DEMORAS MERCED A INCURSIONES EN CALZEDONIA
Y OTRAS HISTORIAS
Y OTRAS HISTORIAS
SABIDURÍA,
GOZO Y PICARDÍA
LUCÍA
JIMÉNEZ SÁNCHEZ (3º F DE ESO)
La musa Erato
se dirigía a argumentar sus ideas enfrente del Ministerio cultural y deportivo,
pero unos pantis de color café tirando a magenta la embobaron y no se pudo
resistir a comprarlos. Cuando se los probó sintió como que no tenía nada, ya
que eran muy cómodos y ligeros.
Cuando se dio
cuenta de que llegaba tarde a la conferencia se los compró y los llevó puestos.
Con ellos pudo correr más que con otros y, gracias a esto, el tiempo se paró y
pudo llegar al encuentro con el señor ministro.
De pronto,
cuando llevaba un tiempo con el funcionario público, se dio cuenta de que no
estaba de acuerdo con nada. Decía que la magia no podía llegar a la tierra
hasta el año 3047. Ella se resignó, tenía muchas ideas planteadas y puestas
sobre la mesa.
Tras este mal
encuentro, decidió regresar al mundo de los dioses y esperar la magia hasta lo
ordenado.
[Todo es más
divertido si le pones entusiasmo, sabiduría y una pizca de gozo y picardía]
***************
LA
PRUEBA
ESPERANZA
LARA HERRERA (3º F DE ESO)
Erato, con su
velo largo rojo y su vestimenta celestial, entró en Calzedonia. Hace ya algún
tiempo que se le habían antojado unos pantis confort para ponerse con sus
bonitos vestidos, pues empezaba a hacer frío. Los prefería de color carne, ya
que quería seguir mostrando su gran y hermoso cuerpo al mundo.
Cuando entró,
la trataron como lo que era: una diosa. Le dieron el probador más limpio y le
ofrecieron los mejores productos, pero no, ella venía a por sus pantis confort.
Se los llevó de la tienda y vio a una anciana vagando por la calle con tres
harapos de nada, con los que debería de estar pasando mucho frío. Se le acercó y
le regaló un bonito vestido que llevaba por si acaso el que tenía se rompía, y
aunque le costó un poco deshacerse del mismo, se lo dio. La anciana se lo agradeció mucho,
pero ella también era una diosa que había bajado a la tierra para ponerla a
prueba.
Como superó la
prueba le devolvió todo y, además, la llevó al Ateneo.
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ERATO
Y LA DEMORA
PAULA
ARANGUEZ VACA (3º F DE ESO)
Erato se
dirigía a dar una maravillosa conferencia, pero tuvo un pequeño imprevisto con
su vestimenta: esta era muy incómoda, así que se dirigió a Calzedonia a por
unos pantis.
Salió y se dio
cuenta de que llegaba 45 minutos tarde. Se puso en marcha y consiguió encontrar
el Ateneo. Por suerte, ella no era la única invitada y llegó a tiempo para
poder recitar su poema. Este hablaba de la muerte de un familiar suyo.
TÍA CARMEN
Hoy he soltado
un suspiro,
un suspiro que
no podré recuperar,
hoy he soltado
un suspiro
al comenzar a
hablar,
porque al ver a
una señora pasar
he vuelto a
recordar
las fotos que
llevaba tiempo sin mirar,
aquellas por
las que hoy día respiro,
aquellas a las
que miro y suelto un suspiro...
Erato triunfó y
sus padres se sintieron muy orgullosos.
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UN
FUGAZ ENAMORAMIENTO
LUCAS
RAVA DONADI (3º F DE ESO)
Hoy os voy a
contar la historia de la musa Erato. Ella vino a Madrid a dar una conferencia
en el estadio Santiago Bernabeu, sobre la poesía. De camino, se encontró una
gran tienda de Calzedonia, y por muy apretada que fuera de horario, la
tentación le pudo y se frenó en el escaparate. Cuando entró vio a un chico muy
apuesto el cual despertó cierto interés en ella. Habló con él durante un rato,
esperando una respuesta afectiva por parte aquel tipo. En un momento de
acercamiento, ella recordó la conferencia y salió corriendo; él la siguió hasta
llegar al Bernabeu. Dio la conferencia y volvió a Atenas. Él se enteró de quién
era y cogió el primer avión hacia Atenas para reencontrarse, pero pasó algo muy
trágico: el avión fue atacado por dos terroristas, los cuales hicieron estallar
una bomba en la cabina. Todos murieron y eso le dio muchas ideas a la musa
Erato para escribir más poesía.
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AMOR
EN CALZEDONIA
ALBA
RUEDA CARRO (3º F DE ESO)
Erato era la
hija de Júpiter y Mnemosine. Esta mujer fue invitada al Ateneo de Madrid por el
mismísimo Rey.
Erato se
arregló, se puso un vestido corto, se alisó el pelo, se maquilló y salió. Eran
las cinco y media y tenía que estar en el Ateneo a las seis en punto. Ella
sabía que le daba tiempo de sobra, así que vio un Calzedonia y se acordó de que
en la web había unos pantis que con aquel vestidito le iban a quedar de muerte.
Entró a la tienda y lo primero que vio fue a la despampanante dependienta, que
la dejó casi sin respiración; su belleza iluminaba toda la tienda y sus ojos
azules como el mismísimo cielo la dejaron patidifusa.
Anne (que era
la dependienta) miró a Erato y, como si se hubieran puesto de acuerdo, se
enamoraron mutuamente al instante.
Ya cuando
dejaron de mirarse, Anne le preguntó si podía ayudarla en algo. Erato dijo que
quería unos pantis negros. Anne se los sacó y fue a cobrárselos cuando notó que
la clienta de la que se había enamorado no paraba de mirarla, esta le preguntó
el porqué y Erato, que era de lo más directa, le explicó la situación.
Anne se quedó
embobada sintiéndose la persona más feliz del mundo. Las dos se acercaron la
una a la otra y se dieron el beso más apasionado que dos mortales se podían
dar.
Erato miró la
hora (6:10 pm)
—No, no, no…
llego tarde al Ateneo, me van a matar.
—¿Quieres que
te lleve en coche?
—¡Por favor…!
Llegaron al
Ateneo y había un montón de personas mirándola con malas caras por su tardanza.
Pero, al final, lo que a ella le importaba era su historia de amor en
Calzedonia.
