IES SAPERE AUDE


jueves, 14 de noviembre de 2019

FOLKLORES DE ALTO RIESGO

FASCINANTE INSTANTÁNEA DE LA PROFESORA MERCEDES CADALSO MONTOLIÚ EN PLENA SESIÓN DEL CLUB DE LECTURA, RODEADA DE ALUMNOS Y ABRIGADA POR LA LIBRESCA FASCINACIÓN.

Folklores de alto riesgo
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EL AMOR DE UNA MUJER
PAULA ARROYO LARA (3° B DE ESO)

Un día como otro cualquiera, hace treinta años, una señorita llamada Rochemery estaba en palacio. Uno de sus sirvientes, llamado Rufino, entró en palacio con una carta en mano. Se la entregó a Rochemery y leyó:

         ¡Oh, querida Rochemery, si estás leyendo esto, es que mi carta ha pasado por alta mar, solo para poder llegar a tus manos! Quiero, deseo y ruego que algún día nos podamos ver, si vos queréis.

         Le saluda cordialmente,

         Eustaquio

         A Rochemery le llamó mucho la atención que una persona le escribiera una carta como esa, ya que tenía un esposo, llamado Rodolfo. Pero aun así ella quería saber quién era el que se escondía tras la misiva. Rochemery le devolvió la carta con un mensaje de respuesta, citándolo en el campo de palacio el 11 de noviembre a medianoche.
         Y Eustaquio recibió la carta.
         Estaba nervioso por ver a Rochemery, ya que llevaba más de un año deseando ese momento para demostrarle todo su amor. Llegó el día tan esperado para los dos, pero ninguno se esperaba que el esposo de ella se presentara.
         Al llegar allí, Eustaquio vio a Rochemery con Rodolfo. Eustaquio quería que Rochemery se acabara enamorando de él. Rodolfo, sabiendo que ella le iba a querer a pesar de todo, decidió pelearse con Eustasio por el amor de Rochemery. Los dos pelearon con todas sus fuerzas, pero Rodolfo hizo algo que no le gustó nada a Rochemery. Hizo que Eustaquio perdiera el equilibro y cayera de mala manera. Rochemery se quedó con Eustaquio, y Rodolfo, al no poder aguantar su dolor, decidió suicidarse antes de ver a su esposa con otra persona.
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MILLÁN EL JUGLAR
CANDELA RIAZA GUTIÉRREZ (3º B DE ESO)

Esta es la historia de Millán, el juglar que iba de pueblo en pueblo cantando sus romances, y así se ganaba el pan de cada día, pero Millán no era feliz, porque no era suficiente para él. Quería crear sus propios romances.

         Hasta que un día se hartó y decidió que iba a cantar sus obras. Y así como lo pensó, lo hizo. Un día se presentó en la plaza de un pueblecito en el que iba a cantar su romance, y de ese modo, casi sin pensarlo, empezó.

         Al principio estaba muy nervioso. ¿Les gustará?, se preguntaba inquieto. Y de repente la plaza se fue llenando hasta que se encontró rodeado por un público que le escuchaba encantado.
         —¡Lo conseguí! Ahora podré cantar mis propias obras.
         En ese momento, pasó por allí un clérigo que se unió al coro de espectadores. Cuando terminó el romance, se acercó a Millán y le preguntó:
         —Juglar, ¿cuál es vuestro nombre?
         —Millán —contestó él un poco avergonzado.
         —Amigo Millán, no conocía el romance que habéis cantado, ¿de qué tierras lejanas venís?
         —Soy viajero, señor, pero el romance no lo escucharéis en ningún otro lugar. Lo he creado yo.
         —En ese caso, permitidme que lo escriba. Una obra tan buena no puede perderse.
         Y así empezó una gran amistad entre el juglar y el clérigo, y Millán fue para siempre feliz.    
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HISTORIA DE DOS REINOS
LORENA FORIGUA TORIBIO (3º B DE ESO)

Hace mucho, mucho tiempo, en un lugar desconocido, se hallaban dos reinos vecinos, Cayate y Barcobia, que por razones desconocidas estaban enemistadas hacía ya cinco años…

         Yo soy Nora, hija del rey de Cayate, voy a cumplir dieciocho años y mi padre espera que gobierne algún día. A mí no me gusta la idea, siempre he querido luchar y defender al reino, pero mi padre no está de acuerdo porque podría sufrir algún daño o, incluso peor, morir, así que me entreno en secreto con mi mejor amigo, Grey. Entrenamos en secreto porque, aparte de que mi padre no me deja luchar, tampoco puedo verle, ya que es hijo del rey de Barcobia. Somos amigos desde pequeños, por eso, nos enfadamos con nuestros padres al saber que no podríamos volver a cruzar al otro reino.
         Estoy preocupada y nerviosa por mi coronación. Ahora mismo tengo que hacer cientos de cosas y no sé si podré soportarlo. Todavía no sé cómo decirle a mi padre que no quiero ser reina…Bueno, pensándolo mejor, si soy reina podría hacer lo que quisiera, ¡y podría reconciliar a los dos reinos! Sí, definitivamente eso haré. Tengo muy poco tiempo libre y lo uso para verme con Grey, de hecho me dirijo hacia el bosque para verle.
         Silencio. No se escucha nada. Me doy media vuelta y…
         —Hola, Nora, ¿qué tal estás con todo eso de los preparativos de tu coronación? Sabes que espero que me invites, ¿no? —me saludó guiñándome un ojo.
         —¡Grey, me has asustado! —le dije abrazándole—. Ojalá pudieras venir —le contesté algo triste.
         —Por eso estoy aquí, tengo un regalo para ti, futura reina de Cayate —dijo con tono burlón, y lanzó una de sus encantadoras sonrisas.
         —No tenías por qué, muchas… —no pude terminar la frase.
         Ahora me encontraba en el castillo, encerrada. Mi padre y el de Grey sospechaban que nos veíamos, pero no lo confirmaron hasta hoy, al menos no se ha enterado de que entreno con la espada. Me gustaría saber cómo le ha ido a Grey y si… Espera, se escucha algo fuera, es… la voz de mi padre... ¡y está declarando la guerra a Barcobia! Tengo que hacer algo, pero ¿el qué? No sé por qué son enemigos y tendré que averiguarlo para poder parar todo esto.
         Me enteré de que lucharían esta misma tarde y los propios reyes estarían al liderazgo de sus tropas, así que ideé un plan.
         Cuerpos moribundos. Sangre. Un paisaje terrible. Estaba intentando llegar al centro, donde sucedía la batalla para que ambos reyes pudiesen escuchar lo que iba a decir. Estaba a punto de salir de las sombras e interrumpir en la batalla cuando un brazo me detuvo. Era Grey.
         Él sabía por qué estaba allí, quería impedírmelo porque quería protegerme, y lo entendía, pero Grey no podría detenerme. Irrumpí en la batalla. Escuché mi nombre, era mi padre y me decía que me fuese, estaba a punto de responder cuando, de repente, sentí frío.
         Notaba cómo la vida se me iba, miré hacia abajo y me horroricé al encontrar una flecha clavada en mi costado. Cerré los ojos. Al volverlos abrir encontré el rostro de Grey y sabía que no me quedaría más tiempo de vida, así que le confesé lo que sentía por él. Lloró, me abrazó, me dijo que él también me quería y me besó, nunca pensé que podría sentir dolor y felicidad al mismo tiempo.
         La guerra seguía, me explicó Grey, mi padre enfureció al ver que uno de los soldados enemigos me había disparado.
         —Yo no quería esto, solo quería que nuestros reinos se reconciliasen y solo he conseguido que empeore —le dije a Grey con las pocas fuerzas que me quedaban.
         —Te equivocas —me contestó—. Nuestros padres son los culpables de todo y juntos, tú y yo, Nora, conseguiremos la paz entre nuestros reinos. Te lo prometo.
         —Gracias, Grey, por todo. Sé que serás un rey increíble algún día, y aunque no esté allí para verlo y sentirlo contigo en persona, mi alma y espíritu siempre estarán contigo —y le sonreí.
         —Nora, no digas eso —me dijo a punto de volver a echarse a llorar—. Sabes que te quiero, ¿no? —Me abrazó.
         Es lo último que pude escuchar, mi último recuerdo.
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LA BRUJA
KARIMA KARTOUCH EL GUEDDARY (4º B DE ESO)

—¿Estás seguro de que es por aquí, Nate? —preguntó ella por tercera vez en los últimos cinco minutos fijando su mirada en su novio a pocos pasos por delante.
         —Sí, Liz. Estoy seguro de que es por aquí. —Pero no lo estaba. Parecía que ya habían pasado por aquí por lo menos cinco veces. ¿Cómo iba a saberlo? Lo único que había a su alrededor eran árboles y más árboles.
         Era su segundo aniversario como pareja y ambos decidieron celebrarlo con una excursión guiada en el bosque, pero accidentalmente se distrajeron y acabaron separándose del grupo. Llevaban horas caminando y aún seguían perdidos.
         Ambos pararon de caminar cuando vieron una pequeña cabaña de madera a pocos metros. No tenía un aspecto acogedor y parecía abandonada, pero por alguna razón la pareja se sintió atraída e inconscientemente caminaron hasta llegar a la puerta que se encontraba abierta. La pareja vaciló antes de dar un par de pasos dentro de la cabaña. Pararon en seco cuando vieron a la anciana observándolos desde el pasillo. Su cuerpo era desproporcionado, con una figura exageradamente esquelética y tan alta que su columna vertebral se curvaba hacia los laterales de forma enfermiza. Tenía muy poca cantidad de pelo y era negro como la noche, su cara estaba deformada, sus pequeños ojos tan metidos hacia dentro que parecía no tener, nariz puntiaguda y alargada anormalmente, su piel arrugada y tan descolorida, que parecía muerta.
         Bruja. Fue la primera palabra que pasó por su mente, pero era imposible. Las brujas, al igual que la magia, no existían. Eran simples historias, ¿verdad?
         Ambos notaron el sudor frío corriendo por su espalda cuando el ser alargó sus finos y largos labios hasta mostrar sus amarillentos dientes tan puntiagudos como los de un tiburón en lo que parecía ser una sonrisa que perturbó a los jóvenes. De repente, la bruja empezó a reír descontroladamente. El agudo sonido pareció sacar a la pareja del trance en el que se encontraban y rápidamente corrieron hacia la salida, pero, desafortunadamente, solo uno de ellos llegó.
         —Liz! —gritó Nate aporreando la puerta cuando esta se cerró antes de conseguir salir.
         La aterrorizadora risa de la bruja aumentaba en volumen por segundos.
         El chico se giró y, antes de poder procesar nada, sintió un insoportable dolor en el cuello, donde la bruja hundió sus afilados dientes.
         —¡Nate! —gritó Liz en respuesta con lágrimas en los ojos cuando del otro lado de la puerta escuchó los gritos de agonía del chico que amaba, mientras trataba desesperadamente de abrir la puerta.
         Segundos después, los gritos cesaron de forma repentina antes de que una gran cantidad de líquido escarlata se filtrase por debajo de la puerta. Liz sollozó cuando se dio cuenta de que ya no podía hacer nada y que había perdido al amor de su vida.
         En segundos, Liz se giró, corrió lo más rápido que pudo sin siquiera girarse a ver si la bruja la seguía. No sabía por cuánto tiempo corrió cuando escuchó su nombre a pocos metros de distancia. A pesar de haberla conocido ese día, Liz enseguida la reconoció: era la guía de su excursión.
         —¡Estoy aquí! —exclamó en respuesta justo antes de que apareciera en su campo de visión.
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EL ABRAZO A LA INSPIRACIÓN
ZHENYA CORONA  NESTER (4º B DE ESO)

