IES SAPERE AUDE


jueves, 30 de enero de 2020

DEMORAS MERCED A INCURSIONES EN CALZEDONIA Y OTRAS HISTORIAS


DEMORAS MERCED A INCURSIONES EN CALZEDONIA 
Y OTRAS HISTORIAS



SABIDURÍA, GOZO Y PICARDÍA

LUCÍA JIMÉNEZ SÁNCHEZ (3º F DE ESO)

La musa Erato se dirigía a argumentar sus ideas enfrente del Ministerio cultural y deportivo, pero unos pantis de color café tirando a magenta la embobaron y no se pudo resistir a comprarlos. Cuando se los probó sintió como que no tenía nada, ya que eran muy cómodos y ligeros.

Cuando se dio cuenta de que llegaba tarde a la conferencia se los compró y los llevó puestos. Con ellos pudo correr más que con otros y, gracias a esto, el tiempo se paró y pudo llegar al encuentro con el señor ministro.

De pronto, cuando llevaba un tiempo con el funcionario público, se dio cuenta de que no estaba de acuerdo con nada. Decía que la magia no podía llegar a la tierra hasta el año 3047. Ella se resignó, tenía muchas ideas planteadas y puestas sobre la mesa.

Tras este mal encuentro, decidió regresar al mundo de los dioses y esperar la magia hasta lo ordenado.

[Todo es más divertido si le pones entusiasmo, sabiduría y una pizca de gozo y picardía]
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LA PRUEBA

ESPERANZA LARA HERRERA (3º F DE ESO)

Erato, con su velo largo rojo y su vestimenta celestial, entró en Calzedonia. Hace ya algún tiempo que se le habían antojado unos pantis confort para ponerse con sus bonitos vestidos, pues empezaba a hacer frío. Los prefería de color carne, ya que quería seguir mostrando su gran y hermoso cuerpo al mundo.

Cuando entró, la trataron como lo que era: una diosa. Le dieron el probador más limpio y le ofrecieron los mejores productos, pero no, ella venía a por sus pantis confort. Se los llevó de la tienda y vio a una anciana vagando por la calle con tres harapos de nada, con los que debería de estar pasando mucho frío. Se le acercó y le regaló un bonito vestido que llevaba por si acaso el que tenía se rompía, y aunque le costó un poco deshacerse del mismo, se lo dio. La anciana se lo agradeció mucho, pero ella también era una diosa que había bajado a la tierra para ponerla a prueba.

Como superó la prueba le devolvió todo y, además, la llevó al Ateneo.
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ERATO Y LA DEMORA

PAULA ARANGUEZ VACA (3º F DE ESO)

Erato se dirigía a dar una maravillosa conferencia, pero tuvo un pequeño imprevisto con su vestimenta: esta era muy incómoda, así que se dirigió a Calzedonia a por unos pantis.

Salió y se dio cuenta de que llegaba 45 minutos tarde. Se puso en marcha y consiguió encontrar el Ateneo. Por suerte, ella no era la única invitada y llegó a tiempo para poder recitar su poema. Este hablaba de la muerte de un familiar suyo.

TÍA CARMEN

Hoy he soltado un suspiro,
un suspiro que no podré recuperar,
hoy he soltado un suspiro
al comenzar a hablar,
porque al ver a una señora pasar
he vuelto a recordar
las fotos que llevaba tiempo sin mirar,
aquellas por las que hoy día respiro,
aquellas a las que miro y suelto un suspiro...

Erato triunfó y sus padres se sintieron muy orgullosos.
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UN FUGAZ ENAMORAMIENTO

LUCAS RAVA DONADI (3º F DE ESO)

Hoy os voy a contar la historia de la musa Erato. Ella vino a Madrid a dar una conferencia en el estadio Santiago Bernabeu, sobre la poesía. De camino, se encontró una gran tienda de Calzedonia, y por muy apretada que fuera de horario, la tentación le pudo y se frenó en el escaparate. Cuando entró vio a un chico muy apuesto el cual despertó cierto interés en ella. Habló con él durante un rato, esperando una respuesta afectiva por parte aquel tipo. En un momento de acercamiento, ella recordó la conferencia y salió corriendo; él la siguió hasta llegar al Bernabeu. Dio la conferencia y volvió a Atenas. Él se enteró de quién era y cogió el primer avión hacia Atenas para reencontrarse, pero pasó algo muy trágico: el avión fue atacado por dos terroristas, los cuales hicieron estallar una bomba en la cabina. Todos murieron y eso le dio muchas ideas a la musa Erato para escribir más poesía.
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AMOR EN CALZEDONIA

ALBA RUEDA CARRO (3º F DE ESO)

Erato era la hija de Júpiter y Mnemosine. Esta mujer fue invitada al Ateneo de Madrid por el mismísimo Rey.

Erato se arregló, se puso un vestido corto, se alisó el pelo, se maquilló y salió. Eran las cinco y media y tenía que estar en el Ateneo a las seis en punto. Ella sabía que le daba tiempo de sobra, así que vio un Calzedonia y se acordó de que en la web había unos pantis que con aquel vestidito le iban a quedar de muerte. Entró a la tienda y lo primero que vio fue a la despampanante dependienta, que la dejó casi sin respiración; su belleza iluminaba toda la tienda y sus ojos azules como el mismísimo cielo la dejaron patidifusa.

Anne (que era la dependienta) miró a Erato y, como si se hubieran puesto de acuerdo, se enamoraron mutuamente al instante.

Ya cuando dejaron de mirarse, Anne le preguntó si podía ayudarla en algo. Erato dijo que quería unos pantis negros. Anne se los sacó y fue a cobrárselos cuando notó que la clienta de la que se había enamorado no paraba de mirarla, esta le preguntó el porqué y Erato, que era de lo más directa, le explicó la situación.

Anne se quedó embobada sintiéndose la persona más feliz del mundo. Las dos se acercaron la una a la otra y se dieron el beso más apasionado que dos mortales se podían dar.