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SORPRESIVA
ERATO
LUCÍA
ANÓS DE TOCA (3º F DE ESO)
Erato ya estaba
lista. Salió por la puerta de su piso en Fuencarral y se dirigió hacia el
Ateneo de Madrid, donde se disponía a dar una conferencia sobre poesía. De
camino pasó por el escaparate de un Calzedonia y no pudo evitar pararse a
observar la nueva colección primavera-verano. Siempre le había encantado dicha
tienda. Miró su reloj y al ver que tenía tiempo decidió entrar. Empezó a coger
un montón de pantis y se metió directa en el probador. Media hora más tarde,
por fin, se había decidido por unos. Una de las novedades: los “pantis
confort”, la habían enamorado. Entonces, empezó a mirar bañadores, bikinis y
todos los calcetines de la colección. Cuando estaba mirando los diseños de los
calcetines, un hombre joven con aspecto estiloso y unas Ray-Ban se le acercó y
se presentó:
—Hola, soy
Marcus Stefan, y… digamos que mi trabajo consiste en buscar nuevos perfiles de
modelos para diferentes marcas y me pareces una buena candidata.
Erato no se
podía creer lo que le estaba pasando y, sin pensarlo, aceptó la propuesta de
Marcus de ser la nueva imagen de Calzedonia, ¡su tienda favorita! Así que se
dirigió junto a su nuevo jefe al estudio para hacer las fotos para la campaña
publicitaria. Allí le hicieron una serie de preguntas como su nombre,
nacionalidad, etc. Erato no es que fuera un nombre muy normal y, según Marcus,
no era nada comercial. Decidieron que la mejor idea sería renovarlo
completamente.
Seguramente
todos conozcáis a María Pombo, una de las modelos españolas más importantes.
Esa misma persona es, o por lo menos era, Erato. Le habían cambiado la
identidad por completo y había triunfado. Por supuesto, Erato llegó tarde a
aquella conferencia aquel día en el que comenzó todo, pero, sinceramente, no le
importó en absoluto.
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POÉTICA
TEXTIL
DIEGO
CARVAJAL HERRERO (3º F DE ESO)
Erato iba de
camino al Ateneo cuando un reluciente escaparate la deslumbró. Entró sin pensarlo y
cuanta más ropa veía, más ganas le daban de probárselo todo.
Llevaba más de
media hora en los probadores y las clientas empezaron a quejarse. Al salir del
probador, una chica le pidió que si se podía hacer una foto. Erato se quedó
pensando y recordó el evento que tenía. Salió corriendo, pero no se iba a ir sin
comprarse los modelitos que se había probado.
Al llegar al
evento, le preguntaron que de dónde venía. Ella contestó que Calzedonia estaba
de rebajas. El público se empezó a ir en masa a Calzedonia y, como no, Erato
iba detrás de toda la gente.
La gente,
además, quería escuchar las poesías de Erato, por lo que esta se subió a una de
las mesas del establecimiento y empezó a recitar lo que tenía preparado.
Erato, al fin,
se fue felizmente a su casa habiendo dejado a mucha gente satisfecha y ella con
cuatro bolsas de ropa en cada mano.
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ERATO
Y SUS TERRENALES COMPROMISOS
MARÍA
GRAU FLORES (3º F DE ESO)
—¡Erato! —tronó
Júpiter. La musa, con gesto aburrido se presentó ante su padre:
—¿Qué pasa?
—dijo—.
—Me ha llamado
el ministro español de Cultura y Deporte —contestó Júpiter— te han invitado a
dar una conferencia sobre poesía —la reacción de la diosa no fue la esperada
por su padre.
—No voy a ir
—dijo, aunque su gesto, algo temeroso y hasta implorante la delataba. Sabía que
tendría que hacer lo que dijera su padre.
—Sí vas, no es
discutible. Y que no se te olvide, que con la memoria que tienes… Ya podrías
haber sacado la de tu madre… —Erato pensó en rechistar, pero sabía que no
serviría de nada y asintió a la orden de su padre con un “Sí, padre” y se
retiró. Era consciente de que había de preparar la conferencia del día
siguiente y odiaba hablar en frente de humanos, eran demasiado lentos. Había
que explicarlo todo paso por paso; no se podía dar nada por sobreentendido.
Pasó toda la noche pensando en lo que diría y se puso el despertador temprano,
pues no quería llegar tarde.
A las once en
punto de la mañana siguiente, una hora antes de la conferencia, ya caminaba por
Madrid. Como tenía tiempo de sobra, entró en un Calzedonia a echar un vistazo.
Se acordó de que necesitaba calcetines, y compró un par de pares. También se
entretuvo mirando los bañadores, pues se acercaba el verano. Cuando ya se iba,
vio un maniquí con unos pantis de los que se enamoró al instante. No le quedaba
dinero humano, pero las medias eran tan bonitas que decidió que merecía la pena
hacerlo aparecer. No le gustaba y nunca lo hacía, porque ese dinero a las pocas
horas desaparecería y las habría robado, pero no pudo evitarlo.
Cuando salió de
la tienda miró el reloj y vio que eran las 11’45. ¡No se lo podía creer!
Llevaba casi dos horas en la tienda. Pensaréis que es imposible que no se
hubiera dado cuenta, pero como los dioses son inmortales, tienden a perder la
noción del tiempo. No sabía qué hacer, no podía ya presentarse en la
conferencia, se moriría de vergüenza… Pero tampoco podía volver a casa; su
padre la mataría. La ira de Júpiter era temida por todos los dioses, por lo que
sabía que la segunda opción no era viable, así que optó por la primera opción.
Cuando llegó,
solo quedaba allí el ministro y la gente que recogía las sillas. El señor
ministro la regañó y le dijo que tendría que avisar a su padre. Erato se asustó
muchísimo y le suplicó que no lo hiciera. En ese momento se escuchó un fuerte
ruido y la musa se encontró de pronto en su cama.
—¡Qué susto!
—pensó—, solo ha sido un sueño.
Se vistió y
salió con tiempo de sobra. Cuando paseaba por las calles de Madrid, vio un
Calzedonia, como el de su sueño. Quedaba una hora para la conferencia, y pensó
que podría entrar un momentito.
[Una hora y
media más tarde, en la conferencia…]
—Ministro —dijo
Carlos, su mano derecha— Erato no ha aparecido —el ministro se levantó y dijo:
—Me lo temía.
Supongo que no queda más remedio que avisar a Júpiter…
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EL
DESPISTE DE ERATO
GABRIELA
DOMÍNGUEZ DE MIGUEL (3º F DE ESO)
Erato era una
musa que tenía unos padres llamados Júpiter y Mnemosine. Ella tenía que dar una
conferencia sobre poesía en el Ateneo de Madrid; estaba un poco nerviosa porque
no estaba acostumbrada a tanta presión con tanta gente. Era un compromiso muy
importante para ella y sus padres.