¡Cómo le fascinaba el amplio y bello mundo de las letras! Ser escritor era su pasión y su sueño. Su forma de ver el mundo. “¿Qué es ser poeta?”, se preguntaba en muchas ocasiones. Y, con esta simple pregunta, podía pasarse días enteros reflexionando.
         —¿Qué es ser poeta? Es una forma de vivir. Es una forma de apreciar la belleza…
         Poco tenía de cuerdo nuestro protagonista. Sin embargo, él era el más prodigioso matemático y el más apasionado músico. Era filósofo y era arquitecto. Y estaba ciegamente enamorado.
         Pero ¡qué frustrante era estar frente al papel en blanco! Semanas enteras podían transcurrir sin que añadiera un triste párrafo a su triste novela. Ni una triste frase, ni un triste verso. Meses encerrado en su lóbrega y fría habitación, desesperanzadoras noches bajo la luz de una vela. Todo era inútil. ¡Qué amarga impotencia! ¡Cuánto le gustaría tener algo sobre lo que escribir!
         Hasta que un día, al fin, vino.
         Él la imaginaba como una alegre, hermosísima y delicada dama, de voz melodiosa y cabello sedoso; ojos brillantes y llenos de emoción. El escritor se alegró profundamente de volver a verla.
         —Has venido. ¡Por fin has venido!
         La chica no hablaba, pero eso no parecía importarle al poeta. La invitó a entrar y a tomar asiento.
         —¿Recuerdas todas esas maravillas que hicimos al unísono? —dijo, mientras se paseaba cerca de las estanterías y contemplaba todos los libros que estaban allí expuestos—. Esta es mi mejor obra. La escribimos juntos. ¿Te acuerdas? Te sentabas junto a mí y me susurrabas al oído. ¿Recuerdas aquellas historias e ideas?
         Cuando hablaba, acariciaba las páginas de ese libro que tanto significaba para él.
         Sonreía cuando evocaba aquella época tan feliz.
         —¡Esa sensación de libertad era fantástica! Podíamos hacer cualquier cosa, nosotros dos solos. ¡Todo era muy fácil!

Llegó a la última página del libro, y vio la fecha en la que se publicó. Lentamente, la sonrisa desapareció de su rostro. Sin levantar la vista y con un nuevo tono áspero en la voz, continuó hablando:
—Pero te fuiste. Me abandonaste… ¡Te fuiste!
Cerró el libro de golpe y lo dejó violentamente sobre la mesa. Su respiración comenzó a acelerarse mientras la rabia se apoderaba de él.
—No tienes idea de la agonía que he sufrido en tu ausencia. ¿Por qué eres así? Tan fugaz, tan efímera, tan impredecible e indomable. ¿¡Por qué me abandonaste!?
       Sus ojos estaban saturados de locura, le temblaban las manos, su voz se quebraba y un sudor frío cubría su rostro.
La chica se levantó de su asiento y miró a los encolerizados ojos oscuros del poeta.
         Estaba irreconocible.

Él, al final, acabó sucumbiendo ante su vehemencia y, ya totalmente fuera de sí, se abalanzó contra la joven mujer. Intentó abrazarla, tocarla o sentirla, por lo menos. Pero la muchacha desapareció sin más antes de que él apenas alcanzase a rozarla, dejando que el poeta se hundiera en la más devastadora soledad.
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RELATO ROMÁNTICO
LARA CHAYA DE LOS RÍOS (4º D DE ESO)

La madre de Catalina se resbaló. Intenté agarrarla, pero no pude. Vi cómo caía al vacío, al mismo tiempo que oía el grito ahogado de Catalina, continuado por un sonoro sollozo.
         Catalina salió de la cabaña a por algo de comer como de costumbre. Llevaba sola desde que, a los cinco añitos, se quedó huérfana. Sobrevivió sola desde entonces en aquel lugar, en aquella cabaña, perdida en la nada. Después de comer se subió a lo alto de la cascada. Una fresca brisa le revolvió el pelo, que ya le llegaba hasta los pies. Después de asegurarse de que no se iba a caer, oteó el horizonte en busca de algún indicio de vida humana. Lo echaba de menos. A menudo se sentía horriblemente sola. Vio algo moverse a lo lejos, dio un pequeño paso al frente para ver más, y entonces ocurrió. Un pequeño resbalón y acabaría como su madre. Trastabilló, y pisó una piedra que se cayó rodando, con ella detrás. En mitad de la caída, logró agarrarse a un trozo de roca. Se aferró a esa esperanza con todas sus fuerzas. Al final, consiguió llegar escalando a una cueva en mitad de la pared rocosa.
         En la cueva había un pequeño charco, donde se lavó las heridas y rasguños de la caída. Estaba muy cansada, tanto física como emocionalmente, y se quedó dormida.
         Al cabo de un rato, se despertó con el sonido de un trueno. ¡La cueva estaba llena de agua!
         Tenía que actuar rápido porque se estaba inundando. Se asomó por fuera y vio imposible escalar en esas condiciones. Decidió entrar más en la cueva. Era arriesgado, pero tenía que intentarlo. Cuanto más se internaba en la cueva, más le cubría el agua. Le llegaba ya por la cintura. En un recodo de la cueva surgía un camino secundario a la galería principal. Decidió tomarlo. Después de una curva, ella vio una luz. Avanzó hacia ella y se encontró una piedra iluminada por un rayo de luz que se colaba por un resquicio del techo. Sin saber por qué, le dio escalofríos y echó de menos no estar con otras personas. Se sintió más sola que nunca. De repente, en el agua, vio una pequeña ondulación con forma de uve invertida, se fijó mejor y era como si hubiera alguien andando, creando dos pequeñas olas a sus lados. Se miró, y vio que ella estaba desapareciendo. Al principio sintió miedo, un miedo terrible e irracional, pero poco a poco se fue sustituyendo por paz, una paz infinita. Al final, dejó de sentir, simplemente todo se acabó.
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INAUDITOS MACHIEMBRADOS DE FOLKLOR Y DEPORTE DE ALTO RIESGO

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EN TORNO AL AMOR
PAULA ARANGUEZ VACA (3º F DE ESO)

Esta era una chica que no tenía mucho dinero y que, por tanto, había de afrontar varios trabajos. Ella daba las mejores charlas y consejos. Yo fui a verla y lo primero que hizo fue una espléndida llegada. La entrada estaba llena ante su visita, por lo que tuvo que ponerse un arnés y trepar por el edificio hasta llegar a nuestra planta.
         Venía con un precioso vestido de flamenca. Acababa de salir de su trabajo como bailarina.
         Llegó la hora. Yo estaba ansiosa por saber de qué iría la charla. Al fin, esta versó sobre el amor. Comenzó diciendo:

—Llevo tiempo intentando definir esta palabra llamada amor, ¿quién ama de verdad hoy en día?, ¿quién es capaz de entregarse por completo a una persona en cuerpo y alma?
         Cuando llamamos a una persona “amor”, ¿no será por el pánico a no tener a nadie a nuestro lado en los malos momentos?
         Sinceramente, no te sé explicar lo que es el amor. Yo lo resumiría en esas pequeñas cosas que te provocan ese sentimiento de felicidad; aquello que te hace sonreír y te devuelve la ilusión. Probablemente, cada uno tendrá una idea diferente. Básicamente, el amor es ese sentimiento de vivo afecto e inclinación hacia una persona, pero todos sabemos que no es solo eso; por ejemplo: los caballitos de mar solo tienen una pareja hasta la muerte, ¿acaso no es eso amor?; ¿acaso no es darlo todo por esa persona? Por aquella que ordene tu caos; que te haga sentir que has tenido suerte de que te haya elegido a ti; aquella que te haga sentir que estás a tres metros sobre el cielo. Yo busco a alguien que me haga perder el norte encontrando el sur. Sé que pido mucho, pero, en verdad, no es tanto; solo pido que me quieran del mismo modo en que yo quise…
        
Esta charla me conmocionó tanto que yo, la reportera de esta revista, tenía que escribirla para su publicación.
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UN DÍA HISTÓRICO
ASTRID CARBAJAL LEÓN (3º F DE ESO)

Estaba aburrida en casa, viendo la tele con mis hermanos, cuando se escuchó el rumor por la ventana de que alguien estaba escalando un edificio de Móstoles.
         Mis hermanos y yo salimos a la calle para ver si era cierto lo que decían. Y era verdad.
         Una mujer estaba escalando el edificio, y vestía de una forma peculiar: iba vestida de flamenca.
         Estaba sujeta con unos arneses (para mí sería muy incómodo llevar arneses vestida de esa forma, pero como nadie sabía el porqué de aquella acción, no podían opinar en voz alta).
         En eso que llegaron los bomberos, la policía local y la Guardia Civil. Le pidieron que bajara, pero ella se negó.
         Todas las personas estaban asombradas por su valentía, pero seguí sin entender por qué lo hacía.
         Después de tanto tiempo, llegó a lo alto del edificio y, una vez allí, los integrantes del cuerpo de Bomberos subieron a por ella.
         La bajaron y la atendieron; ella no estaba tan contenta. Era alta, delgada; tenía los ojos de color azul, el cabello moreno y la piel de color blanco. Tenía veintinueve años y no vivía en Móstoles, sino en Alpedrete. Se llamaba Mía González, y dijo que no hacía aquello por hacerlo, sino por una razón muy conmovedora...
         Hace unos años, cuando ella era pequeña y vivía con sus padres, fue observadora de la violencia doméstica que sufría su madre por parte de su padre.
         Meses antes de que su madre muriese, su padre abandonó el hogar sin dejar a penas rastro, tan solo una carta que dejaba ensamblado en los corazones de Mía y su madre que no las volvería a ayudar en la vida.
         En los instantes antes de morir su madre, Mía le prometió que de mayor escalaría un edificio en nombre de ella para dejar plasmado en la sociedad que las mujeres podemos hacer lo que los hombres.
         Y así fue como Mía cumplió su promesa.
         Al escuchar su historia, me sentí conmovida e inspirada.
       Con esta historia comencé a creer en mis ideales, y me di cuenta de que todo aquello era verdad: las mujeres podemos hacer las mismas cosas que los hombres, solo se requiere de un poco de esfuerzo y concienciación.
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MUCHO RUIDO
ALEJANDRA BARRADAS DOS SANTOS (2º G DE ESO)