Erato miró la hora (6:10 pm)

—No, no, no… llego tarde al Ateneo, me van a matar.
—¿Quieres que te lleve en coche?
—¡Por favor…!

Llegaron al Ateneo y había un montón de personas mirándola con malas caras por su tardanza. Pero, al final, lo que a ella le importaba era su historia de amor en Calzedonia.
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SORPRESIVA ERATO

LUCÍA ANÓS DE TOCA (3º F DE ESO)

Erato ya estaba lista. Salió por la puerta de su piso en Fuencarral y se dirigió hacia el Ateneo de Madrid, donde se disponía a dar una conferencia sobre poesía. De camino pasó por el escaparate de un Calzedonia y no pudo evitar pararse a observar la nueva colección primavera-verano. Siempre le había encantado dicha tienda. Miró su reloj y al ver que tenía tiempo decidió entrar. Empezó a coger un montón de pantis y se metió directa en el probador. Media hora más tarde, por fin, se había decidido por unos. Una de las novedades: los “pantis confort”, la habían enamorado. Entonces, empezó a mirar bañadores, bikinis y todos los calcetines de la colección. Cuando estaba mirando los diseños de los calcetines, un hombre joven con aspecto estiloso y unas Ray-Ban se le acercó y se presentó:

—Hola, soy Marcus Stefan, y… digamos que mi trabajo consiste en buscar nuevos perfiles de modelos para diferentes marcas y me pareces una buena candidata.

Erato no se podía creer lo que le estaba pasando y, sin pensarlo, aceptó la propuesta de Marcus de ser la nueva imagen de Calzedonia, ¡su tienda favorita! Así que se dirigió junto a su nuevo jefe al estudio para hacer las fotos para la campaña publicitaria. Allí le hicieron una serie de preguntas como su nombre, nacionalidad, etc. Erato no es que fuera un nombre muy normal y, según Marcus, no era nada comercial. Decidieron que la mejor idea sería renovarlo completamente.

Seguramente todos conozcáis a María Pombo, una de las modelos españolas más importantes. Esa misma persona es, o por lo menos era, Erato. Le habían cambiado la identidad por completo y había triunfado. Por supuesto, Erato llegó tarde a aquella conferencia aquel día en el que comenzó todo, pero, sinceramente, no le importó en absoluto.
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POÉTICA TEXTIL

DIEGO CARVAJAL HERRERO (3º F DE ESO)

Erato iba de camino al Ateneo cuando un reluciente escaparate la deslumbró. Entró sin pensarlo y cuanta más ropa veía, más ganas le daban de probárselo todo.

Llevaba más de media hora en los probadores y las clientas empezaron a quejarse. Al salir del probador, una chica le pidió que si se podía hacer una foto. Erato se quedó pensando y recordó el evento que tenía. Salió corriendo, pero no se iba a ir sin comprarse los modelitos que se había probado.

Al llegar al evento, le preguntaron que de dónde venía. Ella contestó que Calzedonia estaba de rebajas. El público se empezó a ir en masa a Calzedonia y, como no, Erato iba detrás de toda la gente.

La gente, además, quería escuchar las poesías de Erato, por lo que esta se subió a una de las mesas del establecimiento y empezó a recitar lo que tenía preparado.

Erato, al fin, se fue felizmente a su casa habiendo dejado a mucha gente satisfecha y ella con cuatro bolsas de ropa en cada mano.
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ERATO Y SUS TERRENALES COMPROMISOS

MARÍA GRAU FLORES (3º F DE ESO)

—¡Erato! —tronó Júpiter. La musa, con gesto aburrido se presentó ante su padre:
—¿Qué pasa? —dijo—.
—Me ha llamado el ministro español de Cultura y Deporte —contestó Júpiter— te han invitado a dar una conferencia sobre poesía —la reacción de la diosa no fue la esperada por su padre.
—No voy a ir —dijo, aunque su gesto, algo temeroso y hasta implorante la delataba. Sabía que tendría que hacer lo que dijera su padre.
—Sí vas, no es discutible. Y que no se te olvide, que con la memoria que tienes… Ya podrías haber sacado la de tu madre… —Erato pensó en rechistar, pero sabía que no serviría de nada y asintió a la orden de su padre con un “Sí, padre” y se retiró. Era consciente de que había de preparar la conferencia del día siguiente y odiaba hablar en frente de humanos, eran demasiado lentos. Había que explicarlo todo paso por paso; no se podía dar nada por sobreentendido. Pasó toda la noche pensando en lo que diría y se puso el despertador temprano, pues no quería llegar tarde.

A las once en punto de la mañana siguiente, una hora antes de la conferencia, ya caminaba por Madrid. Como tenía tiempo de sobra, entró en un Calzedonia a echar un vistazo. Se acordó de que necesitaba calcetines, y compró un par de pares. También se entretuvo mirando los bañadores, pues se acercaba el verano. Cuando ya se iba, vio un maniquí con unos pantis de los que se enamoró al instante. No le quedaba dinero humano, pero las medias eran tan bonitas que decidió que merecía la pena hacerlo aparecer. No le gustaba y nunca lo hacía, porque ese dinero a las pocas horas desaparecería y las habría robado, pero no pudo evitarlo.

Cuando salió de la tienda miró el reloj y vio que eran las 11’45. ¡No se lo podía creer! Llevaba casi dos horas en la tienda. Pensaréis que es imposible que no se hubiera dado cuenta, pero como los dioses son inmortales, tienden a perder la noción del tiempo. No sabía qué hacer, no podía ya presentarse en la conferencia, se moriría de vergüenza… Pero tampoco podía volver a casa; su padre la mataría. La ira de Júpiter era temida por todos los dioses, por lo que sabía que la segunda opción no era viable, así que optó por la primera opción.

Cuando llegó, solo quedaba allí el ministro y la gente que recogía las sillas. El señor ministro la regañó y le dijo que tendría que avisar a su padre. Erato se asustó muchísimo y le suplicó que no lo hiciera. En ese momento se escuchó un fuerte ruido y la musa se encontró de pronto en su cama.