Erato salió de
su casa y se aproximó a su destino; de camino se encontró un montón de tiendas:
Zara, Décimas, Fnac, Primark, HyM… pero le llamó mucho la atención Calzedonia.
Entró y una chica muy amable le empezó a recomendar pantis de todos los
colores. A ella le gustaban todos, pero el que más le gustó fue uno negro con
un estampado de puntitos que se podía poner con todos sus conjuntos. Cuando
terminó de probárselas se acordó de su conferencia. Empezó a gritar sin parar y
se apresuró a marchar hacia el Ateneo. Empezaron a llegarle mensajes de todo el
mundo, sobre todo de su padre, Júpiter, que estaba muy enfadado con el comportamiento
de su hija. Ya en el Ateneo, Erato se puso a llorar porque había llegado 45
minutos tarde y pensó que todo el esfuerzo y el tiempo gastados no servían para
nada. El ministro la consoló y ella expuso sus ideas y empezó a explicar de una
manera rigurosa el tema de la poesía. Cuando terminó, su familia y todos los
dioses que se habían presentado empezaron a aplaudir alteradamente y a
agradecer a Erato su explicación sobre la poesía. Uno de los dioses que acudió,
llamado Venus le dijo:
—Tienes mucho
talento, deberías dedicarte a las exposiciones orales, me has trasladado al
mundo de la poesía; ahora quiero escribir y leer poesía todo el tiempo…
¡Gracias!
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LA
VENGANZA DE LOS DIOSES
ADRIÁN
GONZÁLEZ ÁLVAREZ (3º F DE ESO)
Mientras Erato
entraba a la sala donde iba a dar la conferencia su figura desprendía una luz y
una belleza increíbles. Pero eso no iba a evitar el enfado que tenía toda la
gente importante que llevaba esperándola cuarenta y cinco minutos.
La gente que
tanto tiempo llevaba esperando, le empezó a pedir explicaciones y ella dijo que
había estado en Calzedonia comprando.
Eso enfureció
más a toda la gente y empezaron a gritarle y decirle cosas muy desagradables.
Ella, harta de escuchar todos aquellos insultos; llena de rabia, empezó a
elevarse diciendo: “¡Me vengaré!”. Comenzó a alejarse y se veía cómo iba
desapareciendo en el cielo hasta que apareció una luz penetrante, lo que
significaba que ya se había ido.
Unos días
después, una oscura nube se acercaba a la ciudad, y, tras llenarla de niebla,
todos los dioses del Olimpo empezaron a expandirse por el lugar. Los dioses
siempre habían ayudado a los humanos, pero lo que nunca se debería haber hecho
es insultar y faltarle el respeto a la hija de uno de ellos. Fue un gran error
del cual los dioses se estaban vengando.
Acabaron
destrozando la ciudad y dejaron claro que nunca más le faltarían el respeto a
una deidad.
CONTINUARA…
***************
EXISTOSA ERATO
BRUNO
ROMERO ALVENDÍN (3º F DE ESO)
Apurada,
remangándose la túnica, entróse la musa Erato en el complejo del Ateneo.
Tranquilamente, con sus nuevos pantis, entró en la sala en la cual se
encontraban el Ministro y otros grandes de España.
Al entrar se
encontró con un montón de caras mirándola; en sus ojos se podía adivinar el enfado.
Sin darse cuenta de nada, pues Erato, además de poeta, era algo atolondrada,
dijo:
—Hola,
caracola…
Al instante,
todos se abalanzaron sobre ella; le hablaban a gritos y le señalaban un objeto
redondo con lo que parecían dos espadas pequeñas señalando números.
Sin entender
nada de lo que decían, pues hablaban todos a la vez y a gritos, intentó salir
de la habitación, sin embargo, no la dejaron. Sintiéndose tremendamente
agobiada, echó mano de sus poderes y con un chasquido los hizo enmudecer a
todos y caer dormidos en el suelo. Mientras estaban dormidos salió corriendo de
vuelta a su sitio favorito de la ciudad: Calzedonia.
***************
ERATO
POR LA CASTELLANA
ALEJANDRA
GARCÍA DÍAZ (3º F DE ESO)
La musa Erato
iba caminando por la Castellana para ir a recitar una poesía en el Ateneo de
Madrid. Pasó por una tienda llamada Calzedonia y, como tenía pendiente comprar
unos pantis, entró. Entre unas cosas y otras, casi se compra toda la tienda.
La conferencia
era a las once de la mañana, y una vez Erato salió de Calzedonia eran las doce
menos diez.
Erato corrió y
corrió y se presentó delante del ministro de Educación, Cultura y Deporte con
cinco bolsas llenas de ropa interior y bañadores. Júpiter, su padre, se empezó
a enfurecer con su hija. Su cabeza empezó a dar vueltas. El ministro de
Educación, Cultura y Deporte le dijo:
—Por aquí no
vuelves a pasar, ni a pisar este Ateneo.
Erato pensó y
soltó una poesía al ministro y a las personas que la acompañaban a modo de
disculpas. Como el Ministro lo único que hacía era presenciar el acto, no
entendió nada. De repente, cayó un rayo. Era Júpiter, que muy enfadado y
cabreado cogió a Erato del brazo y le dio un tirón. El Ministro le paró y le
dijo a Júpiter que podía recitar la poesía pero sin cobrar.
Júpiter y
Erato, igual que lo oyeron, se fueron.
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ALGO
REAL MUY FICTICIO
OLIVIA
CUENCA PALOMARES (3º F DE ESO)
La musa Erato
estaba en el Calzedonia y solamente pasó a por unos pantis, pero como la tienda
en sí le gustaba mucho, pues pensó que por qué no seguir mirando si todavía era
pronto, así que cumplió su deseo.
Un cuarto de
hora más tarde se dijo que ya era suficiente y se dispuso a pagar y a seguir su
camino, pero cuando ya estaba saliendo se encontró con sus amigas y pensó que
no pasaría nada por llegar algo justa.
Lo malo es que
no se dio cuenta de la hora y tampoco pensó en que había estado veinte minutos,
porque una clienta estaba montando un pollo innecesario por no encontrar la
talla adecuada para su tía en el color que le gustaba, por lo que media hora
más tarde se dijo que llegaba tarde y se despidió de sus amigas y se fue
corriendo al Ateneo.