EL anterior viernes decidí ir de viaje exprés a Móstoles. Me alojaría en un piso alquilado por tres o cuatro días. La casera, al llegar, me advirtió que a los vecinos les encantaba bailar sevillanas y que estaban un poco locos.
         Pero a mí eso me dio igual, ya que yo solo iba a ir al piso a dormir y ya está, el resto del día iba a dedicarlo a ver Móstoles.
         El primer día a penas se oía un poco de música sevillana; el segundo, más de lo mismo; el tercero empecé a escuchar cómo bailaban y cantaban; finalmente, el cuarto y último día fue muy muy diferente: esta vez se escuchaba todo el doble, cómo bailaban, cantaban… y escuchaba a la perfección sus conversaciones. No podía pegar ojo. A la media hora todo se quedó en silencio; ya no se oían ni los bailes ni las conversaciones… cerré los ojos cinco segundos y ya, me quedé en un sueño súper profundo del que parecía que no iba a despertar. Hasta que empecé a escuchar unos gritos de una chica. Salí corriendo al balcón y vi a una señora vestida de sevillana practicando escalada en la fachada del edificio.
         Al ver aquello, me quedé traumatizada y me fui a mi casa.
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LAS AVENTURAS DE PAQUITA
ENZO SALINAS DA SILVA (2º G DE ESO)

Paquita era una sevillana con una pasión inimaginable por el flamenco. Un día se apuntó a clases profesionales de flamenco; como se le daba muy bien, un productor de música flamenca le ofreció actuar en un concierto, el problema era que el concierto era en la Estaca de Bares (Galicia), y como Paquita no tenía más de diez euros, hubo de meterse en un camión de Coca-cola; solo llegó a Badajoz, porque una red de tráfico de botox interceptó el camión. El conductor fue arrojado a un río, donde, por suerte, fue rescatado por una patera que pasaba de camino hacia Madrid (sin saber que, lamentablemente, no tendrían éxito y los deportarían a África otra vez). Paquita no tuvo más remedio que bajar y llevarse unas cuantas botellas. Tras dos días de autoestop llegó a Palencia, donde solo estaba a cien kilómetros. Se subió a otro camión y llegó de milagro. Todo el mundo quedó alucinado por las maravillosas habilidades que tenía para el baile. Hizo una gira por España, llenando cada vez más teatros, pero tuvo la mala suerte de que se incendiara un teatro de Móstoles. Todos fueron evacuados menos ella, que cogió un arnés y se puso a hacer barranquismo y salió en las noticias, siendo más famosa y pasando a la historia.
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LA FLAMENCA ESCALADORA
NAIARA BAREA CASTILLO (2º G DE ESO)

Érase una vez una chica a la que desde pequeña le gustaba ir vestida de flamenca y llevaba encima del vestido un arnés. Nunca se cambiaba de ropa, solo se quitaba el vestido para ducharse, ¡hasta dormía con él! Sus padres le decían siempre que al menos se pusiera otros vestidos parecidos.
         Cuando caminaba por la calle, la gente se le quedaba mirando; a ella le daba igual, era como un espíritu libre.
         Aparte de ir vestida de flamenca, le gustaba escalar, aunque con el vestido le costaba un poco, por eso la falda de su vestido podía convertirse en una minifalda, para que fuese más fácil escalar.
         Un día, caminando por la calle, vio un edificio muy alto y pensó, ¿por qué no escalarlo? Luego, dándole vueltas a aquello, pensó que era un poco arriesgado, pero se dijo que en esta vida, para conseguir algo, había que intentarlo todo por muy arriesgado que fuera. Empezó a prepararse, escaló montañas altas, se puso en forma y el día catorce de noviembre fue a escalarlo. Empezó y al principio era difícil porque era casi todo liso, pero luego, con las ventanas y balcones fue más fácil. La gente se quedó parada en la calle mirándola. Al cabo de seis horas llegó a la cima. Le dieron un premio. Ella estaba orgullosa, no del premio, sino de lo que había conseguido.
         Y por eso hay que intentar todo, si lo quieres, lo puedes conseguir. Y desde este momento la gente aprendió esa frase: “Si quieres lo puedes conseguir”.
         Esto pasó el 14 de noviembre de 2019, en Móstoles (Madrid).
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AMOR EN EL AIRE
ALBA RUEDA CARRO (3º F DE ESO)

Marta era una persona un tanto peculiar, ya que era sevillana, pero vivía en Móstoles e iba todos los días y a todas horas con el traje de sevillana, no se lo quitaba ni para dormir.
         Todos los viernes por la tarde Marta se ponía su arnés encima del traje de flamenca y se ponía a escalar edificios.
         Todo el mundo la miraba como si estuviera loca y le gritaban desde abajo todo tipo de insultos, pero eso a ella no la frenaba; le gustaba hacerlo y lo hacía.
         Un día, Antena 3 Noticias se enteró del caso de esta chica que cada viernes se ponía a escalar con traje de flamenca, y no tardaron en coger su camión de reporteros para ir a entrevistarla. Dio la casualidad de que era viernes y podían verla en acción. La grabaron y salió en todas las cadenas.
         David era un chico un tanto peculiar, ya que era sevillano y vivía en Majadahonda e iba todos los días y a todas horas con traje de flamenco. Todos los sábados cogía su arnés y se ponía a escalar edificios.
         Un viernes por la tarde, David estaba en el sofá de su casa y le dio por encender la tele; vio a Marta escalando edificios con su traje de flamenca. En ese momento sufrió un flechazo. Cogió el coche y se dispuso a conocer a esta maravillosa persona.
         David se colocó el arnés y subió al edificio en el que se encontraba Marta.
         David se presentó allí, en lo alto del edificio. Marta hizo lo mismo.
         Después de bajar del edificio se fueron a tomar un café y… tres años después se casaron y tuvieron dos preciosos hijos: la niña se vestía de flamenca y con su madre, los viernes, se ponían a escalar juntas. Y el niño, los sábados, hacía lo mismo con su padre.
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ESTIMULANTES
IGNACIO GARCÍA PARRAS (3º F DE ESO)

MI nombre es Roberto, también conocido como “Rob” o “Rober”. Vivo en Fuenlabrada y todos los días voy a trabajar a Móstoles.
         Trabajo en una clínica veterinaria, un negocio familiar. A la gente, cuando escucha la palabra “veterinario”, le viene a la cabeza una imagen con perros, gatos, etc.
         Pero yo, además de estudiar Veterinaria, estudié “Hipología” (ciencia que estudia al caballo), y es en lo que estamos especializados.
         Toda mi familia, excepto mi mujer, que es arquitecta, no dedicamos a eso.
         Un día, saliendo del trabajo, se me ocurrió dar una vuelta por el barrio para conocerlo mejor. Se me antojaba tranquilo, muy residencial. Mientras avanzaba en mi paseo, a lo lejos, vi algo extraño, un punto rojo irreconocible para mi vista, que se movía de un lado a otro desde el edificio.
         Me acerqué extrañado y vi algo insólito: una mujer, vestida como si fuese a “echarse unas palmas” estaba colgada con un arnés desde la azotea.
         Después de ver aquello, me llegó a la cabeza el recuerdo de que a mi mujer le encanta el flamenco. A mí me resulta bonito y a la vez siniestro, ya que le gusta demasiado.
         Ver a aquella persona allí colgada me dio mucho repelús. Pensar que aquello era tan pernicioso me revolvía las tripas.
         Sin poder resistirlo más, me acerqué para advertirle a aquella mujer el riesgo de aquella actividad.
         Nada más oírme, se giró asustada y tropezó.
         Empezó a caer rápidamente y, cuando estaba a nada de chocar contra el suelo, abrió un paracaídas y cayó deslizándose por el cielo.
         Cuando aterrizó a mi lado me di cuenta de que era mi mujer. Le pregunté el porqué del asunto. Ella me respondió que no sabía cómo había llegado allí, tras haber estado en la sala de estimulantes en la clínica veterinaria. No supo más.
         Seguidamente, sabiendo de su irresponsabilidad, en silencio, me di la vuelta y me fui.
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UN DÍA DE RESACA
BRUNO ROMERO ALVENDÍN (3º F DE ESO)

ERAN las 5:00 a.m., el despertador sonó. Rosario se despertó desorientada y con un dolor de cabeza horrible. Lo primero que pensó fue: “¿Dónde estoy? Esto no es mi ‘pisico’ de Sevilla”. Confundida, intentó recordar; lo último que recordaba era haber estado bailando en un bar, acabar la actuación y sentarse a beber con un apuesto caballero.
         Asustada, miró su cuerpo. Por suerte, su traje de flamenca seguía allí y no parecía haber nadie en la habitación.   
         No le dio tiempo a pensar en nada más porque en ese mismo instante llamaron a la puerta. Se levantó tambaleante y la abrió. Su manager la miraba desde la entrada.
        
—¡Veo que estás vestida! ¡Perfecto! Nos vamos —dijo muy convencido.
        
         Cogió a la confundida Rosario de la mano y tiró de ella para sacarla de la habitación.

—¡Espera! ¿Adónde vamos? —preguntó Rosario con esfuerzo. La cabeza le daba vueltas.
—Te lo explico en el coche —respondió él a la par que echaba a andar.

         Caminaron a toda velocidad por un laberinto de escaleras y pasillos antes de salir a la calle. Un coche los esperaba delante de la puerta. El manager la empujó adentro; después se introdujo él. El coche arrancó y, mientras avanzaba por aquella ciudad que, definitivamente, no era Sevilla, el manager procedió a explicarle la situación:

—¿Hasta dónde recuerdas lo que ocurrió ayer? —preguntó.
        
         Haciendo un tremendo esfuerzo, Rosario respondió:

—Recuerdo bailar… tomar un par de copas…
—¿Nada más? A partir de ahí empezaste a insultar a tu antiguo novio mostoleño y gritaste que ningún mostoleño sabía hacer nada. Ofendido, el chico, que se ve que era de aquí, te retó a competir con él en la escalada de un edificio. Tú aceptaste y… aquí estamos —dijo soltando un suspiro.