—¡Qué susto! —pensó—, solo ha sido un sueño.

Se vistió y salió con tiempo de sobra. Cuando paseaba por las calles de Madrid, vio un Calzedonia, como el de su sueño. Quedaba una hora para la conferencia, y pensó que podría entrar un momentito.

[Una hora y media más tarde, en la conferencia…]

—Ministro —dijo Carlos, su mano derecha— Erato no ha aparecido —el ministro se levantó y dijo:
—Me lo temía. Supongo que no queda más remedio que avisar a Júpiter…
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EL DESPISTE DE ERATO

GABRIELA DOMÍNGUEZ DE MIGUEL (3º F DE ESO)

Erato era una musa que tenía unos padres llamados Júpiter y Mnemosine. Ella tenía que dar una conferencia sobre poesía en el Ateneo de Madrid; estaba un poco nerviosa porque no estaba acostumbrada a tanta presión con tanta gente. Era un compromiso muy importante para ella y sus padres.

Erato salió de su casa y se aproximó a su destino; de camino se encontró un montón de tiendas: Zara, Décimas, Fnac, Primark, HyM… pero le llamó mucho la atención Calzedonia. Entró y una chica muy amable le empezó a recomendar pantis de todos los colores. A ella le gustaban todos, pero el que más le gustó fue uno negro con un estampado de puntitos que se podía poner con todos sus conjuntos. Cuando terminó de probárselas se acordó de su conferencia. Empezó a gritar sin parar y se apresuró a marchar hacia el Ateneo. Empezaron a llegarle mensajes de todo el mundo, sobre todo de su padre, Júpiter, que estaba muy enfadado con el comportamiento de su hija. Ya en el Ateneo, Erato se puso a llorar porque había llegado 45 minutos tarde y pensó que todo el esfuerzo y el tiempo gastados no servían para nada. El ministro la consoló y ella expuso sus ideas y empezó a explicar de una manera rigurosa el tema de la poesía. Cuando terminó, su familia y todos los dioses que se habían presentado empezaron a aplaudir alteradamente y a agradecer a Erato su explicación sobre la poesía. Uno de los dioses que acudió, llamado Venus le dijo:

—Tienes mucho talento, deberías dedicarte a las exposiciones orales, me has trasladado al mundo de la poesía; ahora quiero escribir y leer poesía todo el tiempo… ¡Gracias!
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LA VENGANZA DE LOS DIOSES

ADRIÁN GONZÁLEZ ÁLVAREZ (3º F DE ESO)

Mientras Erato entraba a la sala donde iba a dar la conferencia su figura desprendía una luz y una belleza increíbles. Pero eso no iba a evitar el enfado que tenía toda la gente importante que llevaba esperándola cuarenta y cinco minutos.

La gente que tanto tiempo llevaba esperando, le empezó a pedir explicaciones y ella dijo que había estado en Calzedonia comprando.

Eso enfureció más a toda la gente y empezaron a gritarle y decirle cosas muy desagradables. Ella, harta de escuchar todos aquellos insultos; llena de rabia, empezó a elevarse diciendo: “¡Me vengaré!”. Comenzó a alejarse y se veía cómo iba desapareciendo en el cielo hasta que apareció una luz penetrante, lo que significaba que ya se había ido.

Unos días después, una oscura nube se acercaba a la ciudad, y, tras llenarla de niebla, todos los dioses del Olimpo empezaron a expandirse por el lugar. Los dioses siempre habían ayudado a los humanos, pero lo que nunca se debería haber hecho es insultar y faltarle el respeto a la hija de uno de ellos. Fue un gran error del cual los dioses se estaban vengando.

Acabaron destrozando la ciudad y dejaron claro que nunca más le faltarían el respeto a una deidad.
CONTINUARA…
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EXISTOSA ERATO

BRUNO ROMERO ALVENDÍN (3º F DE ESO)

Apurada, remangándose la túnica, entróse la musa Erato en el complejo del Ateneo. Tranquilamente, con sus nuevos pantis, entró en la sala en la cual se encontraban el Ministro y otros grandes de España.

Al entrar se encontró con un montón de caras mirándola; en sus ojos se podía adivinar el enfado. Sin darse cuenta de nada, pues Erato, además de poeta, era algo atolondrada, dijo:

—Hola, caracola…

Al instante, todos se abalanzaron sobre ella; le hablaban a gritos y le señalaban un objeto redondo con lo que parecían dos espadas pequeñas señalando números.

Sin entender nada de lo que decían, pues hablaban todos a la vez y a gritos, intentó salir de la habitación, sin embargo, no la dejaron. Sintiéndose tremendamente agobiada, echó mano de sus poderes y con un chasquido los hizo enmudecer a todos y caer dormidos en el suelo. Mientras estaban dormidos salió corriendo de vuelta a su sitio favorito de la ciudad: Calzedonia.
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ERATO POR LA CASTELLANA

ALEJANDRA GARCÍA DÍAZ (3º F DE ESO)

La musa Erato iba caminando por la Castellana para ir a recitar una poesía en el Ateneo de Madrid. Pasó por una tienda llamada Calzedonia y, como tenía pendiente comprar unos pantis, entró. Entre unas cosas y otras, casi se compra toda la tienda.

La conferencia era a las once de la mañana, y una vez Erato salió de Calzedonia eran las doce menos diez.

Erato corrió y corrió y se presentó delante del ministro de Educación, Cultura y Deporte con cinco bolsas llenas de ropa interior y bañadores. Júpiter, su padre, se empezó a enfurecer con su hija. Su cabeza empezó a dar vueltas. El ministro de Educación, Cultura y Deporte le dijo:

—Por aquí no vuelves a pasar, ni a pisar este Ateneo.

Erato pensó y soltó una poesía al ministro y a las personas que la acompañaban a modo de disculpas. Como el Ministro lo único que hacía era presenciar el acto, no entendió nada. De repente, cayó un rayo. Era Júpiter, que muy enfadado y cabreado cogió a Erato del brazo y le dio un tirón. El Ministro le paró y le dijo a Júpiter que podía recitar la poesía pero sin cobrar.