No se dio
cuenta tampoco de que estaba en la otra punta de su destino y de que tenía que
coger el bus hasta el Paseo del Prado. Lo que pasó a continuación fue que al
salir del bus un coche en un semáforo… ¡Pum! ¡Qué susto, el sueño había sido
súper real!
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ERATO
Y EL ATENEO
DANIEL
GATÓN VEGA (3º F DE ESO)
—Hola, señora
Erato, me gustaría que diese una conferencia sobre la poesía en el Ateneo de
Madrid.
—Por supuesto
que iré, ¿a qué hora sería?
—El lunes de la
semana que viene a las 14’00 horas.
—De acuerdo,
iré encantada.
Llega el lunes
y la musa Erato fue en bus al Ateneo de Madrid mientras que iba al lugar pasó
por un Calzedonia y se le antojaron unos pantis confort. Rompió el cristal del
bus y entró al Calzedonia.
—Hola, querría
comprar unos pantis confort —le dijo a la dependienta.
—Sígame, por
favor —le respondió esta.
Erato cogió los
pantis y cuando fue a pagar se sorprendió con el precio. Se enfadó con la
dependienta y la mató junto con todos los que estaban en la tienda. Fue volando
a la conferencia y la impartió.
Así fue como
Erato comenzó su matanza y fue terminando con la humanidad poco a poco.
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MARISA
Y PACO
ANA
FERNÁNDEZ ESTEBAN (4º E DE ESO)
Nos hallamos en
2011 y mientras ocurre un tsunami en Japón, fluye la historia en Leganés.
Eran las ocho
de la tarde y Marisa la extraterrestre se dirigía como todos los días hacia el
casino para echar un bingo; de camino pasó por el mercadillo de Zarzaquemada y
decidió parar en el puesto de Paco porque necesitaba unas bragas.
Marisa, al no
decidirse por qué bragas comprar, le preguntó a Paco y este le respondió con
una mirada perdida: “Es igual, si vamos a morir todos de todas formas, y las
bragas acabarán pudriéndose”. Ante lo que Marisa respondió: “Ya, pero necesito
unas que duren lo máximo posible y cuando se desgasten compraré otras. Por
cierto, te has enterado de la catástrofe en Japón?”. Y Paco respondió: “No, no
me he enterado, la verdad es que me importa poco el mundo y la sociedad. Para
mí nada tiene sentido”. Y, de repente, en aquel instante, apareció un centauro
sobrevolando sus cabezas… ¿Habrá hecho esto que Paco cambie su visión de la
vida?
***************
EL
CENTAURO
ADAY
GALERA TROYANO (2º G DE ESO)
Una vez en
Leganés hubo un filósofo que tenía una mercería el cual conoció a una señora
que era ludópata e iba todas las tardes al bingo. Tenía en su casa un libro de
su sobrina que era sobre un centauro. Dicho libro un día se convirtió en verdad
y salió el centauro. El señor y la señora se estaban tomando un té en su casa
durante el suceso y se quedaron patidifusos; no sabían qué hacer, hasta que
vino su sobrina y les explicó que en una película vio que hay que conseguir que
tengan contacto físico con alguna página del libro, y es lo que hicieron, pero
para hacerlo al señor se le ocurrió una idea, y era que en su mercería cogieran
e hicieran una máscara de centauro. Y es lo que hicieron. Una vez hecha la
máscara, fueron a por él, en el intento, la casa quedó destrozada y el móvil de
la niña también, lo cual la hizo llorar, y mientras lloraba, el centauro se
giró y se fijó en ella y se quedó quieto, lo cual hizo que el señor, por
detrás, le pusiera el libro abierto, y todo volvió a la normalidad; todo se
arregló. Y así termina esta historia.
***************
EL
INMIGRANTE
MARÍA
LÓPEZ LANDA (4º F DE ESO)
…Si usted
supiera, señor aduanero, de dónde vengo, entendería la suerte que me aguarda
detrás de esta frontera. No tuve mucha fortuna al haber nacido donde nací.
Recuerdo el primer estallido que oí. Fue hace bastantes años, concretamente la
noche de año nuevo, a las doce horas y cero segundos. El sonido no me era
agradable, pero después de verlo convertirse en vivos colores que pintaban el
cielo, la intensidad de mi miedo se fue atenuando y más o menos pude aguantar
los que vendrían después. Yo era un crío todavía.
Algunos años
más tarde, estando en mi casa preparando un estofado de verduras, oí un
estallido que parecía lejano. Me estremecí un poco, no me había terminado de
acostumbrar a las explosiones. “Serán petardos”, pensé. Seguidamente, se
repitió otro estruendo igual que el anterior, pero más cercano. El sonido del
cuchillo atravesando las verduras y estrellándose posteriormente contra la
tabla de madera era el único sonido que me preocupaba. Y de repente, un silbido
descendiente fue aproximándose. Parecía que casi podía rozar a aquella sicaria
de metal brillante cubierta. Y así, de un momento a otro, nada. Abrí los ojos.
Me rodeaba una nube de polvo blanquecino que se disipaba con la carrera de cada
una de las personas que pasaban a mi lado huyendo, huyendo de la masacre. No
podía moverme, ¿sabe? Tuve que esperar a salir del shock en el que me
encontraba para intentar ir hacia mi coche. Este se encontraba en un taller a
unos dos kilómetros de donde yo vivía. Notaba un ardor insoportable en la
pierna y mientras, un riachuelo color granate iba descendiendo por mi pierna,
dejando mi rastro por el suelo. No podía abrir los ojos apenas. La luz del sol
y el polvo me cegaban. Caminaba a tientas. Tardé en llegar. Cuando lo hice, entré
en el taller y cogí las llaves de mi coche. Estaban encima de una mesa azul,
grasienta, llena de líquido negro y polvo, el mismo que me tapaba la vista. La
destrucción también llegó hasta allí, pero no había sido tan brutal. Y
sentándome en el coche, detuve la hemorragia de la pierna que me obligó a ir
aún más despacio procurando no desfallecer en aquel intento de huida. Arranqué
y salí de allí. Las lágrimas escocían en mis mejillas. Y ahí fue, en medio de
la nada, llorando y con la sangre derramándose en el pañuelo que impedía que me
desangrase, decidí dirigirme a Europa donde estaría a salvo.
Así pues, aquí
me encuentro, señor aduanero: con una maleta vacía y nada más que perder, de
camino a Europa. Gracias por abrirme paso.