         Cuando llegaron al lugar acordado, le pusieron a Rosario un arnés rojo reluciente y la engancharon al edificio mediante una cuerda. El hombre estaba a su lado y un árbitro dio la salida. Llevaban un buen trecho subiendo cuando Rosario perdió su apoyo y cayó.
         Rosario despertó de un salto. Estaba en una cama desconocida; al lado había un hombre desnudo, confundida… intentó recordar…
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¡QUÉ MALO ES EL ALCOHOL!
ESPERANZA LARA HERRERA (3º F DE ESO)

—EN la Feria de Sevilla, yo me visto de flamenca. Aquel Viernes Santo salí, vestida, maquillada y peinada; bailé todo el día. Por la noche, unos amigos y yo nos fuimos de bares.
         Me puse un poco mal y, así, de repente, estaba con un arnés y enfrente del edificio más alto de Móstoles. ¿Móstoles?, ¡pero si hace nada estaba en Sevilla! ¿Qué coño hago en Móstoles? —le grité a Manuela—. Ella me dijo que había escalado aquel edificio borracha y que había venido a por mí porque me había caído del primer piso.
         Estaba sana y salva, pero… ¡qué malo es el alcohol!
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LA FLAMENCA ESCALA-PAREDES
ADRIÁN GONZÁLEZ ÁLVAREZ (3º F DE ESO)

ERA una mañana fría y empezaba a amanecer cuando el sol hizo su aparición por el horizonte y las calles de la ciudad de Móstoles empezaban a abarrotarse de gente, la cual iba a trabajar, a hacer compras o recados y de niños que se dirigían al colegio.
         Estaba durmiendo tranquilamente en mi cama y, de repente, sonó mi despertador y vi que era mi hora de ir a trabajar. Me levanté, me duché, desayuné y me preparé.
         Yo trabajaba de cámara en la prensa y siempre grababa todas las noticias importantes para la cadena en la que trabajaba.
         Salí de casa rápidamente porque no quería llegar tarde y en el portal vi cómo una señorita, vestida de flamenca, se ponía un arnés. Como no quería llegar tarde, ignoré la situación y fui a por el coche para ir a trabajar. A los veinte minutos de llegar a las oficinas me hicieron una llamada urgente avisándome de que tenía que ir a grabar una noticia de última hora, y cuando me dieron la dirección para que fuera a grabar, vi que era mi casa.
         Fui corriendo con el coche y al llegar vi que estaba la calle llena de gente rodeando mi edificio. Cuando me acerqué no me creí lo que estaba viendo: la chica a la que había visto vestida de flamenca estaba escalando el edificio con un arnés. Yo y los cámaras de otras cadenas nos pusimos a grabar lo que estaba sucediendo.
         Veinte minutos después llegaron los bomberos y la bajaron rápidamente. Todos los de la prensa fuimos a entrevistarla y contó que lo que quería era llegar a la azotea y bailar flamenco para enseñarle al mundo su talento.
         Esta noticia se difundió por todo el país durante tres días y la señorita se hizo famosa por toda la nación y, además, se convirtió en una persona de la que se habló mucho durante años en la ciudad de Móstoles.
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ME DESPERTÉ…
JIMENA FUENTES MOREIRA (2º G DE ESO)

Me desperté en una cálida mañana de sábado con un horrible ruido. Alguien gritando y pegando patadas se escuchaba en las afueras de mi edificio. Salí a ver qué pasaba y nunca pensé que contemplaría tal cosa: una flamenca estaba escalando mi edificio. No sabía qué hacer, qué decir. Es complicado pensar cuando alguien viste de tal forma y escala un edificio. Finalmente, decidí hablar:

OPCIÓN-A
—Buenos días. ¿Qué hace usted tan temprano escalando?
—Hola, espero no molestar. Estoy escalando el Everest.
—¿El Everest?
—Sí, así es.

OPCIÓN-B
—Bueno, bueno, bueno, ¿qué hace en mi edificio? Por favor, abandone el lugar.
—Oiga, solo estoy escalando mi montaña, así que no me mande.
—Ay, ¡madre mía…!

         En ese momento de di cuenta de que estaba borracha.
         Ahora sí que no sabía qué hacer. Una flamenca trepaba por mi edificio y encima iba borracha como una cuba. ¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo hacer? ¡Ah, ya sé!:

OPCIÓN-A: Llamar a la Policía:
—¿Policía?
—¿Sí?
—Por favor, acudan a mi casa. Una borracha está en mi edificio.
—A ver, explíquenos, señora, no puedo entender ni una palabra…

OPCIÓN-B: Llamar a un amigo:
—¿Hola?
—Hola. ¡Ayúdame!
—¿A qué?
—¡Una flamenca borracha está trepando mi efidicio!
—Ya voy.
—Gracias.

         Estaba muy confusa, ¿habría sido un sueño? No parecía serlo. Mi amiga llegó y en cuanto vio a la flamenca se desmayó. Después de dos largos minutos se despertó. Dijo que debíamos llamar a la policía. Yo le dije que no haría falta tanto, pero que algo debíamos hacer.
         Decidí ir a llamar a un vecino y, en ese momento, oí un ruido. Fui a ver a la flamenca… ¡su arnés!

FIN-1
Le expliqué a la Policía todo lo ocurrido. Arrestaron a la flamenca. No fue a la cárcel. Simplemente se tuvo que ir a descansar.

FIN-2
Se soltó y murió: se podía ver a la flamenca hecha trozos en el suelo. Con diez huesos rotos por lo menos, y la cara totalmente ensangrentada. Llamamos a una ambulancia pero no sobrevivió.

FIN-3
Casi se suelta y se cae: el arnés hizo un ruido inexplicable. La flamenca comenzó a gritar. Un vecino la ayudó. Le dijo que se pusiese en su terraza y la acompañó a casa.
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LAS FOLKLÓRICAS LOCAS
MARÍA ISIDRO MORA (2º A DE ESO)

Érase una vez una señora que, vestida de flamenca y sujeta con unos arneses, practicaba la escalada en una fachada de ladrillo visto de un edificio en Móstoles. La señora llevaba dos años en una escuela de flamenco donde iba todos los días dos horas. Ese día se le olvidó su bolso en su casa, que era un ático, y como el ascensor estaba roto, se le ocurrió subir con un arnés para no llegar tarde a clase de Flamenco se le ocurrió ir bailando la coreografía mientras subía. Empezó a taconear y se le cayeron los zapatos, pero ella seguía taconeando. Se le rompió el vestido, pero ella seguía bailando. Se le cayó el moño, pero ella seguía moviéndose. Hasta que llegó al piso de su vecina más odiosa, que salió y le dijo:

—Tú no eres flamenca.

         Ella respóndió:

—Y tú no eres nada, porque no tienes el arte que tengo yo. 

      Entonces, salió la gitana por la ventana y subió bailando igual que la otra. Desde entonces las llaman: “LAS FOLKLÓRICAS LOCAS”.
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UNA ESCALADORA AFLAMENCADA Y RECORDGIRL
HUGO VILLARES MARTÍNEZ (3º F DE ESO)

Aquel día decían por la televisión:

—HOY, dos de noviembre, tenemos a una de las mejores escaladoras de España; esta es una mujer de unos veintinueve años se dedica a lograr records para que figuren en el libro Guiness.
         Este mes ha salido más de tres veces en el telediario. Salió que estaba en París, en la Torre Eiffel. Estuvo subiéndola durante tres horas, pero un guardia de seguridad mandó bajar a la joven mujer para salvaguardad su integridad física.
         Hoy ha dicho que iría a un edificio de Móstoles a subirlo sin cuerda.
        
Al llegar allí se lo pensó dos veces, pero, finalmente, empezó a elevarse sobre el suelo; cuando estaba a unos diez metros de altura ella tenía a un gran número de seguidores aclamándola.
         Al momento de alcanzar los últimos ladrillos notó como un breve tembleque sobre su cuerpo, lo que hizo descender su cuerpo un par de metros, pero al pasar paralela a una ventana, que estaría a unos quince metros, uno de los aficionados, que llevaba unos prismáticos, alcanzó a ver que solo llevaba un arnés; no llevaba ni cuerda ni nada. Rápidamente marcó el 112 y, a los tres minutos, estaba allí el cuerpo de rescate, que subió hasta el octavo piso, donde estaba enganchada la joven mujer.
         Un bombero salió por la ventana y vio a la joven descolgada sobre el edificio.
         Al verla se fijó en su vestimenta y quedó asombrado de que con un traje de flamenca pudiera subir hasta semejantes alturas.
         Habló con ella para intentar que no siguiera. Ella primero lo ignoró y al rato le dijo:

—Yo voy a subir, no sé tú…
—Pero no haga tonterías, que se va a caer…
—Yo lo hago porque… ¡Arriba España!

         Ella siguió subiendo hasta llegar a la cumbre del edificio de Móstoles.
         Llegaron muchas cámaras y apuntaron a la joven flamenca, que daba unos breves pasos de flamenco.
         Aquella misma tarde salió la noticia y todo el mundo la alabó por ofrecerles aquel espectáculo en vivo.
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FLAMENCA CON POCA GRACIA
ALEJANDRA GARCÍA DÍAZ (3º F DE ESO)

ERAN las nueve de la mañana; acababa de abrir una tienda de escalada en Móstoles. Una hora después veo a una flamenca en la calle de enfrente; veo que se acerca y abre la puerta. Me pide un arnés que sea rojo. Justamente tenía de todos los colores menos ese. De repente aparece el camión. Traía arneses y enganches. Le vendí a la flamenca un arnés rojo de 40 €.
         Al día siguiente llegué un poco tarde, a las nueve y diez. Enfrente, en la puerta del edificio había mucha gente. No pasó nada hasta las once y media. Estaba todo lleno. De repente la gente empieza a gritar y a aplaudir mientras miraban hacia arriba. Salí de la tienda y miré para arriba. ¡No me lo podía creer!, estaba la flamenca del día anterior con el arnés rojo, que pasaba desapercibido en combinación con su vestido rojo, con mucho volante y lunares negros.
         La flamenca empezó a bajar. En cada balcón daba un mini-concierto; no tenía gracia; no lo hacía bien, solo era una chica que quería hacer el imbécil. Cuando llegó abajo volvió a subir. Cuando casi llegaba a la azotea se soltó; se cayó desde unos diez metros. Nadie se había dado cuenta, pero unos hombres pusieron una colchoneta para que hiciera su “caída triunfal”. Casi nos deja a todos sin respiración.
         Al final volví a mi tienda y todo aquello se despejó en diez minutos.
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FLAMENCA ESCALADORA
LUCÍA ORTIZ MOLINA (3º F DE ESO)