Júpiter y Erato, igual que lo oyeron, se fueron.
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ALGO REAL MUY FICTICIO

OLIVIA CUENCA PALOMARES (3º F DE ESO)

La musa Erato estaba en el Calzedonia y solamente pasó a por unos pantis, pero como la tienda en sí le gustaba mucho, pues pensó que por qué no seguir mirando si todavía era pronto, así que cumplió su deseo.

Un cuarto de hora más tarde se dijo que ya era suficiente y se dispuso a pagar y a seguir su camino, pero cuando ya estaba saliendo se encontró con sus amigas y pensó que no pasaría nada por llegar algo justa.

Lo malo es que no se dio cuenta de la hora y tampoco pensó en que había estado veinte minutos, porque una clienta estaba montando un pollo innecesario por no encontrar la talla adecuada para su tía en el color que le gustaba, por lo que media hora más tarde se dijo que llegaba tarde y se despidió de sus amigas y se fue corriendo al Ateneo.

No se dio cuenta tampoco de que estaba en la otra punta de su destino y de que tenía que coger el bus hasta el Paseo del Prado. Lo que pasó a continuación fue que al salir del bus un coche en un semáforo… ¡Pum! ¡Qué susto, el sueño había sido súper real!
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ERATO Y EL ATENEO

DANIEL GATÓN VEGA (3º F DE ESO)

—Hola, señora Erato, me gustaría que diese una conferencia sobre la poesía en el Ateneo de Madrid.
—Por supuesto que iré, ¿a qué hora sería?
—El lunes de la semana que viene a las 14’00 horas.
—De acuerdo, iré encantada.

Llega el lunes y la musa Erato fue en bus al Ateneo de Madrid mientras que iba al lugar pasó por un Calzedonia y se le antojaron unos pantis confort. Rompió el cristal del bus y entró al Calzedonia.

—Hola, querría comprar unos pantis confort —le dijo a la dependienta.
—Sígame, por favor —le respondió esta.

Erato cogió los pantis y cuando fue a pagar se sorprendió con el precio. Se enfadó con la dependienta y la mató junto con todos los que estaban en la tienda. Fue volando a la conferencia y la impartió.

Así fue como Erato comenzó su matanza y fue terminando con la humanidad poco a poco.
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MARISA Y PACO

ANA FERNÁNDEZ ESTEBAN (4º E DE ESO)

Nos hallamos en 2011 y mientras ocurre un tsunami en Japón, fluye la historia en Leganés.

Eran las ocho de la tarde y Marisa la extraterrestre se dirigía como todos los días hacia el casino para echar un bingo; de camino pasó por el mercadillo de Zarzaquemada y decidió parar en el puesto de Paco porque necesitaba unas bragas.

Marisa, al no decidirse por qué bragas comprar, le preguntó a Paco y este le respondió con una mirada perdida: “Es igual, si vamos a morir todos de todas formas, y las bragas acabarán pudriéndose”. Ante lo que Marisa respondió: “Ya, pero necesito unas que duren lo máximo posible y cuando se desgasten compraré otras. Por cierto, te has enterado de la catástrofe en Japón?”. Y Paco respondió: “No, no me he enterado, la verdad es que me importa poco el mundo y la sociedad. Para mí nada tiene sentido”. Y, de repente, en aquel instante, apareció un centauro sobrevolando sus cabezas… ¿Habrá hecho esto que Paco cambie su visión de la vida?
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EL CENTAURO

ADAY GALERA TROYANO (2º G DE ESO)

Una vez en Leganés hubo un filósofo que tenía una mercería el cual conoció a una señora que era ludópata e iba todas las tardes al bingo. Tenía en su casa un libro de su sobrina que era sobre un centauro. Dicho libro un día se convirtió en verdad y salió el centauro. El señor y la señora se estaban tomando un té en su casa durante el suceso y se quedaron patidifusos; no sabían qué hacer, hasta que vino su sobrina y les explicó que en una película vio que hay que conseguir que tengan contacto físico con alguna página del libro, y es lo que hicieron, pero para hacerlo al señor se le ocurrió una idea, y era que en su mercería cogieran e hicieran una máscara de centauro. Y es lo que hicieron. Una vez hecha la máscara, fueron a por él, en el intento, la casa quedó destrozada y el móvil de la niña también, lo cual la hizo llorar, y mientras lloraba, el centauro se giró y se fijó en ella y se quedó quieto, lo cual hizo que el señor, por detrás, le pusiera el libro abierto, y todo volvió a la normalidad; todo se arregló. Y así termina esta historia.
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EL INMIGRANTE

MARÍA LÓPEZ LANDA (4º F DE ESO)

…Si usted supiera, señor aduanero, de dónde vengo, entendería la suerte que me aguarda detrás de esta frontera. No tuve mucha fortuna al haber nacido donde nací. Recuerdo el primer estallido que oí. Fue hace bastantes años, concretamente la noche de año nuevo, a las doce horas y cero segundos. El sonido no me era agradable, pero después de verlo convertirse en vivos colores que pintaban el cielo, la intensidad de mi miedo se fue atenuando y más o menos pude aguantar los que vendrían después. Yo era un crío todavía.