***************
ALGUNOS BRILLANTES LITERATOS NOVELES HAN CONTINUADO
PENSANDO EN LA INCREÍBLE HISTORIA DEL VÁTER, MIENTRAS QUE OTROS IGUALMENTE
BRILLANTES HAN SEGUIDO INVENTANDO CUENTOS PARA TODOS LOS PÚBLICOS, PARA TODOS
LOS GUSTOS. VEAMOS LO INMENSO QUE HAN DADO DE SÍ SUS PENSAMIENTOS.
GRETA ORTOLL DE LA MATA
(1º C DE ESO)
Hace
mucho tiempo, en el país de las hadas, existía un hada hermosa, pero egoísta y
ambiciosa. Su nombre era Alelí.
Todavía
no tenía alas, porque tenía que ganárselas. Resulta que las hadas, no nacen con
las alas, sino que tienen que ayudar a una persona humana, que no tiene magia,
a hacer su deseo realidad. Lila, un hada humilde y de buen corazón, las tenía
desde hace mucho, pero Alelí no quería ayudar a nadie, y menos a un humano.
Aunque su deseo de tener alas era tan fuerte, que al final accedió.
Debía
ayudar a una muchacha llamada Laura que deseaba aprender a tocar el piano.
Alelí sabía que no sería tan fácil como hacer aparecer un piano y unas
partituras porque eso no sería ayudarla, sino cumplir su deseo así, sin más. La
llevó a una tienda en la que vendían instrumentos, pero Laura no podía pagar el
hermoso piano que se vendía. Alelí, con
un poco de ayuda mágica, consiguió llegar a un acuerdo con el vendedor. Sí
Laura conseguía sorprenderlo tocando una canción en menos de dos semanas, él la
regalaría el piano. Pero había un problema, Laura no había tocado un piano en
toda su vida. Alelí no sabía cómo podía
ayudarla, y se pasaba días enteros buscando la manera, y visitando a Laura a ver
si hacía progresos. Hasta que un día dio
en el clavo. Se acercó a Laura y dijo:
—Las
hadas, pueden hacer un regalo a la persona a la que ayudan y yo ya sé que
regalo te voy a hacer—. Levantó su varita, la hizo girar suavemente y la rozó.
Laura miró a su alrededor, pero no vio nada. Miró extrañada a Alelí y ella le
dijo que se acercara al piano y repitiera los ejercicios que tanto le costaban.
Ella le hizo caso y al tocar descubrió que los ejercicios le salían con gran
facilidad. Ahora sólo tenía que esforzarse y conseguiría el piano que tanto
deseaba. Al final, Laura consiguió sorprender al vendedor y este le regaló el
piano.
Esa
noche, Alelí no conseguía dormir de lo feliz que estaba, pero no porque por fin
tendría alas, sino porque se había dado cuenta de que ayudar a los demás la
hacía muy feliz. Al ayudar a Laura había dejado de ser egoísta, y se había
convertido en el hada más buena de todas las hadas, tanto que cuando se
despertó a la mañana siguiente no se percató de sus alas, en vez de eso, fue a
ayudar a más humanos que la necesitaran.
Así
se convirtió en la primera hada madrina y empezó a otorgar a sus ahijados dones
como el que le entregó a Laura para que hiciera su sueño realidad.
COLORES REPETIDOS
CARLOTA TORREGROSA BLÁZQUEZ
(1º-E DE ESO)
A
mí me gustaban mucho los días de lluvia en los que el cielo era gris, eran mis
favoritos, conseguían tatuarme una sonrisa nada más despertarme, pero eso...eso
era antes.
Mi
abuela siempre fue una persona autoritaria, sus manías... Siempre había que
cumplir con todos sus mandatos, porque si no, se enfadaba de lo lindo. Aunque
mi abuela era así, se notaba que nos quería a mis hermanas y a mí, a su manera,
supongo que esa era su mejor forma de querer.
Empezó repitiendo mucho las cosas, hasta que acabé diciendo que sí a
todo. Qué cosas más raras, ¿no? No le di mucha importancia, quizá no quería
dársela…
Pero
eso fue a más. Un día se le olvidaron en donde estaban las llaves, ¡y las
acababa de dejar!
Otro
día no se acordó que día era, a mí me costaba asumirlo. También mi abuela nos
confundía a mis hermanas y a mí. Le decía todo el rato que sí, y que sí. A mi
abuela se le iban olvidando las cosas poco a poco, y me costó mucho entenderlo.
Yo pensaba: ¿será la edad?
Me
costó asumir que se hacía mayor. Al cabo del tiempo me di cuenta que a mi
abuela le estaba pasaba algo, y aunque mi madre no nos lo quería decir, mi abuela
no se iba a recuperar, tenía una enfermedad llamada Alzheimer, en la que las
cosas se te van olvidando poco a poco. En ese instante me quedé a cuadros, no
sabía qué hacer ni qué decir. Lo único que hice fue darle a mi madre un abrazo
mientras lloraba y lloraba. A partir de ahí,
a mi abuela la empecé a tratarla de manera diferente. Era como una niña
pequeña. Deje de decirle que sí a todo, y a comportarme de forma distinta.
Siempre
fuimos las tres niñas, yo creo que se equivocaron, en realidad somos cuatro.
NO ES VIDA
AROHA VELASCO GARCÍA (1ºE
DE ESO)
Otra
mañana como todas, la noche había sido fría y lo único que había tenido para
taparme mientras dormía era la ropa que llevaba desde hace un año y nueve
meses. Salí de la pequeña cabaña hecha con telas, cuerdas y palos. Noté que
cada vez el suelo se hacía menos pedregoso, pues mis pies descalzos se habían
acostumbrado a las piedras durante los siete meses que llevaba en aquel
campamento donde nos habían acogido. Caminé un poco hasta lo que era la última
cabaña, y miré a horizonte.
En
el primer mes de caminata, mi abuelo había muerto por culpa de una enfermedad
contra la que poco podíamos hacer con los escasos recursos que teníamos. En el
tercero, a mi madre le pasó algo de lo que no nos quiso hablar y con lo que no
podía seguir caminando, así que mi padre renunció a dejarla, y se quedó con
ella prometiendo que nos buscarían. Seguí durante seis meses junto a mi abuela,
mi hermana de cuatro años y yo de nueve, solos, caminando, huyendo, sin ninguna
ayuda, ni comida, y bebiendo un poco de agua sucia de vez en cuando. Cuando
llegamos al campamento, la cosa no mejoró demasiado, un poco de arroz para
poder vivir durante una semana. Pero pasaban los meses, y, en el campamento,
los recursos se iban acabando.