ERA un lunes a las diez de la mañana y yo estaba desayunando en mi piso de Móstoles cuando, de repente, se oyen gritos y todos los vecinos se asoman a las ventanas. Yo salí con el desayuno en la boca y vi que una señora estaba escalando por la fachada. Lo curioso era que iba vestida de flamenca y, obviamente, escalaba gracias a un arnés, y se iba colgando por los balcones. La señora logró subir hasta la azotea haciendo que se vivieran momentos tensos, ya que estuvo a punto de caer varias veces. La chica llevaba una peineta en la cabeza sujeta con un casco. Cuando llegó a la azotea, la policía y los bomberos, que estaban abajo, dispuestos a subir a la azotea para ayudarla, la identificaron: era una famosa youtuber conocida por hacer retos extremos.
         Previamente, en sus stories de Instagram lo había subido. Dijo que iba a ir a escalar un edificio, pero no dijo dónde. Puso que iba a ir vestida de flamenca en honor a Sevilla (de donde era ella) y por eso llevaba la cámara: lo iba a subir a Youtube.
         Pasaron  diez minutos y la chica ya estaba en la azotea desde hacía tiempo. Se quedó en la esquina, en el bordillo, mejor dicho. Los policías y bomberos estaban a punto de llegar donde estaba la chica cuando, de repente, esta se puso a bailar, festejando que había llegado y no se había caído. Y en ese momento se resbaló y se cayó, precipitándose al vacío. Todos quedaron asombrados y con miedo. La chica había muerto nada más chocar contra el suelo.
         Todo el mundo pensaba que solo por tener miles de visualizaciones había acabado con su vida. La noticia se volvió viral, como otras muchas de personas que hacen tonterías por ser famosas y tener visitas en sus redes.
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NARRACIONES 2º ESO F
CUENTOS POLÍTICAMENTE CORRECTOS
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LA BRUJA NO TAN MALVADA
CARMEN EGEA DÍAZ (2º F DE ESO)

Érase una vez, una joven llamada Blancanieves que era muy hermosa, tanto por fuera como por dentro: era sincera, alegre, inteligente, valiente y muy luchadora. Una bruja que vivía cerca de ella se puso muy celosa y ordenó a un leñador matarla en el bosque. Pero el leñador era demasiado bueno y no la mató, sin embargo, le dijo lo que pretendía la bruja.
         Blancanieves salió corriendo y se encontró una cabaña y entró. Se durmió en una de las siete pequeñas camas. Siete pequeños hombres entraron y vieron a la joven. Blancanieves les contó su trágica historia y los enanitos decidieron que se podría quedar si hacía todas las tareas de la casa. La joven, después de ese comentario tan machista y sexista, se fue de la casa.
         En su camino se encontró a la malvada bruja. Blancanieves, antes de que ocurriese algo malo, dijo:
—Antes de que me mates, sólo quería decirte que cada una es hermosa a su manera y no necesitas un pelo perfecto, un cuerpo perfecto, una cara perfecta… Para ser hermosa sólo tienes que ser tú misma.
De repente, apareció un príncipe y defendió a la joven. Pero ella lo apartó y la bruja dijo:
—No necesitas a ningún hombre que la salve, sabe defenderse sola.
El príncipe se fue y la bruja y Blancanieves se hicieron mejores amigas.
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CAPERUCITA ROJA
RALITSA RUMENOVA (2º F DE ESO)

Érase una vez una chica llamada Caperucita Roja. Ella era muy trabajadora y le encantaba ir de caza, ¡su padre le enseñó a cazar cuando cumplió los cinco años! Caperucita vivía en una cabaña muy lejos de la ciudad, pero muy, muy lejos, aislada en las profundidades del bosque.
         Un día decidieron visitar a la abuela, porque no le vendría mal una visita, ya que era una persona mayor y necesitaba ayuda en ciertas cosas. Caperucita estaba muy emocionada por conocer a su abuela por primera vez.
         Prepararon todo el equipaje y se fueron a pie hacia la ciudad donde ella vivía, dejando la cabaña atrás y marcando de vez en cuando un árbol con pintura amarilla para no perderse. Anduvieron días, semanas, obviamente parando para comer y dormir. Estaban muy cansados, pero ya no había vuelta atrás. Cada vez estaban más y más cerca, hasta que al final llegaron, pero había algo raro en esa ciudad, algo que no era normal en una ciudad. Sólo se escuchaba el silencio y una brisa suave de vez en cuando. Caperucita estaba muy ansiosa y estaba todo el rato haciendo preguntas como: “¿Falta poco? ¿Podemos ver ya a la abuela?”. Pero no obtuvo respuesta a ninguna de estas preguntas.
         Fueron al edificio donde la abuela vivía y llamaron al timbre, pero nadie contestó. El padre de Caperucita rompió la puerta y la chica se sorprendió aunque no dijo nada. Cuando finalmente llegaron a su puerta, lo primero que vieron fue una foto de la abuela y una fecha: “1956-2043”. Los padres supieron que algo iba mal. Cuando miraron las otras puertas, en todas ponía las mismas fechas de muerte. No sabían lo que estaba pasando.
         Se oyeron unos pasos y todos se dieron la vuelta a la vez. Era el lobo. Eran los lobos, llenos de pintura amarilla por las patas y la boca. Se quedaron en shock. La madre reaccionó y miró por la ventana, había más lobos con la boca llena de pintura y en los árboles la pintura ya no estaba. Ahora sí que se podría decir que ya no había vuelta atrás…
                                               CONTINUARÁ...
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CENICIENTA
IRENE CEREZO MACÍAS (2º F DE ESO)

Érase una vez una muchacha que vivía en una enorme y lujosa casa con su madrastra y las dos hijas de ésta. Esta muchacha, a la que trataban como criada, se llamaba Cenicienta. Ella debía satisfacer los deseos y órdenes de su madrastra, si no, sería castigada.
         Un día, llegó una invitación para todas las damas de la casa, en ella, el príncipe las invitaba a un baile para encontrar a una dama con la que casarse.
         Llegó el día del baile y Cenicienta tuvo que preparar y vestir a las tres damas. Al salir por la puerta, la madrastra le dijo a Cenicienta: “ni se te ocurra acercarte al castillo, no eres lo suficiente buena para el príncipe”. Cenicienta, enfadada, decidió prepararse para ir al baile, se puso un vestido que resaltaba su figura y belleza. Cuando ya estaba preparada para irse, apareció una especie de holograma en el que aparecía Cenicienta de pequeña y su padre. Este le decía que siempre debería hacerse valer por lo que es y no por lo que todos quieren que seas.
         La joven recapacitó. Se quitó el vestido y lo cambió por un traje que perteneció a su madre. Se montó en su caballo y se dirigió al palacio. Cuando la vieron, todos se quedaron impresionados. En ese mismo momento, el príncipe se enamoró de esa misteriosa dama con ideas muy avanzadas para esa época.
         Después de dos años decidieron casarse y vivieron felices y comieron perdices.
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LOS TRES CERDITOS
(VERSIÓN POLÍTICAMENTE INCORRECTA)
VICENTE REIRIZ DEL RINCÓN (2º F DE ESO)

Érase una vez, en algún lugar, en algún campo, tres hermanos cerditos. Cada uno se puso a construir su propia casa. El pequeño, no por ser el de menor edad, sino porque había mucha paja en su zona, construyó su casa con este material. El mediano, que tenía edad suficiente para trabajar, utilizó la madera que tenía en su taller de carpintería, para construir su hogar. Y el mayor de los tres hermanos, que trabajaba como arquitecto, empleó ladrillo que compró.
         Así, los tres hermanos empezaron a construir sus nuevos hogares. El pequeño fue el primero en terminar su construcción y empezó a molestar a sus hermanos. El mediano, una vez que terminó, se unió a las maldades de su hermano hasta que el mayor terminó.
         A lo lejos veían llegar a un amistoso lobo. Se les acercó y dijo: “hola, nuevos vecinos, veo que acabáis de llegar al barrio, ¿os apetecería venir a mi morada a tomar algo, en forma de bienvenida?”. Los cerdos, en forma de burla, por no ser un cerdo empezaron a lanzarle bellotas e insultos. Así, el amable lobo se fue triste a su casa, sin nuevos amigos y siguiendo su solitaria vida.
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RICITOS DE ORO
JORGE CABEZAS LÓPEZ (2º F DE ESO)

Un día, una niña conocida como Ricito de Oro, apodada así no de forma despectiva, sino de forma afectiva por la tonalidad y la perfecta ondulación de su pelo, estaba paseando sola por el bosque, no por la supuesta inconsciencia de sus progenitores hacia ella, sino todo lo contrario, paseaba sola para fomentar su autoestima, su valía y confianza y que de este modo aprendiese a ser autosuficiente.
         Paseando y paseando se despistó y se perdió, pero no se despistó porque no tuviera el conocimiento suficiente para valerse por sí misma, se despistó como consecuencia de su corta edad que la tenía absorta en el juego.
         Encontró una casita con la puerta abierta, pero no estaba abierta por despiste de sus propietarios, sino porque sus habitantes eran una familia de osos, los cuales preferían dejarla abierta. La niña, cansada lógicamente por el recorrido realizado, entró en la casita, no con intención de hurto ni destrucción, sino como un simple impulso de protección hacia su propia persona. Dentro de la casa encontró tres cuencos de sopa, tres sillas y tres camas. Debido al hambre y al cansancio que sentía, y no por maldad, dado que su corta edad y la educación recibida no le permitía actuar con ánimo de dañar nada ni a nadie, probó las tres sopas, las tres sillas y las tres camas y definitivamente se quedó con las más pequeñas, las cuales eligió únicamente por la comodidad y el placer personal que le producían y no con intención de dañar los sentimientos de nadie.
         Estando Ricitos de Oro dormida, aparecieron los tres ositos quienes con gran asombro, enfado y decepción descubrieron que alguien se había comido la sopa del osito, había roto la silla y estaba durmiendo en su cama.
         Los ositos sin intención ninguna de hacer daño físico o psicológico a la niña, la despertaron para saber el motivo de tal intromisión en su intimidad y conocer el motivo de tal destrozo a sus bienes y su propiedad.
         Ricitos de Oro despertó y chilló, no por miedo a los osos que eran unos animales amables y amorosos, sino porque fue consciente de destrozo que había causado y corrió avergonzada, no sin antes gritar una disculpa hacia la familia de osos. Los animales la buscaron para concederle su perdón e intentar establecer una bonita amistad.
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TENORIADAS VARIAS:
VISIONES DEL TENORIO DE TODO TENOR
(Hay muchas versiones del Tenorio, pero no menos de Juani, la Tenoria…)

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CAPERUCITA CHONI
ANA FERNÁNDEZ ESTEBAN (4º E DE ESO)

OS narraré la historia de Juani Tenoria, más conocida como “Caperucita Choni”.
         Un día fue al bosque a visitar a su abuela la loca, que era alcohólica y rockera.
         Por el camino se encontró a un leñador to’ buenorro y decidió lanzarse a hablarle:

—Bueno, qué fuerte estás, guapetón, ¿puedo saber tu nombre?
—Y tú qué haces por aquí tan sola y preciosa. Me llamo Mauro, ¿y tú?
—Voy a casa de mi abuelita, me llamo Juani Tenoria, pero me llaman Caperucita Choni.
—Mmmm, pues encantado. Oye, ¿te gustaría si te invito a tomar algo esta noche y así nos conocemos mejor?
—¡Ay, pues me encantaría!
—Perfecto, pues hoy a las doce en la taberna de Peter.
—Vale, allí nos vemos, ciao.
        