Algunos años más tarde, estando en mi casa preparando un estofado de verduras, oí un estallido que parecía lejano. Me estremecí un poco, no me había terminado de acostumbrar a las explosiones. “Serán petardos”, pensé. Seguidamente, se repitió otro estruendo igual que el anterior, pero más cercano. El sonido del cuchillo atravesando las verduras y estrellándose posteriormente contra la tabla de madera era el único sonido que me preocupaba. Y de repente, un silbido descendiente fue aproximándose. Parecía que casi podía rozar a aquella sicaria de metal brillante cubierta. Y así, de un momento a otro, nada. Abrí los ojos. Me rodeaba una nube de polvo blanquecino que se disipaba con la carrera de cada una de las personas que pasaban a mi lado huyendo, huyendo de la masacre. No podía moverme, ¿sabe? Tuve que esperar a salir del shock en el que me encontraba para intentar ir hacia mi coche. Este se encontraba en un taller a unos dos kilómetros de donde yo vivía. Notaba un ardor insoportable en la pierna y mientras, un riachuelo color granate iba descendiendo por mi pierna, dejando mi rastro por el suelo. No podía abrir los ojos apenas. La luz del sol y el polvo me cegaban. Caminaba a tientas. Tardé en llegar. Cuando lo hice, entré en el taller y cogí las llaves de mi coche. Estaban encima de una mesa azul, grasienta, llena de líquido negro y polvo, el mismo que me tapaba la vista. La destrucción también llegó hasta allí, pero no había sido tan brutal. Y sentándome en el coche, detuve la hemorragia de la pierna que me obligó a ir aún más despacio procurando no desfallecer en aquel intento de huida. Arranqué y salí de allí. Las lágrimas escocían en mis mejillas. Y ahí fue, en medio de la nada, llorando y con la sangre derramándose en el pañuelo que impedía que me desangrase, decidí dirigirme a Europa donde estaría a salvo.

Así pues, aquí me encuentro, señor aduanero: con una maleta vacía y nada más que perder, de camino a Europa. Gracias por abrirme paso.
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ALGUNOS BRILLANTES LITERATOS NOVELES HAN CONTINUADO PENSANDO EN LA INCREÍBLE HISTORIA DEL VÁTER, MIENTRAS QUE OTROS IGUALMENTE BRILLANTES HAN SEGUIDO INVENTANDO CUENTOS PARA TODOS LOS PÚBLICOS, PARA TODOS LOS GUSTOS. VEAMOS LO INMENSO QUE HAN DADO DE SÍ SUS PENSAMIENTOS.

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ALELÍ

GRETA ORTOLL DE LA MATA (1º C DE ESO)

Hace mucho tiempo, en el país de las hadas, existía un hada hermosa, pero egoísta y ambiciosa.  Su nombre era Alelí.
Todavía no tenía alas, porque tenía que ganárselas. Resulta que las hadas, no nacen con las alas, sino que tienen que ayudar a una persona humana, que no tiene magia, a hacer su deseo realidad. Lila, un hada humilde y de buen corazón, las tenía desde hace mucho, pero Alelí no quería ayudar a nadie, y menos a un humano. Aunque su deseo de tener alas era tan fuerte, que al final accedió.
Debía ayudar a una muchacha llamada Laura que deseaba aprender a tocar el piano. Alelí sabía que no sería tan fácil como hacer aparecer un piano y unas partituras porque eso no sería ayudarla, sino cumplir su deseo así, sin más. La llevó a una tienda en la que vendían instrumentos, pero Laura no podía pagar el hermoso piano que se vendía.  Alelí, con un poco de ayuda mágica, consiguió llegar a un acuerdo con el vendedor. Sí Laura conseguía sorprenderlo tocando una canción en menos de dos semanas, él la regalaría el piano. Pero había un problema, Laura no había tocado un piano en toda su vida.  Alelí no sabía cómo podía ayudarla, y se pasaba días enteros buscando la manera, y visitando a Laura a ver si hacía progresos.  Hasta que un día dio en el clavo. Se acercó a Laura y dijo:
—Las hadas, pueden hacer un regalo a la persona a la que ayudan y yo ya sé que regalo te voy a hacer—. Levantó su varita, la hizo girar suavemente y la rozó. Laura miró a su alrededor, pero no vio nada. Miró extrañada a Alelí y ella le dijo que se acercara al piano y repitiera los ejercicios que tanto le costaban. Ella le hizo caso y al tocar descubrió que los ejercicios le salían con gran facilidad. Ahora sólo tenía que esforzarse y conseguiría el piano que tanto deseaba. Al final, Laura consiguió sorprender al vendedor y este le regaló el piano.
Esa noche, Alelí no conseguía dormir de lo feliz que estaba, pero no porque por fin tendría alas, sino porque se había dado cuenta de que ayudar a los demás la hacía muy feliz. Al ayudar a Laura había dejado de ser egoísta, y se había convertido en el hada más buena de todas las hadas, tanto que cuando se despertó a la mañana siguiente no se percató de sus alas, en vez de eso, fue a ayudar a más humanos que la necesitaran.
Así se convirtió en la primera hada madrina y empezó a otorgar a sus ahijados dones como el que le entregó a Laura para que hiciera su sueño realidad.

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COLORES REPETIDOS

CARLOTA TORREGROSA BLÁZQUEZ (1º-E DE ESO)

A mí me gustaban mucho los días de lluvia en los que el cielo era gris, eran mis favoritos, conseguían tatuarme una sonrisa nada más despertarme, pero eso...eso era antes.
Mi abuela siempre fue una persona autoritaria, sus manías... Siempre había que cumplir con todos sus mandatos, porque si no, se enfadaba de lo lindo. Aunque mi abuela era así, se notaba que nos quería a mis hermanas y a mí, a su manera, supongo que esa era su mejor forma de querer.  Empezó repitiendo mucho las cosas, hasta que acabé diciendo que sí a todo. Qué cosas más raras, ¿no? No le di mucha importancia, quizá no quería dársela…
Pero eso fue a más. Un día se le olvidaron en donde estaban las llaves, ¡y las acababa de dejar!
Otro día no se acordó que día era, a mí me costaba asumirlo. También mi abuela nos confundía a mis hermanas y a mí. Le decía todo el rato que sí, y que sí. A mi abuela se le iban olvidando las cosas poco a poco, y me costó mucho entenderlo. Yo pensaba: ¿será la edad?
Me costó asumir que se hacía mayor. Al cabo del tiempo me di cuenta que a mi abuela le estaba pasaba algo, y aunque mi madre no nos lo quería decir, mi abuela no se iba a recuperar, tenía una enfermedad llamada Alzheimer, en la que las cosas se te van olvidando poco a poco. En ese instante me quedé a cuadros, no sabía qué hacer ni qué decir. Lo único que hice fue darle a mi madre un abrazo mientras lloraba y lloraba. A partir de ahí, a mi abuela la empecé a tratarla de manera diferente. Era como una niña pequeña. Deje de decirle que sí a todo, y a comportarme de forma distinta.
Siempre fuimos las tres niñas, yo creo que se equivocaron, en realidad somos cuatro.

