poesía, que a veces rechaza por diversos motivos.
       ¿Y qué es un haiku? Según la tradición literaria japonesa, el haiku es una composición poética formada por tres versos de 5, 7 y 5 sílabas respectivamente, sin rima, que suele hacer referencia a la contemplación de la naturaleza o a la vida cotidiana. El haiku es breve, pero intenso. Puede evocar muchas cosas...
       Esta composición interesó mucho a poetas españoles como Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez,  Federico García Lorca, o como a la mismísima ganadora del último premio Loewe: Aurora Luque.


Noviembre
Pistilos de azafrán
Hilos de lluvia
(Aurora Luque)



Con estas breves indicaciones, el alumnado de 1º de ESO A ha creado unos haikus respetuosos con la métrica pero libres en cuanto al contenido. Bajo estas líneas podéis leer algunas de sus creaciones.  Y si deseáis profundizar más, tanto en la teoría como en la historia del haiku, os recomiendo una visita a la web de Luis Corrales Vasco, EL RINCÓN DEL HAIKU, donde podréis encontrar una interesante aproximación a este género, así como excelentes artículos y colaboraciones:  http://www.elrincondelhaiku.org/
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A una nube
parece que el sapo
va a soplar,
                  
 Gabriel Pasuy Cervera

El río oscuro.
Se refleja el pasado.
La rosa verde…,

Alexandra García Cebotari
El viento sopla,
la mariposa vuela.
Suena a tormenta,

Fernando Barros Salvatierra
Lo delicado
sale de la belleza
dentro del sol,

Jimena Gabriela Grigoruta Bejinaru

Cuando amanece
salen los conejos de
sus madrigueras,

Alba Estepa Suela
Las flores rojas
llega la primavera
vida florece,

Marta Gómez González
En Méjico hay
unas golosinas muy
decoloradas,

Sara Luengo Puente

En mi ventana
una rosa amarilla
perdió sus hojas,

Clara Cardona Pumariño
Los diamantinos
bonitos y pequeños
cuales patitos,

Miguel Pérez Pérez

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