         Por fin, llegó a casa de su abuela.

—Hola, abuelita, ¿qué tal tu día?
—Hola, hija, muy bien, he estado escuchando música.
—Me alegro, abuelita. Oye, ¿podrías darme unas cuantas pastis de las tuyas?
—Claro, hija, toma, pero adminístralas bien.
—Gracias, abuela, te amo.
—Ja, ja, ja… qué pelota eres.

         Eran las once y media y Juani se disponía a ir a la taberna.
         Entró en la taberna:

—Hola, Mauro.
—Hola, Caperu’ Choni.

         Se tomaron tres copas y se enrollaron e hicieron toda clase de cosas en el baño.
         Después de aquella noche, Juani sintió que se había enamorado de verdad, cosa que nunca le había ocurrido.
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JUANI TENORIA
MARTA SOLER HERRERO (4º E DE ESO)

(Se ve a una chica con pintas de barriobajera entrando en un bar masticando chicle de manera exagerada. La chica busca con la mirada a la persona a la que había conocido por Tinder con la decisión de seducir a la que será su nueva presa.
         De repente, un chico sentado en la barra alza su mano para que Juani lo viera. Juani se dirige a él y…)

Juani: Hola, nene.
Carlos: Hola, guapa, encantado de poder por fin verte en persona.
Juani: Lo mismo digo. Mira voy a ser clara: yo estoy aquí contigo porque busco un rollo de una noche y ya. No quiero casarme contigo, ni tener hijos, ni vivir en una casa en la ciudad.
Carlos: Pues creo que no buscamos lo mimo, mas he de decirte que lo que me dices me ha dejado un vacío en el alma que no sé si podré llenar, ya que tus ojos son dos estrellas que alumbran mi corazón y tus labios rojos como el carmesí me hacían ver y pensar que tú eras la de verdad… Pero respetaré tu decisión y todos los días que mire a la luna te recordaré.
Juani: Yo… no sé qué decir. No sabía que fueras tan inteligente… Bueno… quizás pueda darte una oportunidad para que nos lleguemos a conocer más.

(Tras aquella noche, Juani y Carlos se fueron conociendo y acabaron juntos. Lo que no sabía Juani era que aquel poema que Carlos le recitó en el bar lo había sacado de Google y lo tenía apuntado en la mesa. Pero bueno, la historia de estos enamorados barriobajeros es cosa de ellos, así que… que sean felices en su mentira).
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JUANI TENORIA
PAULA LAMATA ECHEVARRÍA (4º E DE ESO)

Juani Tenoria llevaba años cual abeja, de flor en flor. Todo esto comenzó cuando su ex la dejó por otra. Juani perdió la confianza en el amor. Como otro día cualquiera había quedado con un chico de “Tinder” para pasar el rato. No leyó mucho su biografía, solo sabía que se llamaba Álvaro, que se llamaba Álvaro, que tenía veinticinco años y que estaba buenísimo. Juani le dio una última calada a su cigarro y se metió en el bar, esperando encontrar a uno de los muchos tíos que tenía por añadir a su lista. Cuando entró la sonrisa de Álvaro por aquella puerta, dejó a Juani anonadada hasta que tuvo a bien presentarse y saludarla.
         Empezaron a hablar tenía un interés que nunca había tenido antes con otros respecto a lo que Álvaro le contaba. Después de haber pasado la noche con él, se sintió apenada porque aquel “buenorro” se tuvo que ir. Aquella noche no solo se habían enrollado; él le contó muchas cosas y, sorprendentemente, ella las había escuchado todas. Sentía algo en el estómago que solo había sentido años atrás: “AMOR”.
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JUANI TENORIA
MARTA DEL POZO PEÑAFIEL (4º E DE ESO)

Era sábado noche y Juani se disponía a prepararse para salir de fiesta como cada sábado. Se puso su vestido de leopardo favorito, sus Converse, sus aros grandes y se pintó la raya del ojo, y los labios de un buen rojo potente. Quedó con sus amigas en el mismo sitio de siempre y se dirigieron a la discoteca. Entraron en el local y empezaron a beber y a bailar. Cuando ya llevaban un rato allí, Juani vio a un chico que le llamaba mucho la atención y le dijo a sus amigas:

—Tías, mirad a ese pibón de la derecha, el de los ojos azules —todas se giraron y le miraron.
         Juani pensó que tenía que hablar con él y, tras mucho pensarlo, se bebió su copa y se acercó a él.

—Ey, ¿no tendrás un cigarrito? —le dijo Juani.
—Claro, bonita, vamos fuera y te invito a uno —dijo él.

         Cuando estaban fuera empezaron a hablar:

—Oye, todavía no me has dicho tu nombre —le dijo él a ella.
—Me llamo Juani, ¿y tú?
—Me llamo Sergio, pero me llaman Sergi.
—Y, bueno, Sergi, ¿tienes churri, o qué?
—¡Que va, ja, ja, ja… estoy soltero —dijo Sergi con tono picarón.

         Tras establecer una larga conversación, finalmente Juani y Sergi se enrollaron en la entrada de la discoteca; él le pidió el número a ella.
         Estuvieron unos días quedando después de aquella noche; la invitó a comer un día y también la invitó al cine. Juani estaba muy rayada porque no sabía si seguía sintiendo algo por Jonny, su ex.
         Jonny la invitó a su casa una tarde a fumar, que es lo que hacía él a todas horas. Ella fue allí y se enrolló con él, pero cuando llegó a su casa se dio cuenta de que quien de verdad le gustaba era Sergi, no  Jonny.
         Siguió quedando con Sergi y se dio cuenta de que era un tío muy bueno que la cuidaba y la respetaba, así que empezaron algo serio y duradero.
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JUANI TENORIA
JORGE GIMENO LIZARRAGA (4º E DE ESO)

—Joé, el Bosco me ha conquistado mazo vasto. Yo que solo pensaba en liarme con él y, si eso, algo más… Pero el Bosco tiene mazo personalidad, tío.
         No es como los demás; este es distinto, es guapo, alto, fuerte y un caballero. Siempre me trató como una princesa, no como los demás, que solo estaban ahí para tratarme como un objeto.
         Pero no quiero salir con él porque es un poco opuesto a mí: viste elegante, habla elegante, se comporta como un caballero… No creo que lo merezca, es demasiado para mí. Es la elite de los tíos. Yo soy muy baja clase para él.
         Pero a él se le vio enamorado ayer en el bar. La verdad es que me estoy rayando mazo por él, y no sé qué hacer. Creo que le llamaré para volver a quedar, porque creo que es el definitivo.
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LA JUANI
FERNANDO ALCALÁ SÁNCHEZ (4º E DE ESO)

La Juani se estaba preparando porque había quedado con un chico al que había conocido en una fiesta de una amiga. Saliendo de casa llamó por teléfono a su amiga diciéndole que después de este chico iba a quedar con otro más. Quedó con un chico en un bar cerca de su casa y pasaron un buen rato. Juani se dio cuenta de que este chico no era como los otros; era más atento con las chicas, educado, y se vestía muy bien. Después de la “cita” le pidió su número de teléfono y se fue a su casa. Estuvo toda la noche hablando con su amiga sobre el chico y sobre que le iba a pedir salir. Al día siguiente quedó con otro chico, pero no disfrutó tanto como con el anterior, así que se fue en mitad de la conversación.
         Llamó al chico para ver si podía quedar otra vez con él y quedaron. En el momento, Juani se declaró, pero el chico ya sabía cómo era ella y lo que le había hecho a otros chicos, y le dijo que no. Y la Juani tuvo que seguir quedando con chicos hasta encontrar otro amor.
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JUANI TENORIA
MANUEL ESTEBAN MARTÍNEZ (4º E DE ESO)

Había una vez una chica de dieciséis años que era muy muy choni: fumaba porros, estaba todos los días fuera, bebía alcohol, etc. Un día, sus amigas le dijeron de ir a un local nuevo que había abierto hacía una semana. El local se llamaba “La Poligony”. En esa semana que llevaba abierta estaba lleno de gente. Cuando entró se fue a la barra a pedirse un calimocho con sus amigas. En ese momento la Juani fichó un pibe que estaba “tri-bueno” y se lanzó a por él. Cinco minutos después ya estaban en los baños de “La Poligony” liándose. El chico se llamaba Kevin, aunque sus amigos le llamaban “Papi Kevin”. Al día siguiente Juani tenía to’ la resaca, porque no paró de beber la noche anterior. Aquella mañana le llegó un mensaje de su amiga, la Vane, que le hizo recordar que se había pillado por el Kevin. Así que la Juani intentó recordar lo que pasó y se dio cuenta de que era verdad, por lo que se recorrió todo el pueblo con el fin de encontrar a Kevin y decirle lo que sentía. Cuando lo encontró, lo que le dijo Kevin le cambió la manera de verlo. Kevin le confesó que era gay.
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JOHNY Y JENNY
JAIME GUZÓN HERNÁNDEZ (4º E DE ESO)

Había una jamba mazo de loca que se llamaba Jenny que lo partía en la disco y se encontró al Johny, un pavo mazo de bueno y chaval de diez. Cuando la Jenny vio al pavo se le pusieron los pezones mazo de tiesos y al Johny se le cayó la pichurra (aparato reproductor masculino) al suelo. El Johny se estaba poniendo mazo de tieso tomando su bebida favorita: vodka con “chorigorri” (bebida energética de una conocida marca).
         Al día siguiente, la Jenny se levantó mazo de activa. Se echó un canuto (marihuana introducida en un papel) y tiró pal’ barrio del Johny.
         Cuando llegó estaba el Johny con su panda mazo de chunga y la Jenny fue a hablar con él, pero, de repente, llegó el Turbinas, el ex de la Jenny, y el Johny y su panda le partieron toda la jeta (rostro).
         Dos días después, vino el Turbinas con su panda para matarse con el Johny. El Johny le clavó la navaja en el hígado al Turbinas y a dos más. La policía lo llevó a la comisaría y el Johny le dijo a Jenny: “Pava, te quiero mazo, como alguien te toque lo mato, que no se te olvide que eres la puta ama… fuuu…. Fuuu…”.
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JUANI TENORIA
LIA MORALES GONZÁLEZ (4º E DE ESO)