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NO ES VIDA

AROHA VELASCO GARCÍA (1ºE DE ESO)

Otra mañana como todas, la noche había sido fría y lo único que había tenido para taparme mientras dormía era la ropa que llevaba desde hace un año y nueve meses. Salí de la pequeña cabaña hecha con telas, cuerdas y palos. Noté que cada vez el suelo se hacía menos pedregoso, pues mis pies descalzos se habían acostumbrado a las piedras durante los siete meses que llevaba en aquel campamento donde nos habían acogido. Caminé un poco hasta lo que era la última cabaña, y miré a horizonte.
En el primer mes de caminata, mi abuelo había muerto por culpa de una enfermedad contra la que poco podíamos hacer con los escasos recursos que teníamos. En el tercero, a mi madre le pasó algo de lo que no nos quiso hablar y con lo que no podía seguir caminando, así que mi padre renunció a dejarla, y se quedó con ella prometiendo que nos buscarían. Seguí durante seis meses junto a mi abuela, mi hermana de cuatro años y yo de nueve, solos, caminando, huyendo, sin ninguna ayuda, ni comida, y bebiendo un poco de agua sucia de vez en cuando. Cuando llegamos al campamento, la cosa no mejoró demasiado, un poco de arroz para poder vivir durante una semana. Pero pasaban los meses, y, en el campamento, los recursos se iban acabando.
Era una época horrible, en la que todos sufríamos, nunca entendí el porqué del comienzo de esa… esa cosa que acababa con todos, hasta con los que la provocaban. Los humanos las creaban para destruirse a ellos mismos y a todos los de su especie. Cada mañana, miraba al horizonte esperando que llegara algo nuevo, pero todos los días eran iguales. Pensaba: ¿Por qué había tenido la mala suerte de nacer donde he nacido? La verdad, deseaba no existir, esfumarme del mundo para no tener que aguantar esa vida. Para mí, eso era peor que la muerte, era sufrir sin ningún sentido, mientras te vas muriendo sin que nadie, ni tú mismo, encuentre un remedio. Eso no es vivir.
Cada día, cada momento, era en vano. No servía para nada estar ahí intentando sobrevivir si en el fondo, en algún momento, llegará la hora en la que te tendrás que despedir de este mundo dejando atrás una vida, que ni siquiera puedes llamar vida. Recuerdo cuando mi hermana me preguntaba cuándo volveríamos a casa, y yo, sabiendo que no podríamos volver le respondía: "No te preocupes, aunque a ti te parezca mucho tiempo el que pasa, no queda nada para poder volver".
Pero, pasaron los años, trasladándonos de un lado a otro, escapando. Yo ya tenía trece años, y mi hermana ocho. Esta es una conversación que nunca olvidaré:
—Said, no vamos a volver, ¿verdad? —me preguntó.
—¿Volver a dónde, Kira?
—A casa, tú me dijiste que volveríamos, pero sé que no es cierto.
—Tú no lo sabes.
—Claro que lo sé, llevas dos años diciéndome lo mismo y todavía estamos aquí, solo hemos caminado día y noche, quiero que me cuentes la verdad.
—Eres demasiado pequeña.
—Said, cuéntamelo, quiero saber la verdad, ¿de qué huimos? ¿Por qué?
Miré al suelo, ella siguió mirándome, y decidí que debía contárselo.
—Huimos de humanos —fue lo único que supe contestar.
—¿De humanos? Pero nosotros somos humanos…
—De humanos que no piensan, humanos que lo único que hacen es provocar daño y tristeza para conseguir lo que quieren sin que les importe nada más.
—Said, ¿esos humanos van a parar alguna vez? ¿Vamos a seguir sufriendo por su culpa? ¿Algún día tendremos una casa y… una vida de verdad?
—No lo sé.
Al día siguiente seguimos caminando y llegamos a un lugar, en el que cuando miré al horizonte, por fin vi algo diferente. Una inmensa cantidad de agua se revolvía ante nuestros asustados ojos, como si más allá, algo estuviera preparado para ayudarnos. Junto a mi hermana y mi abuela, cogí un par de troncos finos y los enrollamos con una cuerda no muy larga. Sabíamos que aquello era peligroso, pero merecía la pena morir habiendo estado cerca de una vida soñada. Ahora sólo quedaba poner los troncos sobre el agua, y alejarse de la orilla, dejando atrás todo lo que habíamos perdido, pues lo único que habíamos ganado eran años. Mi abuela no quiso ir, dijo que era mayor y que estaría bien sola. Nos despedimos, y ahora sólo éramos dos.
No sé cuántos días pasaron, y nosotros, seguíamos flotando en la inmensa capa de agua, sin rumbo ni comida. Lo único que teníamos era lo que había a nuestro alrededor, agua, que ni siquiera podíamos beber.
Una mañana (o en un momento cualquiera del día, no llevaba la cuenta del tiempo) me desperté. Pero eso no era nuestra estrecha barca hecha con algunos palos, sino un gran barco. Me levanté y miré a mi alrededor, y en ese momento, me asusté. Había varios hombres a mi alrededor, hombres grandes y dos mujeres. Mi hermana estaba a mi lado, todavía dormida. Al verme despierto, uno de los hombres se agachó.
—¿Estás bien? —me preguntó.
Y a partir de ahí mi vida cambió para siempre.