Era una época horrible, en la que todos sufríamos, nunca entendí el porqué del comienzo de esa… esa cosa que acababa con todos, hasta con los que la provocaban. Los humanos las creaban para destruirse a ellos mismos y a todos los de su especie. Cada mañana, miraba al horizonte esperando que llegara algo nuevo, pero todos los días eran iguales. Pensaba: ¿Por qué había tenido la mala suerte de nacer donde he nacido? La verdad, deseaba no existir, esfumarme del mundo para no tener que aguantar esa vida. Para mí, eso era peor que la muerte, era sufrir sin ningún sentido, mientras te vas muriendo sin que nadie, ni tú mismo, encuentre un remedio. Eso no es vivir.
Era una época horrible, en la que todos sufríamos, nunca entendí el porqué del comienzo de esa… esa cosa que acababa con todos, hasta con los que la provocaban. Los humanos las creaban para destruirse a ellos mismos y a todos los de su especie. Cada mañana, miraba al horizonte esperando que llegara algo nuevo, pero todos los días eran iguales. Pensaba: ¿Por qué había tenido la mala suerte de nacer donde he nacido? La verdad, deseaba no existir, esfumarme del mundo para no tener que aguantar esa vida. Para mí, eso era peor que la muerte, era sufrir sin ningún sentido, mientras te vas muriendo sin que nadie, ni tú mismo, encuentre un remedio. Eso no es vivir.
Cada
día, cada momento, era en vano. No servía para nada estar ahí intentando
sobrevivir si en el fondo, en algún momento, llegará la hora en la que te
tendrás que despedir de este mundo dejando atrás una vida, que ni siquiera
puedes llamar vida. Recuerdo cuando mi hermana me preguntaba cuándo volveríamos
a casa, y yo, sabiendo que no podríamos volver le respondía: "No te
preocupes, aunque a ti te parezca mucho tiempo el que pasa, no queda nada para
poder volver".
Pero,
pasaron los años, trasladándonos de un lado a otro, escapando. Yo ya tenía
trece años, y mi hermana ocho. Esta es una conversación que nunca olvidaré:
—Said, no vamos a volver, ¿verdad? —me preguntó.
—¿Volver a dónde, Kira?
—A casa, tú me dijiste que volveríamos, pero sé que no es cierto.
—Tú no lo sabes.
—Claro que lo sé, llevas dos años diciéndome lo mismo y todavía estamos aquí, solo hemos caminado día y noche, quiero que me cuentes la verdad.
—Eres demasiado pequeña.
—Said, cuéntamelo, quiero saber la verdad, ¿de qué huimos? ¿Por qué?
Miré al suelo, ella siguió mirándome, y decidí que debía contárselo.
—Huimos de humanos —fue lo único que supe contestar.
—¿De humanos? Pero nosotros somos humanos…
—De humanos que no piensan, humanos que lo único que hacen es provocar daño y tristeza para conseguir lo que quieren sin que les importe nada más.
—Said, ¿esos humanos van a parar alguna vez? ¿Vamos a seguir sufriendo por su culpa? ¿Algún día tendremos una casa y… una vida de verdad?
—No lo sé.
Al día siguiente seguimos caminando y llegamos a un lugar, en el que cuando miré al horizonte, por fin vi algo diferente. Una inmensa cantidad de agua se revolvía ante nuestros asustados ojos, como si más allá, algo estuviera preparado para ayudarnos. Junto a mi hermana y mi abuela, cogí un par de troncos finos y los enrollamos con una cuerda no muy larga. Sabíamos que aquello era peligroso, pero merecía la pena morir habiendo estado cerca de una vida soñada. Ahora sólo quedaba poner los troncos sobre el agua, y alejarse de la orilla, dejando atrás todo lo que habíamos perdido, pues lo único que habíamos ganado eran años. Mi abuela no quiso ir, dijo que era mayor y que estaría bien sola. Nos despedimos, y ahora sólo éramos dos.
No sé cuántos días pasaron, y nosotros, seguíamos flotando en la inmensa capa de agua, sin rumbo ni comida. Lo único que teníamos era lo que había a nuestro alrededor, agua, que ni siquiera podíamos beber.
Una mañana (o en un momento cualquiera del día, no llevaba la cuenta del tiempo) me desperté. Pero eso no era nuestra estrecha barca hecha con algunos palos, sino un gran barco. Me levanté y miré a mi alrededor, y en ese momento, me asusté. Había varios hombres a mi alrededor, hombres grandes y dos mujeres. Mi hermana estaba a mi lado, todavía dormida. Al verme despierto, uno de los hombres se agachó.
—¿Estás bien? —me preguntó.
—Said, no vamos a volver, ¿verdad? —me preguntó.
—¿Volver a dónde, Kira?
—A casa, tú me dijiste que volveríamos, pero sé que no es cierto.
—Tú no lo sabes.
—Claro que lo sé, llevas dos años diciéndome lo mismo y todavía estamos aquí, solo hemos caminado día y noche, quiero que me cuentes la verdad.
—Eres demasiado pequeña.
—Said, cuéntamelo, quiero saber la verdad, ¿de qué huimos? ¿Por qué?
Miré al suelo, ella siguió mirándome, y decidí que debía contárselo.
—Huimos de humanos —fue lo único que supe contestar.
—¿De humanos? Pero nosotros somos humanos…
—De humanos que no piensan, humanos que lo único que hacen es provocar daño y tristeza para conseguir lo que quieren sin que les importe nada más.
—Said, ¿esos humanos van a parar alguna vez? ¿Vamos a seguir sufriendo por su culpa? ¿Algún día tendremos una casa y… una vida de verdad?
—No lo sé.
Al día siguiente seguimos caminando y llegamos a un lugar, en el que cuando miré al horizonte, por fin vi algo diferente. Una inmensa cantidad de agua se revolvía ante nuestros asustados ojos, como si más allá, algo estuviera preparado para ayudarnos. Junto a mi hermana y mi abuela, cogí un par de troncos finos y los enrollamos con una cuerda no muy larga. Sabíamos que aquello era peligroso, pero merecía la pena morir habiendo estado cerca de una vida soñada. Ahora sólo quedaba poner los troncos sobre el agua, y alejarse de la orilla, dejando atrás todo lo que habíamos perdido, pues lo único que habíamos ganado eran años. Mi abuela no quiso ir, dijo que era mayor y que estaría bien sola. Nos despedimos, y ahora sólo éramos dos.
No sé cuántos días pasaron, y nosotros, seguíamos flotando en la inmensa capa de agua, sin rumbo ni comida. Lo único que teníamos era lo que había a nuestro alrededor, agua, que ni siquiera podíamos beber.