Estaba la Juani en la discoteca Fabrik dándolo todo, cuando le entró un pibito llamado Johny que le pareció muy guapillo. Él le dijo de ir a dar una vuelta y fumarse un cigarro; ella aceptó. La Juani le dijo al Johny que si quería ya ir al tema, ya que todos los pibes con los que había estado era lo único que querían y ella, al ser tratada tan mal también se había vuelto así. El Johny le dijo que él no iba de ese rollo, y al ver que ella sí, decidió irse a bailar con sus amigos.
         A Juani le fastidió un montonazo que pasara de ella, ya que nunca lo hacían, pero ella no se iba a arrastrar; desde su último novio decidió no hacerlo más.
         Al ver que no era como todos los pibitos, decidió invitarlo a un cubata o algo y él aceptó. Estuvieron muchísimo tiempo hablando y se gustaron muchísimo mutuamente. Era el primer pibe desde hacía mucho tiempo al que le gustaba escuchar lo que ella decía, ya que nunca lo hacían, es decir, le pareció un tío legal.
         Se fueron a casa y como la madre de la Juani estaba mazo cabreada con ella porque no la había dejado salir pero se había escapado, el Johny le dijo que si se quería ir a dormir a su casa, y ella, como no, aceptó.
         Ella pensaba que dormirían juntos, pero qué va.
         Ahora llevan mazo de tiempo y ha vuelto a abrirse; espera que no le vuelvan a hacer daño.
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JUANI TENORIA
ALEJANDRO FIGUEROA GARCÍA (4º E DE ESO)

Juani Tenoria estaba mazo triste porque llevaba tres días sin ir al Max Center a partirla. La Nere quería ir a full de ciclos tumbando aguja a ciento ochenta por la carretera, pero nuestra protagonista necesitaba ir a un garito mazo de moderno. La Juani coaccionó a la Nere y a la Vane y las invitó a unos buenos canelos para que fueran a partirla a la disco nueva. Cuando llegaron al bareto, vieron que todos los pavos eran una full. Allí estaban la Termibus y el Turbinas enrollándose en toda la pista de baile. Nuestras protagonistas fueron a la barra y pidieron un vodka con chorigorri. Entonces, la mami Juani conoció al papi Chechu y se lo montaron mazo romántico en los baños de la disco.
         A la mañana siguiente le comentó a todas las pibas lo sucedido y todas se morían de envidia. Pero ella decía que lo que pasaba en la Pologony se quedaba en la Poligony.
         Pero más tarde se volvió a encontrar al pibe y la Juani se quedó mazo pillada por el Chechu. Ya no pensaba en meterse cacho clenchos, ni en beber Red-bull, ni en robar en el chino de la esquina. No podía pensar en otra cosa que en el Chechu, porque era un pibe hecho y derecho. La pava le abrió su corazón y duraron dos pedazo de semanas. El nuevo record de la Juani.
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JUANI TENORIA
ÁLEX FERNÁNDEZ PÉREZ (4º E DE ESO)

Juani Tenoria es una adolescente que se pilla siempre por muchos chicos y siempre consigue tener algo con ellos. Siembre se acaba liando y lo dejan a los dos días después. Este día había quedado con otro pibe con la intención de liarse con él. Habían quedado en un parque a las seis y, cuando llegaron, esto fue lo que pasó:

—Hola, guapetón… ¿eres Alex, verdad?
—Sí, encantado, ¿qué tal?
—Muy bien, voy a ser directa: ¡Quiero morrearte y comerte la boca!
—Bueno, bueno… eso te lo tendrás que ganar… ja, ja, ja…
        
         Juani se puso nerviosa y pensó un poco más a fondo, ¿realmente aquello era amor? Se empezó a enamorar de él a medida que lo miraba; y él la hizo reflexionar sobre ello. Juani rompió a llorar y Álex le dio un abrazo. Tuvieron una conversación abrazados y susurrándose.

—Gracias, Álex, por abrirme los ojos.
—Creo que te estás enamorando de mí, como yo de ti.
—Eres muy diferente a como te muestras en Instagram, me gusta más el Álex de verdad, el que me está abrazando.

         Se dejaron de abrazar, se miraron y Álex se lanzó a besarla. Juani, de piedra, lo morreó. Se liaron unos tres minutos, y una vez que acabaron hablaron de cosas muy bonitas y productivas.
         Finalmente, la chica le acabó diciendo así: “¿Quieres ser mi novio?”, y Álex le dijo, sin dudarlo y con mucho dolor, que no, que era por su bien, para que valorase más a la gente, a toda la gente con la que se había liado y a la que había traicionado después.
         Eran ya las once y media, por lo que se dieron un abrazo y cada uno se fue a su casa. Juani pensó mucho durante toda la noche, y Álex por su parte, se había enamorado de ella. Hablaban de vez en cuando por Instagram, hasta que quedaron cierto día para hablar. Ese día acabaron siendo novios.
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VERSIÓN TENORESCA
IVÁN CARCABOSO JUÁREZ (1º C DE BACHILLERATO)

Érase una vez, en un pequeño pueblo de la mancha, dos jóvenes enamorados protagonizan una bella historia de amor hasta que de repente… se cruzó en el camino de la chica un apuesto cazador del pueblo.
El cazador era conocido porque era capaz hasta de enamorar a los animales para que fueran hacia él para, posteriormente, darles caza; era tal su poder de enamoramiento que los hombres del pueblo escondían de él a sus mujeres para que no se las quitara.
El cazador discutió con el enamorado de la chica, el enamorado le dijo al cazador: “Me podrás decir todo lo que quieras, pero yo al menos tengo a mi lado a una chica que me quiere; no como tú…”, a lo que respondió el cazador: ¿Quieres que te quite a la novia? Pues no te preocupes que te la quitaré.
Al cabo de dos semanas el cazador consiguió enamorar a la chica y cuando se enteró el otro chico, le dio muerte al cazador y posteriormente se suicidó, dejando en una profunda depresión a la chica que había perdido a los dos amores de su vida.
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DON JUAN
AIMAN EL YAZIDI EL BAGHDADI (1º C DE BACHILLERATO)

La acción de esta increíble historia de amor y misterio transcurre en Mekong, un  pueblo ubicado a las afueras de la ciudad de Génova.
Mekong  era un pequeño y  bello pueblo que destacaba por su escaso número de habitantes y un precioso Río  llamado Riomaggiore.
Había una Leyenda que decía que cualquier persona que besara a su amado en aquel río, quedaría enamorada de aquella persona para el resto de su vida. 
En el pueblo de Mekong, habitaba Gabriel Díaz, un joven adinerado conocido en el pueblo por  su fama de Don Juan.
Gabriel Díaz estaba acostumbrado a romper los corazones de todas las mujeres con las que estaba sin importarle sus sentimientos, era todo un Don Juan.
Transcurría una preciosa tarde mientras Gabriel Díaz deambulaba con sus hombres por las preciosas calles de Mekong cuando, de pronto, se cruzó en su camino una hermosa muchacha llamada Afrodita.
Afrodita era una joven y bella muchacha perteneciente a una familia de clase adinerada.
Gabriel quedó impactado de la belleza que desprendía Afrodita , aunque ella no le prestó demasiada atención.
Tras aquel fortuito encuentro Gabriel pasó varios días intentando averiguar información sobre aquella chica. Tras largo días de frustración y tristeza por no poder saber la identidad de Afrodita, uno de los hombres de Gabriel consiguió localizarla por medio de una vieja y malvada Celestina, a la que ofreció 100 monedas para que por medio de sus habilidades consiguiera un encuentro entre Afrodita y Gabriel.
La espera mereció la pena y Gabriel consiguió encontrarse con su amada a las afueras del pueblo. Tras varios encuentros Gabriel decide tener un encuentro con Afrodita en Riomaggiore.
Gabriel no conocía la leyenda que circulaba sobre este río.
Gabriel y Afrodita se encontraban disfrutando de una espléndida mañana cuando, de repente, este decidió besar a su amada.
Al producirse aquel  beso,  Gabriel no notó nada raro.
Al día siguiente cuando se despertó no podía parar de pensar en Afrodita; ninguna mujer conseguía hacerle olvidar a su amada.
La leyenda de aquel río se cumplió. Gabriel dejó de ser un Don Juan y vivió con Afrodita durante el resto de su vida.
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DON JUAN TENORIO (crítica teatral)
ÁNGELA MARTÍN JIMÉNEZ (1º C DE BACHILLERATO)

El martes 12 de noviembre fuimos al auditorio “La Casona”, en Villanueva del Pardillo, para ver una de las obras más famosas de José Zorrilla y de toda literatura española, “Don Juan Tenorio”, que fue publicada en 1884.

Para mí, el tema de esta obra es sin duda la fuerza del amor y como este es capaz de cambiar la personalidad de una persona, en concreto, la don Juan Tenorio.
Él es el protagonista de la obra, y presume del número de mujeres a las que seduce. Para demostrar que él es el mejor, hace una apuesta con Luis Mejía en la que don Juan se propone conseguir a doña Ana, futura esposa de Luis y a doña Inés, una novicia que vive en el convento.
Aparte de ver quién conseguiría conquistar a más mujeres, también quieren ver quién es capaz de matar a más hombres y quién obtiene mayor fortuna. Don Juan conquista a doña Ana mientras don Luis está secuestrado y enamora a doña Inés, a quién lleva con él a un pueblo de Sevilla. Allí don Juan se da cuenta de que su amor por doña Inés es verdad, pero el padre de la novicia, don Gonzalo, junto con don Luis le quieren matar. En un enfrentamiento don Juan mata a ambos y huye a Italia. Irene acaba muriendo de pena por haber sido abandonada. Al regresar, don Juan se da cuenta de que en la casa de su padre están todas sus víctimas, incluida doña Inés. Su espíritu habla con don Juan y le cuenta que tiene un trato con Dios que dice que si se arrepiente de sus pecados, ella le puede esperar en la tumba. Gracias a su fuerte amor, don Juan recapacita y se arrepiente de todo lo malo que hizo a lo largo de su vida, por lo que Dios que concede el cielo.
Para mí la obra ha sido interesante en todos los aspectos. Me parece que la trama está bastante bien ya que, aun siendo antigua, se puede aplicar a cualquier época, entretiene y no es demasiado larga. Me ha gustado mucho la interpretación de los actores y actrices, aunque la puesta en escena me ha parecido un poco simple, ya que siempre era el mismo fondo, pero creo que esto demuestra que a veces menos es más y que no hace falta gastar mucho dinero en decorados para que la obra sea interesante y divertida. Por todo esto creo que la obra está muy bien y la recomiendo.
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NARRACIONES DE 1º B Y 1º D SOBRE UNA HISTORIA DE MORFEMAS
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EL LAZO DE LAS PALABRAS
ÁFRICA MARCHÁN PAGÁN (1º B DE ESO)