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OTRA CONTINUACIÓN AL VÁTER

JAIME NIETO PETINAL (3º E de ESO)

…Quería tener voz propia además de cuerpo y alma como el resto de los humanos. Él sabía dónde estaba y su situación, ya que había leído un montón de periódicos, incluyendo la tira periódica que el señor Serafín siempre dejaba abierta nada más terminar sus evacuaciones, donde siempre salían chistes que anunciaban a los váteres como simples objetos despreciables e impronunciables en voz alta. Él era un váter muy humano, humanísimo, muchos dirían, pero le resultaba inevitable pensar que eso no era suficiente. No era suficiente que sea un váter con gran corazón, aunque hablara y recitara, aunque protestase en contra de la esclavitud al que Serafín lo tenía sometido. Tenía que dar un paso más drástico, caso contrario, lo acabarían desmontando y tirando a la basura como papel viejo. Pensó en intentar dialogar con Serafín, al fin y al cabo, Serafín era un hombre muy culto e informado. Con suerte, y si pedía perdón por sus actos rebeldes, llegarían a un acuerdo. Estuvo pensando una hora o dos, ¿qué le debía proponer? ¿cómo? ¿saldrá bien? Sentía que se iba a tirar de su cadena, era una situación muy agobiante para un váter tan ansioso como él. Después de lo que pareció una eternidad, se decidió. Así que empezó a chocar la tapa con el borde de sí mismo, para que Serafín lo escuchara. Así fue y Serafín decidió ver qué era lo que ocurría. Al llegar Serafín, el váter se dio cuenta de que llevaba una gabardina, una maleta, la cartera y el móvil. Olvidó que Serafín estaba buscando un nuevo apartamento desde hace mucho, él solo era una razón más de su marcha. Serafín cogió sus llaves y salió por la puerta, no sin antes cortar el agua de la casa.

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SERAFÍN Y EL VÁTER IRREDENTO

DIEGO JACOBO RUBIO HURTADO (1º C DE ESO)

… hasta que un día, Serafín, el rey, estaba ya harto de no poder defecar en su propio retrete y se decidió a llamar al cerrajero y al fontanero para que le ayudaran a arreglar ese váter que no quería abrirse. Unas horas más tarde, tras mucho esfuerzo se rindieron y se fueron dado que el váter se negaba a abrirse. Serafín como ya estaba más que harto le dijo al váter que si no se abría por su cuenta lo rompería en pedazos y el váter ni se inmuto, así que se fue directo al Leroy Merlin a comprar un martillo y un taladro para desmontarlo, pero cuando volvió a su casa, más bien a su baño, se dio cuenta de que el váter había desaparecido y ahí fue cuando se dio cuenta de que le había tratado un poco mal, y se fue a la calle a buscarlo. Donde lo encontró, no fue sorpresa dado a que fue en el mismo sitio en el que lo compró. Cuando se acercó para hablar con él, se dio cuenta de que el váter estaba mirando a los demás váteres con cara de tristeza, y Serafín le preguntó que qué era lo que le pasaba, a lo que él le contestó:

—Lo que me pasa, es que ya estoy harto de que hagas tus necesidades dentro de mí, yo quiero ser un váter, sí, pero un váter en el que nadie defeque ni haga aguas menores, yo quiero ser un váter poeta.
En ese momento, Serafín, recordó que tenía un amigo que daba discursos de poesía y fue a su casa y le preguntó si su váter podría ayudarlo en alguna de sus lecturas, a lo que él le respondió que sí, pero que le parecía un poco extraño que un váter diese lecturas de poesía, a lo que Serafín le dijo que era una historia muy larga y que ya se la contaría.
Cuando fue el día de la lectura que daría el váter, el auditorio se llenó y tras la lectura que a todos les encantó, todo el mundo le aplaudió y le pidieron autógrafos.
El váter pasó en unos días de ser un váter cualquiera en el que la gente defecaba, a un váter poeta conocido en toda España. Y ahora, todos os preguntareis que qué fue lo que paso con el rey, y bueno yo os lo digo, lo que pasó fue que siguió con una vida normal de rey, y un váter nuevo.

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SERAFÍN Y EL VÁTER IRREDENTO. RELATO CONTINUADO

KARY CELINDA VÁSQUEZ MEJÍA (1º C DE ESO)

… Así que un día el trono decidió cerrar la tapa durante un tiempo, pero no para todos, sino que solo la cerró para Serafín. Un día Serafín tenía muchas ganas de ir al servicio para soltar aguas menores y mayores, este se dio cuenta de que la tapa estaba cerrada y no sabía qué hacer, así que intento abrir la tapa como sea y no tenía mucho tiempo por el mismo hecho de los desechos corporales que tenía que expulsar Serafín.
Intentó abrir la tapa de cualquier forma, no había forma que Serafín no hubiese intentado y el ya no sabía qué hacer, no le quedaba mucho tiempo, ¡ya casi no aguantaba las ganas! El váter se negaba y se negaba a abrirse ante Serafín.
¡Serafín ya se estaba hartando! El váter de repente le dijo:
—¡Qué! ¿Ya sabes lo que se siente?
Serafín no entendía nada.
—¿Qué es lo que se siente? —respondió Serafín.
—¡Aggggg! —gritó el váter—. ¡Nunca entiendes nada!
—Yo sí que no te entiendo —gritó desesperado Serafín—. ¡Déjate de acertijos y ábrete ya!
—Está bien, pero a cambio…
—¿A cambio de qué? —le interrumpió Serafín.
— Promete que dejarás de comer legumbres durante algún tiempo, ¿de acuerdo? —intentó negociar el váter.
— ¡Pero no puedo! Me pides demasiado, es mi plato favorito.
— Se siente, yo tuve que aguantar tus cagarrutas durante AÑOS y nunca me quejé, ya va siendo hora de reclamar un poco, ¿no crees?
— Está bien, trato hecho —aceptó Serafín de una manera dudosa.
Y así fue; al final Serafín dejó de comer las legumbres durante un tiempo y al final se olvidó de ellas, nunca más comió legumbres y el tronito consentido, volvió a ser feliz. 