Una mañana (o en un momento cualquiera del día, no llevaba la cuenta del tiempo) me desperté. Pero eso no era nuestra estrecha barca hecha con algunos palos, sino un gran barco. Me levanté y miré a mi alrededor, y en ese momento, me asusté. Había varios hombres a mi alrededor, hombres grandes y dos mujeres. Mi hermana estaba a mi lado, todavía dormida. Al verme despierto, uno de los hombres se agachó.
—¿Estás bien? —me preguntó.
Y
a partir de ahí mi vida cambió para siempre.
OTRA CONTINUACIÓN AL VÁTER
JAIME NIETO PETINAL (3º E
de ESO)
…Quería
tener voz propia además de cuerpo y alma como el resto de los humanos. Él sabía
dónde estaba y su situación, ya que había leído un montón de periódicos,
incluyendo la tira periódica que el señor Serafín siempre dejaba abierta nada
más terminar sus evacuaciones, donde siempre salían chistes que anunciaban a
los váteres como simples objetos despreciables e impronunciables en voz alta.
Él era un váter muy humano, humanísimo, muchos dirían, pero le resultaba
inevitable pensar que eso no era suficiente. No era suficiente que sea un váter
con gran corazón, aunque hablara y recitara, aunque protestase en contra de la
esclavitud al que Serafín lo tenía sometido. Tenía que dar un paso más
drástico, caso contrario, lo acabarían desmontando y tirando a la basura como
papel viejo. Pensó en intentar dialogar con Serafín, al fin y al cabo, Serafín
era un hombre muy culto e informado. Con suerte, y si pedía perdón por sus
actos rebeldes, llegarían a un acuerdo. Estuvo pensando una hora o dos, ¿qué le
debía proponer? ¿cómo? ¿saldrá bien? Sentía que se iba a tirar de su cadena,
era una situación muy agobiante para un váter tan ansioso como él. Después de
lo que pareció una eternidad, se decidió. Así que empezó a chocar la tapa con el
borde de sí mismo, para que Serafín lo escuchara. Así fue y Serafín decidió ver
qué era lo que ocurría. Al llegar Serafín, el váter se dio cuenta de que
llevaba una gabardina, una maleta, la cartera y el móvil. Olvidó que Serafín
estaba buscando un nuevo apartamento desde hace mucho, él solo era una razón
más de su marcha. Serafín cogió sus llaves y salió por la puerta, no sin antes
cortar el agua de la casa.
***************
SERAFÍN Y EL VÁTER IRREDENTO
DIEGO JACOBO RUBIO
HURTADO (1º C DE ESO)
…
hasta que un día, Serafín, el rey, estaba ya harto de no poder defecar en su
propio retrete y se decidió a llamar al cerrajero y al fontanero para que le
ayudaran a arreglar ese váter que no quería abrirse. Unas horas más tarde, tras
mucho esfuerzo se rindieron y se fueron dado que el váter se negaba a abrirse.
Serafín como ya estaba más que harto le dijo al váter que si no se abría por su
cuenta lo rompería en pedazos y el váter ni se inmuto, así que se fue directo
al Leroy Merlin a comprar un martillo y un taladro para desmontarlo, pero
cuando volvió a su casa, más bien a su baño, se dio cuenta de que el váter
había desaparecido y ahí fue cuando se dio cuenta de que le había tratado un
poco mal, y se fue a la calle a buscarlo. Donde lo encontró, no fue sorpresa
dado a que fue en el mismo sitio en el que lo compró. Cuando se acercó para
hablar con él, se dio cuenta de que el váter estaba mirando a los demás váteres
con cara de tristeza, y Serafín le preguntó que qué era lo que le pasaba, a lo
que él le contestó:
—Lo
que me pasa, es que ya estoy harto de que hagas tus necesidades dentro de mí,
yo quiero ser un váter, sí, pero un váter en el que nadie defeque ni haga aguas
menores, yo quiero ser un váter poeta.
En
ese momento, Serafín, recordó que tenía un amigo que daba discursos de poesía y
fue a su casa y le preguntó si su váter podría ayudarlo en alguna de sus
lecturas, a lo que él le respondió que sí, pero que le parecía un poco extraño
que un váter diese lecturas de poesía, a lo que Serafín le dijo que era una
historia muy larga y que ya se la contaría.
Cuando
fue el día de la lectura que daría el váter, el auditorio se llenó y tras la
lectura que a todos les encantó, todo el mundo le aplaudió y le pidieron
autógrafos.
El
váter pasó en unos días de ser un váter cualquiera en el que la gente defecaba,
a un váter poeta conocido en toda España. Y ahora, todos os preguntareis que
qué fue lo que paso con el rey, y bueno yo os lo digo, lo que pasó fue que
siguió con una vida normal de rey, y un váter nuevo.
***************
SERAFÍN Y EL VÁTER IRREDENTO. RELATO CONTINUADO
KARY CELINDA VÁSQUEZ
MEJÍA (1º C DE ESO)
…
Así que un día el trono decidió cerrar la tapa durante un tiempo, pero no para
todos, sino que solo la cerró para Serafín. Un día Serafín tenía muchas ganas
de ir al servicio para soltar aguas menores y mayores, este se dio cuenta de
que la tapa estaba cerrada y no sabía qué hacer, así que intento abrir la tapa
como sea y no tenía mucho tiempo por el mismo hecho de los desechos corporales
que tenía que expulsar Serafín.
Intentó
abrir la tapa de cualquier forma, no había forma que Serafín no hubiese intentado
y el ya no sabía qué hacer, no le quedaba mucho tiempo, ¡ya casi no aguantaba
las ganas! El váter se negaba y se negaba a abrirse ante Serafín.
¡Serafín
ya se estaba hartando! El váter de repente le dijo:
—¡Qué!
¿Ya sabes lo que se siente?
Serafín
no entendía nada.
—¿Qué
es lo que se siente? —respondió Serafín.
—¡Aggggg!
—gritó el váter—. ¡Nunca entiendes nada!
—Yo
sí que no te entiendo —gritó desesperado Serafín—. ¡Déjate de acertijos y
ábrete ya!
—Está
bien, pero a cambio…
—¿A
cambio de qué? —le interrumpió Serafín.
—
Promete que dejarás de comer legumbres durante algún tiempo, ¿de acuerdo?
—intentó negociar el váter.
—
¡Pero no puedo! Me pides demasiado, es mi plato favorito.
—
Se siente, yo tuve que aguantar tus cagarrutas durante AÑOS y nunca me quejé,
ya va siendo hora de reclamar un poco, ¿no crees?