Al oeste del diccionario se hallaba un morfema flexivo solitario, se encontraba sentado en un banco reflexionando sobre lo inútil de su existencia: “¡Cómo me gustaría ser un morfema derivativo!”, se decía a sí mismo, “poder tener la libertad de comenzar o acabar una palabra, ser grande y que los demás se fijen en mí, hasta mi tristeza tiene un morfema derivativo”. Él quería unirse a un lexema que le complementara, poder cobrar sentido en una palabra.
         Cuando por fin logró despertar de su decepción, descubrió ante él un lexema en el que, la misma tristeza que él guardaba, se podía ver reflejada en su cara. Se secó las lágrimas y escondió lo que por dentro él sentía y se armó de valor para saber lo que a ese lexema le pasaba. Se sentó a su lado derecho y los dos se miraron. Sin decir nada, ya sabían lo que al otro le pasaba. Se dieron la mano para así, de alguna manera, aliviar su dolor y así quedaron unidos para siempre, formando la palabra: querer.
         Unidos quedaron por siempre y nada les logró separar porque el motivo que les unía era más fuerte que nada.
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LA FIESTA DE LA UNIÓN
MACARENA MARTÍN DE BLAS (1º B DE ESO)

Una noche de verano, en la discoteca más famosa de todo el abecedario, se encontraron todo tipo de palabras y letras. Allí se encontraba un pobre morfema flexivo llamado O, que, aunque era una de las letras más impresionantes (¡una vocal!), nadie la quería. Estaba allí por obligación, él no quería estar allí, porque no tenía amigos y se ponía triste al ver a todos pasándoselo bien.
         Cuando se disponía a salir de la discoteca, se chocó con otras dos letras y tuvieron la mala suerte de fusionarse formando el sufijo –ADO. La O se puso súper triste, ya no volvería a ser un morfema flexivo independiente. Los otros, también un poco decepcionados, se dieron cuenta de lo difícil que iba a ser para él y trataron de animarle:
—No pasa nada, va a ser difícil, pero encontraremos un lexema que quiera unirse a nosotros —le dijeron sus compañeros.
Tras estar un gran rato en la fiesta, conocieron a otro morfema derivativo, pero éste era un prefijo. Se llamaba DES-. Se hicieron muy amigos, pero no se podían juntar, porque no decían nada. Se pusieron de acuerdo y se fueron en busca de un lexema que les aceptara juntos.
         Estuvieron toda la noche, pero no encontraron nada. Cuando todo el mundo ya se iba, escucharon una voz pidiendo ayuda. Era un lexema que se había quedado encerrado en el baño. Fueron corriendo a ayudarle y cuando por fin consiguieron sacarle, el lexema se presentó. Se sentía muy agradecido y no sabía qué darles a cambio, hasta que se enteró de que estaban buscando un lexema al que unirse. Éste accedió y los morfemas se pusieron muy contentos. Entre los tres habían formado la palabra DESORDENADO. Y así, la O nunca volvería a estar sola.
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EL LEXEMA IMPOSIBLE
NOA MARTÍN PALOS (1º B DE ESO)

Un pobre morfema flexivo estaba triste y solitario. Se llamaba O, que venía de médico. Medic-, que era su hermano mayor, era muy popular en el colegio. Pero, sin embargo, O era todo lo contrario. Medic atraía a todas las lexemas, pero O no atraía a ningún morfema, incluida A, la morfema más guapa de todo el colegio. Ella venía de Hermosa.
         O tenía mucha envidia de su hermano mayor, porque siempre se juntaba con A, formando médica, pero O no podía porque, aunque también era un morfema, él era un morfema de género masculino. A O le encantaría ser un lexema porque así se juntaría con A.
         O se pasaba las horas encerrado en su habitación pensando qué lexema podría ser, aunque también le fascinaba poder ser una palabra simple, siendo él el único lexema.
         Un día, A y O se miraron de casualidad. Se notaba mucho que tenían un tipo de conexión. Pasaron los años y el hermano mayor de O se convirtió en Médico y O ya no era O, aunque A seguía siendo A, pero gracias a esa conexión entre O y A, O era feliz porque se convirtió en… ¡AMOR!
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EL MORFEMA FLEXIVO
MATEO VALENTÍN CHITIC (1º B DE ESO)

Había una vez un pobre morfema flexivo, se llamaba –OS pero siempre tenía miedo de un morfema derivativo llamado –ERA. Este morfema era amigo de los lexemas y tenía muchos amigos, al contrario que –OS, que no tenía ninguno.
         Pero un día, -OS tuvo un amigo, se llamaba –CION y le pasaba lo mismo que a –OS. Desde entonces se hicieron muy amigos y jugaron con más lexemas como ACTUA-, GAT- y otros. Jugaban y se unían con ellos y se sentían más grandes y fuertes.
         Un día, quién sabe por qué, vino –ERA, junto con PAPEL-, entonces les empezó a tirar a todos a la PAPEL- ERA, pero –OS resistió, le plantó cara, le separó a PAPEL- de –ERA y se enfrentó. Después, le dejaron en paz a –OS y –CION para siempre.
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MORFEMAS
MARTINA BATRAS VILLALVA (1º B DE ESO)

Érase una vez un morfema flexivo, se llamaba A, era muy mona y muy feliz, pero un día se juntó con una palabra y se dio cuenta de que él siempre era el último de la fila.
         Entonces, se enfadó porque es que él siempre era el último y no le parecía bien. Un día habló con una palabra y ella le hizo entender que porque fuese la última no era la menos importante, ella le explicó lo importante que era, porque ella era la que podía determinar el género y el número de una palabra, ¡cosa que es muy importante!
         Desde ese día, el morfema flexivo A siempre ha estado muy orgulloso de sí mismo y también muy feliz por ser un morfema flexivo. Salía de fiesta, se untaba con otras letras y formaba palabras como: gata, niña, derecha, maestra, amarilla, leona… Hasta un día formó parte de una palabra que además de morfema flexivo también tenía uno derivativo: COLOMBIANA.
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EL MORFEMA FLEXIVO
EDUARDO MARTÍNEZ-ABARCA CERCOS (1º D DE ESO)

Érase una vez un pobre morfema flexivo que siempre había querido dominar en alguna palabra. Estaba harto de que para estar en una palabra derivada tenía que estar acompañado de un morfema derivativo. Siempre se repetía:
-        ¡Dominar las palabras primitivas es un rollo!
Hasta que al final se decidió a intentar controlar una palabra derivativa. Se decidió a preguntar a un lexema, pero al lexema le parecía mala idea.
         Así que fue a preguntárselo a un verbo que siempre estaba con él, era su mejor amigo, y le dijo:
-        Yo te apoyo, pero es imposible dominar a un morfema derivativo. Yo una vez lo intenté… Desde entonces los verbos ya no tienen morfemas derivativos… Ten cuidado o desaparecerás de todas las palabras.
Se lo propuso a muchos, pero no quisieron. Estaba solo.
         Se presentó a la Real Academia Española. No querían, pero un instante más tarde apareció el verbo y consiguió algo, ¡le propusieron ser un morfema derivativo!
         Al principio estaba contentísimo, pero cayó en que se tendría que separar de su amigo, se lo pensó dos veces y… No aceptó, prefirió quedarse con su amigo. ¡Al fin y al cabo la amistad era más importante que el poder!
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¿QUIÉN SOY?
ADRIÁN ÚBEDA POLO (1º D DE ESO)

En el país de la lengua vivían muchos lexemas, letras, verbos… Y todos sabían para qué servían y cuál era su función en el mundo de las palabras. Pero había un pobre morfema flexivo que no sabía quién era y para qué servía, y eso le ponía muy triste, así que decidió preguntar a la más sabia, que era Doña Palabra.
         Por la mañana salió en busca de Doña Palabra y por el camino se encontró con un adjetivo y le preguntó si él sabía qué era, pero no supo responderle. Continuó su viaje y se siguió encontrando con más amigos a los que preguntar, pero seguían sin darle una respuesta. Entristecido, por fin llegó a su destino. Allí preguntó a Doña Palabra que quién era, que pensaba que no era importante. Doña Palabra le dijo que era mentira, que sin él, ella no sabía su género y tampoco su número, que gracias a él las palabras tenían género y número.
         Así que el morfema flexivo se fue muy contento y ya no volvió a ser el pobre morfema flexivo, sino el gran morfema flexivo, y fue a contárselo orgulloso a todos los que vivían en el país de la lengua.
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POBRE MORFEMA
MANUELA GIL SÁNCHEZ (1º D DE ESO)

Érase una vez un morfema flexivo que quería que la gente le hiciera caso, nadie le conocía y nunca lo nombraban. Este morfema era el que se utilizaba para indicar el femenino de científico, pero ya nadie decía científica y el pobre morfema flexivo se aburría.
         Un día, el morfema se paró a pensar por qué la gente ya no le utilizaría. Y entonces supuso que no habría mujeres que se dedicaran a la ciencia, así que tuvo una idea.
         Entonces, él solito, como no tenía mucho trabajo, decidió escribir muchos libros dedicados a las mujeres y a la ciencia. Al día siguiente entregó aquellos libros a todas las mujeres jóvenes, adultas e incluso a las niñas, para que lo leyeran.
         Pasó un tiempo y la gente ya utilizaba las dos palabras. ¡Eso significaba que ya había científicas, que su libro había servido para que algunas personas se interesaran por la ciencia y él volvería a estar feliz.
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UN POBRE MORFEMA FLEXIVO
JENNIFER  FORIGUA TORIBIO (1º D DE ESO)

Había una vez dos pequeños morfemas. Uno era flexivo y el otro derivativo. Eran muy amigos, hasta que fueron creciendo y creciendo y el morfema derivativo descubrió que podía ir delante o detrás de una palabra, podía ser un prefijo o un sufijo.
         El morfema derivativo empezaba a creerse muy especial por el hecho de poder estar delante o detrás y empezó a dejar de lado a su mejor amigo, al pobre morfema flexivo…
         El pobre morfema flexivo era muy tímido y le molestaba que su amigo no le hiciera caso, pero debido a su timidez no le dijo nada. Así que los días pasaban y pasaban y el morfema derivativo se olvidó del flexivo.
         Cuando ya llegaron al instituto había más morfemas tanto derivativos como flexivos. El morfema derivativo intentó seguir siendo el mejor pero el resto de morfemas derivativos eran igual que él, asía que solo perdía el tiempo. Sus amigos hicieron otros amigos y él se quedó solo.
         Un día, el morfema flexivo le encontró llorando en una esquina de un baño y le preguntó:
—¿Estás bien?
         A lo que él le respondió lloriqueando:
—He cometido un grave error, estoy muy arrepentido de haberte dejado solo en aquellos tiempos. ¿Podemos empezar de nuevo?
Y el morfema flexivo le contestó:
—No.
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