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MÁS CONTINUACIONES

GUILLERMO GAYOSO DOMÍNGUEZ (1º E DE ESO)

… Serafín estaba discutiendo con el váter, el váter ya estaba harto de que le impregnara el olor de sus asquerosas heces, pero a Serafín nada le iba a impedir que pudiera ir al váter cuando quisiera y el tiempo que quiera, el váter le dijo, a ti te gustaría que yo estuviese más de lo debido encima tuyo expulsando heces. Serafín respondió que no le gustaría nada, pero que no era lo mismo porque el váter estaba hecho para hacer sus necesidades; el váter dijo que daba igual y que se iba a marchar de allí. Serafín intentó convencerle, pero no lo pudo conseguir.
Al día siguiente, Serafín fue al baño y vio que el váter no estaba. Serafín comenzó a llorar; estuvo por lo menos media hora llorando, pero se dijo a sí mismo que debía ser fuerte y que iba a comprar otro váter. Serafín fue a una tienda, pero vio que no había ningún váter; empezó a recorrer todas las tiendas, pero no encontraba ningún váter. Al volver a su casa vio en el cielo millones de váteres, y los dirigía su váter, él se asombró porque vio a los váteres volar, y entonces comenzó la váter-revolución.


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VARIACIONES SOBRE EL VÁTER IRREDENTO

BLANCA DÍAZ CARAVACA (3º E DE ESO)

… Había una vez un váter harto de soportar los malos olores que en su interior guardaba, ese váter se llamaba Paquito. Paquito era un váter un tanto especial, ya que debajo de su rostro blanquecino se guardaba un váter destinado a ser el presidente de los Váteres Unidos. Desde que le habían hecho, había soñado con ser un váter de alta gama y poder liderar un gran ejército de inodoros manifestantes. Un día, cuando Serafín iba a plantar sus posaderas en su tapa, empezó a moverse tanto que pudo levantarse del suelo, cuando Serafín se giró para ver lo que pasaba, Paquito empezó a gritarle como un energúmeno:
—¡Pero qué haces!
—¿Qué está pasando? ¿Cómo puedes hablar si eres un váter?
—Suficiente que me he callado todo este tiempo, he aguantado tus vómitos en Nochevieja, tus diarreas matutinas, tus salpicaduras y más cochinadas de esas.
—Pero ese es tu deber, eres un váter
—Eso es lo que soy, pero no estoy dispuesto a dejar pasar mi sueño, yo siempre he querido ser presidente y un gran líder. ¿Tú nunca has tenido un sueño?
—Pues la verdad es que sí, de mayor quiero ser cocinero, como el tal Arguiñano ese que sale en la tele.
—Pues no será por lo que comes hijo mío, porque vamos… Pero bueno, al grano, déjame irme y ser feliz y poder cumplir mi sueño, por favor.
—Vale, te dejaré ir, ¿pero qué le digo a mis padres?
—Tú no te preocupes por eso que en Leroy Merlin los venden a mitad de precio y también te los instalan. Y ahora si me disculpas tengo que capitanear una manifestación.
En resumen, diez años después, Serafín encendió la televisión para ver las noticias. Cuando puso Antena 3 vió que el nuevo presidente de los Váteres Unidos era su viejo amigo Paquito. Estaba tan orgulloso de él que dejó de pensar en un momento como había desperdiciado su vida sin hacer nada. Desde ese momento Paquito se convirtió en un ídolo para todos.

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MELISA

VERA SÁNCHEZ RODRÍGUEZ (3º D DE ESO)

Dulce Melisa, destrozada por el viento,
arrastrada por el profundo mar del cuento,
vives en un mundo de ventanas imposibles
carente de tristeza,
inundadas por las noches embelesadas,
pastoreando tulipanes, hojas y estrellas como si estuvieran enamoradas.

Oh, dulce Melisa, ahora de violetas,
en un mundo de solo Letras
corres hacia el mar de los sueños perdidos;
en estas páginas copiarás sus destinos.

Oh, dulces amazonas que a Melisa acompañáis en el camino,
muchas cosas tiene que aprender antes de llegar a su destino,
si no quiere bailar
que baile conmigo; yo también la sigo
hacia su final finito.


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LA MANSIÓN ENCANTADA

PAULA SOLLA GARCÍA (3º D DE ESO)

En un pequeño pueblo llamado Sotillo, a las afueras de New York, se encontraba una de las casas más famosas de esa región, “la mansión encantada”. Aquella gran mansión perteneció al duque de Menfis, un poderoso caballero que habitó en esa casa alrededor del siglo XIX, y que desde su desaparición seguía deshabitada.
Un fatídico día una de las familias más ricas de Sotillo, la familia Hoop, denunció la desaparición de Marta, su hija pequeña. La policía de la localidad investigó la desaparición sin obtener ningún resultado. Una hora más tarde, cuatro amigos fueron a la comisaría de policía para declarar sobre la desaparición de Marta. Los niños dijeron que estaban jugando cerca de la mansión encantada y en ese momento vieron entrar en la mansión a la hija pequeña de la familia Hoop. El sheriff se dirigió sin demora a la mansión para poder encontrar a la hija de los Hoop. Poco después, volvió a la comisaría de policía sin ninguna información acerca de Marta.
Pasaba el tiempo y los padres cada vez estaban más preocupados por ella, así que los niños que vieron por última vez a Marta decidieron entrar en esa horripilante mansión para encontrarla. Al entrar, se llevaron una gran sorpresa porque vieron que la casa estaba en perfectas condiciones, a pesar de que el sheriff les dijo que estaba en ruinas. Empezaron a buscar en cada habitación de la mansión, pero fue en vano, ya que allí no había nadie. Después de buscar en la casa fueron al jardín a ver si allí había alguien, pero lo único que vieron fue una pequeña caseta con un candado roto. Cuando entraron en la caseta una extraña voz les dijo:
Aquí acaba vuestra expedición.
Cuando los agentes llegaron no había nadie.
Años después se sigue buscando a los niños desaparecidos en la mansión encantada y todos se preguntan qué pudo ser lo que pasó con eso inocentes niños.


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