—
Está bien, trato hecho —aceptó Serafín de una manera dudosa.
Y
así fue; al final Serafín dejó de comer las legumbres durante un tiempo y al
final se olvidó de ellas, nunca más comió legumbres y el tronito consentido,
volvió a ser feliz.
***************
MÁS CONTINUACIONES
GUILLERMO GAYOSO
DOMÍNGUEZ (1º E DE ESO)
…
Serafín estaba discutiendo con el váter, el váter ya estaba harto de que le
impregnara el olor de sus asquerosas heces, pero a Serafín nada le iba a
impedir que pudiera ir al váter cuando quisiera y el tiempo que quiera, el
váter le dijo, a ti te gustaría que yo estuviese más de lo debido encima tuyo
expulsando heces. Serafín respondió que no le gustaría nada, pero que no era lo
mismo porque el váter estaba hecho para hacer sus necesidades; el váter dijo
que daba igual y que se iba a marchar de allí. Serafín intentó convencerle,
pero no lo pudo conseguir.
Al
día siguiente, Serafín fue al baño y vio que el váter no estaba. Serafín
comenzó a llorar; estuvo por lo menos media hora llorando, pero se dijo a sí
mismo que debía ser fuerte y que iba a comprar otro váter. Serafín fue a una
tienda, pero vio que no había ningún váter; empezó a recorrer todas las tiendas,
pero no encontraba ningún váter. Al volver a su casa vio en el cielo millones
de váteres, y los dirigía su váter, él se asombró porque vio a los váteres volar,
y entonces comenzó la váter-revolución.
***************
VARIACIONES SOBRE EL VÁTER IRREDENTO
BLANCA DÍAZ CARAVACA (3º
E DE ESO)
…
Había una vez un váter harto de soportar los malos olores que en su interior
guardaba, ese váter se llamaba Paquito. Paquito era un váter un tanto especial,
ya que debajo de su rostro blanquecino se guardaba un váter destinado a ser el
presidente de los Váteres Unidos. Desde que le habían hecho, había soñado con
ser un váter de alta gama y poder liderar un gran ejército de inodoros
manifestantes. Un día, cuando Serafín iba a plantar sus posaderas en su tapa,
empezó a moverse tanto que pudo levantarse del suelo, cuando Serafín se giró
para ver lo que pasaba, Paquito empezó a gritarle como un energúmeno:
—¡Pero
qué haces!
—¿Qué
está pasando? ¿Cómo puedes hablar si eres un váter?
—Suficiente
que me he callado todo este tiempo, he aguantado tus vómitos en Nochevieja, tus
diarreas matutinas, tus salpicaduras y más cochinadas de esas.
—Pero
ese es tu deber, eres un váter
—Eso
es lo que soy, pero no estoy dispuesto a dejar pasar mi sueño, yo siempre he
querido ser presidente y un gran líder. ¿Tú nunca has tenido un sueño?
—Pues
la verdad es que sí, de mayor quiero ser cocinero, como el tal Arguiñano ese
que sale en la tele.
—Pues
no será por lo que comes hijo mío, porque vamos… Pero bueno, al grano, déjame
irme y ser feliz y poder cumplir mi sueño, por favor.
—Vale,
te dejaré ir, ¿pero qué le digo a mis padres?
—Tú
no te preocupes por eso que en Leroy Merlin los venden a mitad de precio y
también te los instalan. Y ahora si me disculpas tengo que capitanear una
manifestación.
En
resumen, diez años después, Serafín encendió la televisión para ver las
noticias. Cuando puso Antena 3 vió que el nuevo presidente de los Váteres
Unidos era su viejo amigo Paquito. Estaba tan orgulloso de él que dejó de
pensar en un momento como había desperdiciado su vida sin hacer nada. Desde ese
momento Paquito se convirtió en un ídolo para todos.
************
MELISA
VERA SÁNCHEZ RODRÍGUEZ
(3º D DE ESO)
Dulce
Melisa, destrozada por el viento,
arrastrada
por el profundo mar del cuento,
vives
en un mundo de ventanas imposibles
carente
de tristeza,
inundadas
por las noches embelesadas,
pastoreando
tulipanes, hojas y estrellas como si estuvieran enamoradas.
Oh,
dulce Melisa, ahora de violetas,
en
un mundo de solo Letras
corres
hacia el mar de los sueños perdidos;
en estas páginas copiarás sus destinos.
Oh, dulces amazonas que a Melisa acompañáis en el camino,
muchas cosas tiene que aprender antes de
llegar a su destino,
si
no quiere bailar
que baile conmigo; yo también la sigo
hacia su final finito.
***************
LA MANSIÓN ENCANTADA
PAULA SOLLA GARCÍA (3º D
DE ESO)
En
un pequeño pueblo llamado Sotillo, a las afueras de New York, se encontraba una
de las casas más famosas de esa región, “la mansión encantada”. Aquella gran
mansión perteneció al duque de Menfis, un poderoso caballero que habitó en esa
casa alrededor del siglo XIX, y que desde su desaparición seguía deshabitada.
Un
fatídico día una de las familias más ricas de Sotillo, la familia Hoop,
denunció la desaparición de Marta, su hija pequeña. La policía de la localidad
investigó la desaparición sin obtener ningún resultado. Una hora más tarde,
cuatro amigos fueron a la comisaría de policía para declarar sobre la
desaparición de Marta. Los niños dijeron que estaban jugando cerca de la
mansión encantada y en ese momento vieron entrar en la mansión a la hija
pequeña de la familia Hoop. El sheriff se dirigió sin demora a la mansión para
poder encontrar a la hija de los Hoop. Poco después, volvió a la comisaría de policía
sin ninguna información acerca de Marta.
Pasaba
el tiempo y los padres cada vez estaban más preocupados por ella, así que los
niños que vieron por última vez a Marta decidieron entrar en esa horripilante
mansión para encontrarla. Al entrar, se llevaron una gran sorpresa porque
vieron que la casa estaba en perfectas condiciones, a pesar de que el sheriff
les dijo que estaba en ruinas. Empezaron a buscar en cada habitación de la
mansión, pero fue en vano, ya que allí no había nadie. Después de buscar en la
casa fueron al jardín a ver si allí había alguien, pero lo único que vieron fue
una pequeña caseta con un candado roto. Cuando entraron en la caseta una
extraña voz les dijo:
—Aquí
acaba vuestra expedición.
Cuando
los agentes llegaron no había nadie.
Años
después se sigue buscando a los niños desaparecidos en la mansión encantada y
todos se preguntan qué pudo ser lo que pasó con eso inocentes niños.
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